Enlaces accesibilidad

25N: cuatro generaciones, cuatro miradas sobre la violencia machista

Por
La violencia machista a través de la mirada de mujeres de distintas generaciones

Una veinteañera de la Generación Z, una millenial, una mujer nacida en los años del baby boom y una niña de la posguerra. Son Coral, Ana, Bárbara y Elena. Tienen 24, 34, 51 y 73 años. Mujeres de edades y vivencias muy distintas, pero con algo en común: las cuatro se reconocen como feministas y comparten preocupación por la violencia machista.

“Las jóvenes no hemos conocido nunca el bienestar del que tanto nos hablaban. Hemos nacido y crecido con la violencia machista” Así lo siente Coral Latorre, la más joven del grupo, activista en la asociación Libres y Combativas y el Sindicato de Estudiantes. Por eso cree que la educación es la mejor forma de combatir la violencia contra las mujeres. "Es necesario poner en marcha una asignatura de educación sexual, para educar en el respeto y la igualdad y acabar con la cultura de la violación" que en su opinión hemos normalizado.

Algo en lo que coincide la más mayor del grupo, Elena González, ya jubilada. Lleva 35 años en una agrupación feminista del barrio de Lucero, en Madrid, y cree que las palabras que usamos tienen mucho que ver con la desigualdad. "El lenguaje es importantísimo porque te reconoce. Hay que decir los y las. Que existamos".

Según los datos de la última macroencuesta sobre la violencia contra la mujer en España el 57,3% de las mujeres (más de una de cada dos) ha sufrido algún tipo de violencia machista -violencia física, sexual, verbal, psicológica - a lo largo de su vida. Una estadística en la que es difícil no verse reflejada. “Cualquier chica que le preguntes te dirá que sí, porque todas hemos sufrido de una manera o de otra esa violencia machista… porque nos han piropeado por la calle cuando no hemos pedido ni siquiera que nos miren, o cuando nos han infravalorado al expresar nuestra opinión”, asegura Coral. El feminicidio es la expresión más brutal de la violencia machista, pero es solo la punta de un iceberg enorme, dice Bárbara, de 51 años. "Yo miro a cualquier faceta de mi vida y el machismo está presente. Mi cuerpo… hay un bombardeo continuo para que no esté contenta con él, mi libertad para salir y sentirme segura, mi independencia económica..."

Pese a todo, las cuatro coinciden en que la conciencia social parece haber despertado en los últimos años. "Desde que yo era pequeña hasta ahora creo que ha habido un cambio importantísimo", opina Ana García, de 34 años y también activista. "La mejor prueba de ello son las movilizaciones históricas en defensa de los derechos de la mujer".

Son las generaciones más jóvenes, dicen Bárbara y Elena, las que están surfeando la cresta de esta cuarta ola del feminismo. "Se ha perdido esa vergüenza que sentíamos las mujeres de mi generación y ahora nos apoyamos más entre nosotras", asegura la veterana del grupo. Una mayor sororidad que hay que agradecerles, según Bárbara, que dice que a sus 51 años este nuevo feminismo le ha hecho recapacitar. "Somos una generación que teníamos claro qué es el machismo, pero que hemos tenido experiencias desagradables". Reconoce haberse callado cuando vivió alguna de esas situaciones, como por ejemplo "un desconocido que te metía mano en el metro, no haberme vestido como me gustaba por miedo a que alguien se pasara conmigo o a algún novio que quiso llegar más lejos de lo que yo quería ir… cosas que en su momento me parecieron desagradables, pero normales. No le di importancia".

La dificultad de denunciar

Como Bárbara, el 80% de las víctimas de violencias machistas no lo cuenta. No es fácil, pero denunciarlo aún menos. Es algo en lo que coinciden estas cuatro mujeres. Prevalece el estigma social y el miedo. Y sentencias como la de "La Manada", recuerda Ana no ayudan, porque "cuando una sabe que en vez de encontrar justicia, de encontrar amparo y protección, te van a machacar públicamente, que todo tu entorno lo va a saber, que van a cuestionar todo... casi me quedo como estoy porque igual acabo peor". Para Bárbara, el protocolo VioGén que se aplica en el proceso de denuncia es frío y poco humano.

"Tú vas a una comisaría y lo que le hacen a una mujer que dice que su pareja le agrede… es encender un programa de ordenador, que le hace preguntas y es quien decide. Ahí lo que tenía que haber es especialistas, psicólogos, trabajadores sociales…" Un trago, el de denunciar, que se hace más duro cuanto mayor es la víctima. "Te hace muy vulnerable la edad y convivir con un hombre que toda la vida ha sido machista y que por supuesto no ha cambiado. ¿Cómo va a ir una mujer mayor a una comisaria a denunciar al hombre de toda su vida?", se pregunta Elena.

Preguntadas sobre qué hace falta para erradicar la violencia machista, coinciden en educación, políticas efectivas y sensibilización. Porque -recuerda Bárbara- "aquí ya no es suficiente con que tú no abuses, no hagas sentirse incómoda a una mujer, aquí lo que hace falta es que si hay cualquier tipo de actitud machista por parte de quien sea hay que intervenir activamente".