¿Está el sistema sanitario preparado para administrar la vacuna contra la COVID-19?
Con la vacunación para 2021 anunciada por el Gobierno, la logística se pone en marcha. En España existen 13.000 centros de salud para vacunar a la población española contra la COVID-19, en sucesivos 18 grupos, a partir de enero. ¿Existen suficientes recursos en atención primaria para este trabajo ‘extra’?
El ministro de Sanidad, Salvador Illa, confía plenamente en el sistema público de salud y pone la campaña de vacunación contra la gripe como ejemplo: “El sistema es robusto. Está acostumbrado a vacunar a 10 millones de personas contra la gripe y este año hemos vacunado a 14 millones en ocho semanas. La logística habitual de distribución hace que podamos garantizar que estos temas están resueltos”, ha declarado en rueda de prensa tras el Consejo de Ministros.
Sin embargo, Sanidad ha dejado abierto que no sean solo los centros de atención primaria los que asuman esa carga y recoge en su estrategia que está trabajando con las comunidades autónomas “en distintas alternativas de centros de vacunación, teniendo en cuenta la experiencia de Atención Primaria” y que a medida que se conozca la disponibilidad de las vacunas, a medida que se disponga de información sobre la disponibilidad de vacunas, es posible que se actualice “dónde, quién y cómo se realizará la vacunación”.
Sociedades médicas y sindicatos ya habían avisado de que la atención primaria se encuentra especialmente tensionada en la segunda ola y dudan de la viabilidad de la vacunación si no se dota a los centros con más recursos.
“No pueden hacerse cargo, rotundamente no”, opina Salvador Tranche, presidente de la Sociedad Española de medicina Familiar y Comunitaria, que reconoce igualmente que los centros de atención primaria deber ser, adecuadamente reforzados, el lugar adecuado para la vacunación “incluyendo también a la población que no tiene cobertura sanitaria pública”.
“La idea de que se vacune de manera unitaria en todo el territorio rápidamente significa administrar 20 millones de vacunas en dos meses y no están preparados”, explica Tranche en una entrevista en RNE. “No solo en recursos humanos, tampoco en materiales: algunas vacunas necesitan temperaturas de menos de 80 grados”, señala en lo que se refiere a las condiciones de la vacuna anunciada por Pfizer y BioNTech.
El factor humano: la plantilla de profesionales de enfermería
Los profesionales de enfermería serían los encargados de administrar la vacuna en los centros de atención primaria. Para SATSE, principal sindicato de enfermería, el colectivo parte de una carencia anterior a la pandemia. “Decir que la plantilla de profesionales de enfermería es suficiente es totalmente incierto. España tiene un déficit estructural de más de 15.500 enfermeras”, explica María José García, portavoz nacional de SATSE, a RTVE.es.
Para la campaña de vacunación de la gripe, algunas comunidades (como Castilla-La Mancha o Comunidad Valenciana) han reforzado su plantilla de enfermería, mientras que otras (como Andalucía) han optado ampliar los horarios de atención a los pacientes estableciendo un sistema de compensaciones.
“Evidentemente se tiene que reforzar muchísimo el personal de enfermería. Lo que se ha hecho es espaciar las citas, ampliando el horario de ocho de la mañana a ocho de la tarde para evitar que se acumule la gente”, dice José Ignacio Peis, de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria.
Desde SATSE, coinciden: “La ampliación de horarios es como si hubieran triplicado el número de profesionales, pero un parche. La vacunación de la gripe ha funcionado porque ha primado el compromiso de los profesionales con la salud de los pacientes”.
El factor burocrático: registro y seguimiento de una vacuna nueva para la población
Más allá de la administración de las dosis, la campaña de vacunación contra la COVID-19 tiene la particularidad de su novedad y, por tanto, es importante documentar científicamente los resultados de la campaña.
“No tenemos experiencia y hay que ser muy rigurosos. No tiene nada que ver los ensayos clínicos, que se hacen mayoritariamente con población sana, que la administración a la población general, que incluye los más vulnerables. Tenemos que hacer un seguimiento inmediato”, explica Tranche, que cifra entre media hora o una hora el tiempo que los vacunados deberán esperar en los centros para vigilar si la vacuna produce alguna reacción inmediata.
La necesidad de un circuito limpio y de seguimiento de la población vacunada durante los siguientes días puede contribuir a agravar una situación de saturación que muchos centros arrastran desde verano, convirtiéndose en un cuello de botella para el resto de patologías en todo el sistema sanitario.
La coincidencia de la vacunación con el pico de gripe
Además, la vacunación contra al COVID-19 coincidirá con el pico de la gripe. “Si nos encontramos con el pico de incidencia nos va a dificultar mucho”, opina Tranche. Eso, siempre en teoría, ya que la incidencia de la gripe en el hemisferio sur durante el invierno se ha reducido drásticamente debido a las medidas de prevención impuestas por la pandemia de coronavirus.
Por último, y el factor quizá más determinante, sea el número de personas que acudan a vacunarse. Las necesidades de recursos humanos y materiales deben tomar como referencia una alta vacunación, pero en la última encuesta del CIS solo el 37% de españoles estaría dispuesto a vacunarse ‘inmediatamente’, mientras que el 47% se muestra negativo y el resto todavía duda. En ese caso, obviamente los puntos de vacunación sufrirían menos tensión, aunque Salvador Illa se muestra optimista: “España es un país solidario y volveremos a demostrarlo con altas dosis de vacunación”.