Exposiciones desconfinadas: de los préstamos "solidarios" a la gestión virtual
- Responsables de museos cuentan a RTVE.es cómo se monta una muestra internacional en pandemia
- Las instituciones culturales encaran la caída de público con exposiciones de Mondrian o Kandinsky
Desconfinar una exposición de obras internacionales es casi un “milagro” en plena segunda ola de la pandemia. Así calificó el director del Museo Reina Sofía (MNCARS), Manuel Borja Villel, el “parto” de la muestra de Mondrian, una de las citas más esperadas de 2020 que homenajea al padre de la abstracción.
Tras varios años de trabajo, su inauguración estaba prevista para mayo pero el confinamiento frenó los planes, después enfrentaron el miedo al COVID de algunos prestadores que se negaban a que las pinturas viajaran, a lo que se sumó la falta de personal de transporte por los ERTE en los museos anglosajones privados, resume la peripecia el director de la pinacoteca que acaba de celebrar su 30 aniversario.
Mondrian y De Stijl finalmente abrió sus puertas a principios de noviembre con diez cuadros menos con respecto a la idea original aunque no afecta a su enfoque, afirman desde el Reina Sofía, y apuntan al carácter “más íntimo” de la muestra que engloba 95 obras, 35 de Piet Mondrian y 60 de los artistas del movimiento De Stijl (El estilo), con un coste avalado por el Estado de 600.000 euros.
El coronavirus ha removido el calendario expositivo en una temporada anómala. El Museo del Prado hibernó hasta octubre su exposición Invitadas. Fragmentos sobre mujeres, ideología y artes plásticas en España (1833-1931). Una selección con fondos propios que mantiene hasta marzo de 2021.
El Museo Thyssen-Bornesmiza de Madrid encaró el cerrojazo en marzo de su muestra estrella Rembrandt y el retrato cuando llevaba tan solo tres semanas abierta con éxito.
Con la desescalada, en junio, abrieron una prórroga con la renovación de los seguros de las obras. En agosto, ya con aforos reducidos, nueva señalización, mascarillas e hidrogeles, clausuraron los "rembrandts" con un total de 89.429 visitantes, casi la mitad, unas 40.000 personas, habían acudido antes del confinamiento en apenas 21 días. Un ejemplo del desplome de las cifras presenciales.
“Para un museo es más rentable abrir una exposición montada que no hacerlo, se pierde menos. Sí creo que el tiempo de las macroexposiciones ya ha acabado, era ya una tendencia que ocurría, las piezas eran difíciles de conseguir, los seguros se encarecían y eran complicadas económicamente. Creo que la exposición real seguirá existiendo pero se tendrá que completar con la tecnología”, analizaba para RTVE.es Evelio Acevedo, director gerente del Thyssen-Bornemisza.
La pandemia ha dejado en el aire la exposición del pintor pop Alex Katz, prevista para este otoño, que se intentará recuperar en el verano de 2022, según fuentes del museo, y ha trasladado la del surrealista René Magritte a septiembre de 2021. En el horizonte del mundo de la COVID-19 todo es borroso.
Coordinación en remoto
El cambio de paradigma en la organización de los museos por el coronavirus es visible. Desde Fundación La Caixa detallan cómo el montaje de la exposición Objetos de Deseo. Surrealismo y Diseño en CaixaForum, se ha coordinado en remoto por entero. Más de 200 piezas de artistas como Dalí, Duchamp o Man Ray, que tras su paso por Barcelona y recalar este otoño en Madrid se expondrán en Sevilla y Girona.
“En plena pandemia hay una obra de Ives Tanguy que ha viajado desde San Diego (EE.UU.) Normalmente, las piezas van acompañadas de personas que aseguran su correcta conservación, la seguridad tanto en las cargas como en el montaje o desmontaje…pero esto no ha podido ser por el riesgo de contagio. Gracias a la confianza de las instituciones colaboradoras, unas 38, lo hemos hecho a distancia con conexiones por Zoom y otros sistemas”, explica Isabel Salgado, responsable de exposiciones de La Caixa que añade que a pesar de los escollos es el momento de explorar “nuevas formas de instalación más sostenibles”.
El frágil ecosistema del arte
Todos los museos consultados por este medio coinciden que el préstamo de obras de vanguardia es cada vez más complicado por su alto valor económico y la fragilidad en la conservación. Las pinturas de Mondrian exhibidas en el Reina Sofía están certificadas en “30 o 40 millones de euros”. Más un obstáculo: “cualquier craqueladura” se nota, informan sobre su extrema delicadeza.
Lekha Hileman, coordinadora de la gran muestra de Kandinsky en el Museo Guggenheim de Bilbao, añade una pieza más al puzle internacional en pandemia.
“Muchos museos para ahorrar montamos cosas con nuestras colecciones permanentes y por eso cada institución retiene las suyas y las presta menos”, relata la especialista sobre las tripas del proceso. “Uno de los aspectos positivos, es que antes las exposiciones duraban doce semanas y ahora a veces se alargan a seis meses. Así con los confinamientos y los aforos reducidos se pueden visitar dos veces”.
La muestra de Bilbao se ha nutrido de los fondos de la “casa madre”: la Fundación Solomon R. Guggenheim de Nueva York que cuenta con la mayor colección del mundo de Vasily Kandinsky, resultado del empecinamiento estético del industrial estadounidense.
El museo español se ha coordinado a distancia con la comisaria neoyorquina, Megan Fontella, que ha pilotado una visita guiada online en la apertura.
En este vuelco virtual, el Guggenheim de Bilbao ha colgado videos en su web sobre la compleja instalación con explicaciones de los expertos: desde el transporte en camiones especiales con control de temperatura y geolocalización al exhaustivo chequeo de seguridad a las obras maestras.
“Se hacen fotografías generales y de detalle a unos 20 centímetros. De izquierda a derecha de arriba abajo y se examina la superficie ante la presencia del “correo” que es la persona que representa a la entidad prestadora y a la vez certifica el estado original de la obra. Se coteja con un informe de los puntos de riesgo, sobre policromía, etc”, apunta la técnico de conservación Aitziber Velasco.
El director general del Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte, explicó en la inauguración que los aspectos logísticos para sacarla adelante habían sido un "desafío", porque su gestión coincidió con un periodo en que el Museo de Nueva York estaba cerrado.
"Confiamos en que las circunstancias mejoren para todos y que en los próximos meses podamos acoger a muchos visitantes", auguró Vidarte.
La solidaridad entre las instituciones culturales y el empeño en mantener la programación son otras de las vigas para sostener el frágil ecosistema del arte.
Los tres meses que el Museo del Prado estuvo cerrado y la bajada de la afluencia de público posterior por la crisis sanitaria se ha traducido en una caída de ingresos del 65% en este año, según apuntó la pinacoteca.
El museo, el más visitado de España y el quinto del mundo, perdió siete millones de euros durante el confinamiento. Mientras que en el Reina Sofía el desplome de visitantes se ha situado en un 70% este verano.
“Ya no solo por razones académicas, pero que se hagan exposiciones en unos países que están medio cerrados es como un símbolo de que a pesar de todo se deben hacer cosas y de que la cultura está viva”, afirma Manuel Borja Villel, valorado como una de las personas más influyentes del mundo del arte por la revista especializada Art Review.
“Un elemento de solidaridad son las muestras del Niño de Elche o la de Concha Jerez donde se produce obra, esto implica que hay todo un ecosistema alrededor del museo que puede hacer cosas: artistas, montadores, comisarios, transportistas…”, reflexiona el director del Reina Sofía.