Kandinsky y Guggenheim, los grandes aliados en el arte abstracto del siglo XX
- El filántropo estadounidense Solomon R. Guggenheim coleccionó con voracidad la obra de Kandinsky
- El Museo Guggenheim de Bilbao presenta la gran exposición del genio de la abstracción con fondos de Nueva York
“El Sr. Guggenheim ha podido conocer el trabajo de mis amigos Léger, Glizes, Braque, Delaunay, Chagall y Mondrian, pero de todas maneras sigue admirando el trabajo de Kandinsky por encima de todos ellos. Al conocerlo, encontrará en él a un gran hombre, fino y sensible, que sabe apreciar con entusiasmo todo aquello que demuestra gran calidad y virtud. Hace apenas un año, él no conocía el arte abstracto, porque no es un estilo que se pueda encontrar fácilmente en Nueva York”.
El fragmento pertenece a una carta de la baronesa Hilla von Rebay y ejemplifica el flechazo entre el industrial neoyorquino Solomon R. Guggenheim (1861-1949) y la obra de Vasily Kandinsky, que desembocó en una voracidad coleccionista en la que atesoró más de 150 pinturas del autor ruso.
Tras el impulso se encontraba la mano de Von Rebay, que era a su vez pintora, y organizaba viajes a Alemania a la caza de nuevos talentos. La floreciente escuela de arte y arquitectura Bauhaus donde Kandinsky impartía clases fue el semillero en 1921.
“La baronesa conocía a muchos artistas abstractos y se dedicaba a representarlos. A Solomon Guggenheim le fascinó la obra de vanguardia y ella empezó a trabajar como su asesora. En Alemania adquirieron las primeras obras de Kandinsky, para ellos era muy importante comprar directamente a los artistas para apoyarles y mantener conversaciones con ellos sobre las creaciones”, señala Lekha Hileman, coordinadora de la exposición Kandisnky en el Museo Guggenheim de Bilbao.
La muestra está dedicada a su autor estrella por sus lazos históricos y sentimentales con la “casa madre” de EE.UU.. El museo español ha colgado videos en su web sobre su compleja instalación con explicaciones de los especialistas.
La selección se nutre de los fondos de la Fundación Solomon R. Guggenheim de Nueva York (creada en 1937) que cuenta con la mayor colección del mundo del artista ruso, resultado del empecinamiento estético del filántropo. A la vez se convierte en una oportunidad única en plena pandemia de sobrevolar por la trayectoria completa de Vasily Kandinsky.
Las obras aterrizaron hace tres semanas en España y el montaje se ha coordinado virtualmente con la comisaria norteamericana Megan Fontanella, en un vuelco de la nueva normalidad en las exposiciones internacionales de este calibre.
“Hablamos dos veces al día por video para ver cómo lo hacíamos. Uno de los aspectos positivos en los museos, es que antes las exposiciones duraban doce semanas y ahora a veces se alargan a seis meses. Así con los confinamientos y los aforos reducidos se pueden visitar dos veces”, explica Hileman a RTVE.es sobre las tripas del proceso.
Colores que representan sentimientos
Pero volvamos al contenido de la exposición. Recorre por etapas cronológicas la vida del pintor y su evolución artística paralela: desde los primeros paisajes plenamente figurativos que beben del folclore ruso hacia la plena abstracción como reflejo de la esencia del ser humano, en un planteamiento espiritual y esotérico.
Nacido en Moscú en 1866, Vasily Kandisnky entró en el mundo pictórico de forma tardía, a los 30 años, tras estudiar Derecho y Economía. Él mismo relató como un concierto de Wagner le abrió la puerta a la abstracción: "Vi colores delante de mis ojos. Formas salvajes, casi enloquecidas, se agitaban delante de mí".
Viajó a Munich donde en una primera etapa desde 1908 lanza los primeros destellos de vanguardia expresionista como el caballo y el jinete, los árboles o las colinas ondulantes, motivos recurrentes en su carrera que simbolizaban su voladura controlada de los valores estéticos convencionales.
El pintor creía firmemente en el poder transformador del arte y valoraba que cualquier forma abstracta contenía una emoción. Así el triángulo representa agresividad, el cuadrado calma y el círculo el reino de lo cósmico, en un estallido colorista sin precedentes que pretende trasladar al espectador “el sonido del color”, en un nuevo símil con la música. A esta época pertenece la serie Improvisaciones.
Plasma sus ideas en varios tratados como De lo espiritual en el arte y se convierte en el primer teórico y padre del abstraccionismo. Tras su huida a Moscú por la IGM, retorna a Alemania como invitado a la prestigiosa Bauhaus del arquitecto Walter Gropius. A la vez, publica otra de sus obras teóricas importantes, Punto y línea sobre plano (1926), además de trabar una gran amistad con Paul Klee.
Un caldo de cultivo experimental que se verá interrumpido abruptamente en 1933 por el nazismo que califica sus obras de “arte degenerado” y le obliga a un nuevo exilio.
Kandinsky pasará los últimos años de su vida en París donde “el poder oculto de la paleta” absorbe gotas de surrealismo en un mundo poblado de insectos y paramecios como en Composición IX (1936) y Cielo azul (1940).
“Las obras de París tienen un espíritu más optimista y son un poco más leves. Abandonan el geometrismo, la simetría y son más libres. Hay muchas formas orgánicas porque le fascinaba la ciencia y en la Bauhaus realizó una colección de libros científicos”, concluye la experta.
Kandinsky, en el Museo Guggenheim de Bilbao del 20 de noviembre de 2020 al 23 de mayo de 2021Kandinsky, en el Museo Guggenheim de Bilbao del 20 de noviembre de 2020 al 23 de mayo de 2021