El estrecho vínculo entre vivienda y salud: "La casa afecta a nivel físico, emocional y social"
- Provivienda ha presentado el tercer informe del estudio “Cuando la casa nos enferma”, centrado en la dimensión social
- Las redes de apoyo, sobre todo la familia, representan la base del acceso a una vivienda digna en momentos de crisis
Isabel y Benjamín viven desde hace unos años en un piso de alquiler social al que llegaron después de un complejo recorrido que incluye una estafa en el alquiler, un desalojo y una acogida temporal en casa de un familiar. Ahora, en un momento de crisis sanitaria en el que la vivienda se ha convertido en un refugio, han vuelto a ver peligrar su estabilidad residencial.
“Hasta hace unos días no sabíamos si nos iban a renovar el alquiler. Nos teníamos que ir a primeros de enero. Hablamos con la trabajadora social, mandamos informes y al final nos han dicho que no nos pueden desahuciar”, explica a RTVE.es la pareja, convencida de que el hogar es “la base” de cualquier familia y de que la preocupación por el mismo perjudica la salud a todos los niveles.
“La casa afecta a nivel físico, emocional y social (…) A mí por la preocupación se me cae el pelo. El no tener la vivienda segura o vivir en un lugar donde hay problemas afecta a un montón de factores. Incluso te duele el cuerpo. Si a mí de pronto me garantizan que voy a tener tres años de vivienda, mejora mi salud seguro”, recalca Isabel, que se dedica, al igual que Benjamín, a la venta de artículos de segunda mano en Tenerife.
De esas ventas sacan un pequeño sueldo para mantener a sus tres hijas menores y pagar los 172 euros de su vivienda, "un derecho" que, dicen, no les ha garantizado la ley sino las redes de apoyo.
Cuando la casa nos enferma: redes de apoyo en tiempos de crisis
En esto último, en las “redes de apoyo en tiempos de crisis”, se centra el tercer y último informe del estudio “Cuando la casa nos enferma”, presentado este miércoles por la asociación Provivienda, que en 2018 y 2019 abordó la relación entre vivienda y salud física y emocional.
Esta tercera parte, en cambio, pone el foco en la relación entre la vivienda y la dimensión social para analizar cómo las redes de apoyo formales --familia, amistades o vecindario-- e informales --servicios públicos o entidades sociales-- son las que permiten en la mayoría de casos el acceso y mantenimiento a una vivienda digna ante la falta de políticas "eficaces". También detalla la manera en la que unas situaciones de exclusión de vivienda pueden afectar a la salud social de las personas.
“En este contexto de crisis sociosanitaria y económica, la salud social cobra más importancia si cabe. Hemos evidenciado de forma muy clara a lo largo de estos meses la importancia del papel de la vivienda como elemento de protección de la salud (…) En paralelo, hemos experimentado en primera persona lo que implica el aislamiento social y la falta de contacto y de apoyo, en forma de cuidados o emocional, entre otras, de nuestras redes sociales. La salud social y la situación residencial se retroalimentan dando lugar a un círculo virtuoso o vicioso, según el caso, que nos acerca o aleja de la inclusión residencial y el bienestar”, recoge el informe.
Así, se analizan cuatro situaciones de exclusión residencial (vivir sin techo, vivir en una vivienda insegura, vivir en una vivienda inadecuada o tener problemas de asequibilidad de la vivienda) y se profundiza a través de cada caso en la vivienda como “un espacio de socialización y sociabilidad”.
En cuanto a esto último, sostiene que la pérdida de la vivienda, la excesiva movilidad asociada a la inseguridad residencial, la falta de espacio y condiciones para poder realizar actividades con familiares o amigos tienen “un impacto negativo sobre las relaciones sociales” y, por tanto, sobre las redes informales de apoyo. En ocasiones , a ausencia de vivienda estable complica el acceso a las redes formales por la dificultad para empadronarse, por ejemplo.
Vivienda y salud física: "Traer el COVID a nuestra casa sería catastrófico"
Respecto a la inadecuación de la vivienda, el informe señala que puede venir motivada por las condiciones de la vivienda en sí misma (infravivienda y problemas de habitabilidad) o por su relación con las personas que la habitan (hogares unipersonales formados por personas mayores o con algún grado de dependencia y hacinamiento), un problema que con seguridad se ha visto potenciado durante la pandemia, según Provivienda.
