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Documental

Hernán Zin: "No ver imágenes de la pandemia nos ha dificultado su gestión emocional"

  • El documentalista pone rostro a la crisis del coronavirus en una película que se entrena en salas el 27 de noviembre

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Cartel del documental '2020', dirigido por Hernán Zin
Cartel del documental '2020', dirigido por Hernán Zin

Dice Hernán Zin (Buenos Aires, 1971) que su instinto de reportero de conflictos armados le hizo lanzarse a patear la calle con su cámara desde el minuto uno del confinamiento: “Cuando conseguí entrar en un hospital y ver la UCI llena me di cuenta de la gravedad de lo que pasaba”. Un trabajo -“el más difícil” de su vida- que repasa la situación de crisis en hospitales, ambulancias, residencias y de pobreza agravada. Se estrena en salas el 27 de nombre de cine bajo el descriptivo nombre de 2020.

El director de Nacido en Gaza o Nacido en Siria cuenta que todos los días se levantaba a las seis de la mañana para mandar el artículo 20 de la Constitución (el derecho a la libertad de expresión) a hospitales y políticos para poder entrar en lugares vedados por las limitaciones del confinamiento.

“Mi obsesión es humanizar las cifras: leía 1.000 muertos al día y pensaba que si no le poníamos voz y rostro iba a ser muy difícil de digerir”, define Zin. 2020 comienza su relato en el Hospital de Torrejón, que ingresó el 27 de febrero en su UCI al primer paciente grave de COVID-19, que lamentablemente no superó la enfermedad.

Zin registra el despertar del segundo paciente, Julio Lumbreras, tras permanecer 57 días en coma inducido, mostrando su estupor y dolor cuando su médico intesivista Gabriel Heras le comunica que el mundo se encuentra paralizado. “Desde que empecé a hacer películas sé que lo único que puedo hacer es humanizar: acercarme a la persona de a pie y amplificar su voz. Y era necesario porque éramos los únicos que podíamos acceder a las UCI o a las ambulancias: 2020 tiene un valor histórico como película”.

Mostrar la realidad "para que la conciencia colectiva evolucione"

El cineasta opina sobre la pandemia se ha definido, precisamente, por las imágenes que no han existido. “Ciertas imágenes, como la niña vietnamita quemada con napalm o las torturas de torturas de Abu Ghraib, hacen la nuestra conciencia colectiva evolucione. No ver ciertas imágenes de la pandemia no nos ha dificultado la gestión emocional y no nos ha ayudado en la segunda ola”.

Dice que el morbo es el límite para esa exposición y que por eso ha no ha mostrado imágenes duras de las residencias, aunque muestra la angustia de un hombre que busca desesperadamente ver a su madre como ejemplo de la catástrofe vivida. “Saber que tu madre se está muriendo y no poder hacer nada. Es una de las cosas más terroríficas que puedo imaginar”

La ausencia de duelo es para Zin uno de los aspectos más demoledores. “Dejas a un familiar en la puerta de un hospital y un mes después puedes verlo 5 minutos en una caja en el cementerio de La Almudena. Es algo que te rompe en dos”.

Las lecciones de la pandemia

Además de las dificultades para grabar (“he tenido más complicaciones que con los talibanes en Afganistán”), Zin ha encontrado semejanzas con su experiencia en zonas de conflicto durante la crisis sanitaria. “Estaban sobrepasados emocionalmente porque su labor es salvar y no tenían tratamientos. Eso les desquiciaba y me recordaba a un hospital de Gaza cuando se corta la luz, no hay medicamentos y hacen lo que pueden con lo que tienen”.

2020 asiste a cómo el Hospital 12 de octubre se transforma en tiempo récord en un hospital COID. “Me encontrado con profesionales muy comprometidos humana y científicamente”, describe. “La sanidad española es de las mejores del mundo. Hay cosas que mejorar y hay que quejarse, pero, como extranjero que vive aquí, siempre digo que hay que ser conscientes de que somos unos privilegiados”.

Zin asegura que prefiere siempre ser optimista y se queda con las lecciones. “2020 nos ha enseñado tres cosas maravillosas. Primero, que podemos vivir consumiendo menos, nos hemos dado cuenta de que comprábamos cosas por defecto que no son necesarias. Segundo, que lo importante es la gente que quieres, llevo un año si mi familia y los extraño muchísimo. Y tercero, que tenemos que empezar a vivir en concordancia con el planeta y dejar de creernos una especia con derecho a arrasarlo todo. La Tierra tiene anticuerpos contra nosotros que son virus como el SARS-CoV-2”.