Juan Diego Botto: "'The crown' sería impensable en España, salvo que fuese un panegírico"
- El actor protagoniza Los europeos, donde borda a un vividor señorito franquista
- Con la participación de RTVE en la producción se estrena el 20 de noviembre en cines
En sus distintos grados, ya sea en Historias del Kronen o Vete de mí, los personajes de canalla acompañan la carrera de Juan Diego Botto (Buenos Aires, 1975). El actor estrena ahora en cines Los europeos donde borda un pijo bandarra que podría suponer su quinta nominación a un Goya de interpretación.
La película de Víctor García León, basada en la novela de Rafael Azcona, muestra a dos amigos (Botto y Raúl Arévalo) que descubren en la Ibiza de 1958 un mundo de libertad vedado en la dictadura franquista.
Botto acaba de llegar a Madrid tras rodar en Barcelona y girar por España con Una noche sin luna, , obra de la que es autor. Aunque los teatros de Vitoria, Logroño o Pamplona tenían sus necesarias limitaciones de aforo, para Botto lo importante es “mantener los teatros abiertos”.
P.: Tú personaje es casi una definición de una época
R.: Cuando, hace ya mucho tiempo, Víctor nos pasó la novela, obviamente me encantó. Es un personaje realmente divertido de interpretar: un canalla, franquista de pro, vividor y que sabe acomodarse la vida para poder disfrutarla y no hacer otra cosa que pasárselo bien. Lo atractivo del personaje es que es un crápula, pero no es contestatario. No es un ignorante, ni un hombre de fe, ni que alguien que crea que el régimen es lo mejor que hay. No va a protestar porque se beneficia de ello y tiene privilegios. Asume el rol que le toca: se casará, tendrá una amante, heredará la empresa de su padre y jamás protestará.
Es un retrato de todo un sector que fue muy importante dentro del régimen, que parecían rebeldes porque eran conscientes de que las normas morales eran absurdas, represivas y anacrónicas, pero no salían públicamente a denunciarlos. Simplemente aprovechan sus privilegios para poder disfrutar. Encontramos una fuente de inspiración en la familia Panero, una familia de clase alta y que fueron grandes vividores, cada uno a su manera.
P.: Los europeos son los otros, no nosotros. ¿Seguimos teniendo un complejo de inferioridad?
R.: Creo que es verdad, cuando decimos los europeos, la primera reacción es no sentirnos apelados, que los europeos siguen siendo los otros. El primer instinto es pensar en ellos. Es algo que sigue operando. Tiene que ver con un montón de cosas, con 40 años de cerrazón y aislamiento. Un país es fruto de toda su historia y la nuestra más reciente es una larga dictadura. Había productos, cultura, libros, cine y mucho pensamiento que no entraba y se acentuaba lo de que los europeos son aquellos que viven allende los Pirineos. Siguen quedando ecos, no tenemos el mismo sentido de pertenencia que tiene un austriaco o francés, pero se ha disipado mucho. Somos algo más modernos.
P.: La trama principal, la del personaje que interpreta Raúl Arévalo, muestra las dificultades para entregarse a la libertad y al amor en ese contexto histórico ¿Cómo conecta con la actualidad?
R.: La historia del personaje de Raúl es que la represión no está fuera de uno: la represión termina entrando después de tantos años de censura, la asume como propia y se pone las barreras él mismo. Tiene una oportunidad de vivir una historia de amor que es poco habitual, pero no es capaz de estar con una mujer libre. Y, en general, nos quedan tics de esos momentos represivos. Sobre todo, en la dificultad de enfrentarse a una mujer que en muchos aspectos es más libre, más culta.
P.: ¿Tenemos un déficit con el retrato del pasado?
R.: No diría un problema, pero es curioso como hay cuestiones que cuestan llevar al cine. Hay una singularidad respecto al cine italiano, francés o anglosajón y es que no solemos contar historias con nombres y apellidos. Con respecto a la memoria histórica es absolutamente increíble que un país, que tiene la historia tan potente que tiene, no se haya hecho una serie o una gran película sobre la defensa de Madrid, una ciudad tres años sitiada por el fascismo, o una sobre la masacre de Badajoz, o una sobre nuestra presencia en la liberación de París.
Pero más allá de eso, sorprende que con casos de corrupción recientes tan sonados no tengamos una ficción política con nombre y apellidos. Una serie como The crown sería impensable, salvo que sea para hacer un panegírico: no tenemos costumbre de ficción política sobre realidad cercana o lejana. Quizá por ser un país pequeño o porque los mecanismos de control de la financiación pasan por filtros muy escasos. Pero en la literatura sí se da y en el cine no.
P.: ¿Es Víctor García León heredero de Azcona?
R.: Cuando pienso en el cine de Azcona, esa combinación de humor ácido, humor negro y crítica social, me viene a la mente en cine de Víctor. Es un cine singular, de autor, que asume muchos riesgos como Vete de mí, una película extraña, o Selfie, que también era muy arriesgada. Y con Los europeos pasa lo mismo: te ríes, tiene sentido del humor y una amargura de esa España de la que quieres salir corriendo. Víctor cuenta que cuando terminó de estudiar cine, sus compañeros de promoción querían hacer películas “que no fueran españolas” y él quería hacer películas que se parecieran a España.