La disponibilidad de espacio suficiente en las viviendas aparece es un factor “especialmente clave en tiempos de COVID”, recalca Armando, un participante del estudio cuyo suegro se vio obligado a quedarse en su casa durante un tiempo prolongado, debido al cierre de fronteras entre España y Argentina.
Sobre todo, se muestra preocupado por convivir con una persona mayor, que forma parte de los grupos especialmente vulnerables frente al virus: “Traer el COVID a nuestra casa sería bastante catastrófico, yo no tengo la posibilidad de hacer una separación completa, si no tenemos una habitación única ni un baño único, o un lugar en el que puedas hacer una cuarentena y creo que eso es lo que le sucede al 99% de la gente que tiene ciertas carencias, y que vive como puede, hay ciertas cosas que solicitan, pero que son imposibles”, señala Armando.
Infravivienda y cambios de residencia
Otro ejemplo de acumulación de factores de vulnerabilidad y exclusión residencial que refleja el informe es el de las mujeres víctimas de violencia de género. Si padecer este tipo de violencia afecta negativamente a la salud de las mujeres en todas sus dimensiones, esta deriva en muchas ocasiones en una situación de inestabilidad residencial.
En aquellos casos en los que esa inestabilidad va ligada a la necesidad de ocupar diferentes viviendas, además acarrea problemas de infravivienda graves, como es el caso de Francisca, una mujer de Granada que para protegerse ha tenido que cambiar de casa varias veces, hasta el fallecimiento de su marido y agresor.
“Me metí en un agujero en Granada en el que había cucarachas“
“Me metí en un agujero en Granada en el que había cucarachas. Era una habitación nada más, pero era un trastero y me iba a dormir allí y de allí a aquí”, explica.
Al comprobar la situación en la cual estaba viviendo, su hija le ofreció apoyo para que pudiera salir de esa situación: “La única vez que vino con mis dos nietas, cuando vio como vivo, cuando vio la fila de bichos me dijo: ‘mamá, vente para mi casa, que aquí no quiero que estés, porque esto no puede ser’. Para que ella me dijera eso así vería cómo estaba yo…”, revela la mujer.
La familia, el primer recurso ante los problemas de vivienda
En este caso, la red de apoyo familiar fue la que le ayudó a Francisca a salir de esa situación de exclusión residencial, una solución que se convierte en el primer recurso ante los problemas de vivienda, pero que ha llegado a su límite con la pandemia, debido al soporte que ya dio ese "colchón" durante la crisis económica de 2008.
Para elaborar el informe Provivienda ha realizado 59 entrevistas en Santa Cruz de Tenerife, Granada y Madrid, analizadas junto a los datos de encuestas del INE, CIS, Eurostat y los aportados por desde diversos ministerios, lo que permite observar la situación de las familias desde el estallido de la anterior crisis hasta la actualidad.
Los resultados del estudio reflejan que las redes de apoyo informales, es decir, familia y amigos, han sido claves en España. A la hora de encontrar un sitio donde vivir, el 60 % también recurría en primer lugar a familiares y amigos; el 11,2 %, a los servicios públicos y el 11,5 %, a entidades privadas.
“Cuando una persona no puede pagar el alquiler, no acude a servicios de vivienda, acude a su familia“
Como explica Eduardo Gutiérrez, director general de Provivienda "cuando una persona no puede pagar el alquiler, no acude a servicios de vivienda, acude a su familia y luego a servicios sociales. Esto no pasa en el caso de la salud o el empleo. Acuden a servicios especializados y específicos. El impacto en el tipo de atención es enorme".
Por este hecho y también por el "desgaste" de los servicios sociales, desde Provivienda proponen personalizar los servicios de atención a la exclusión, dotar de un enfoque integral a las políticas de vivienda, urbanismo y servicios sociales desde la diversidad, y promover proyectos comunitarios.
También piden medidas preventivas, que se promueva la digitalización de los servicios de atención social y que se aproveche la financiación europea para la inclusión residencial.