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Coronavirus

Karaokes en silencio al borde de la extinción por la pandemia: "Estamos en la ruina"

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El desplome de la facturación en los karaokes es del 89,9% con respecto al 2019
El desplome de la facturación en los karaokes es del 89,9% con respecto al 2019

Las restricciones de aforo y el cerrojazo del ocio nocturno con toques de queda por la COVID-19, han silenciado los micrófonos de los 400 locales de karaoke de España y han noqueado su supervivencia como alerta la patronal del sector.

El 75% de los karaokes está “al borde de la quiebra” y el 25% restante ya ha tenido que cerrar la persiana definitivamente, según los datos de la Asociación de Productores y Empresarios de Karaoke (APEK). La caída de la facturación en estos negocios es del 89,9% con respecto al 2019, un panorama que describen como “desesperado y ruinoso”.

La Gramola, en Murcia, es una de estas salas al límite que se mantiene cerrada desde marzo cuando se decretó el estado de alarma. “Si esto va más allá de Navidad, no se si podré aguantar. Tengo unas pérdidas de 120.000 euros, cinco familias que dependen de mí y se me acumulan los pagos de alquileres y seguros sociales”, explica a RTVE.es José Gómez, dueño de La Gramola, que con 29 años de andadura es uno de los karaokes más antiguos del país.

“Solo pudimos abrir un mes y medio después del primer confinamiento de junio pero creo que la gente por miedo no se atrevió a venir. La única forma que tenemos de hacerlo ahora en Murcia es cambiando la licencia y abriendo como bocatería pero no podemos competir”, añade.

Un plan de ayudas económicas específico

Desde el colectivo lanzan un SOS: solicitan un plan de rescate económico específico y la equiparación de su actividad con la de los espectáculos culturales. Denuncian que a pesar de la puesta en marcha de medidas de seguridad extraordinarias, en muchas comunidades autónomas se les sigue denegando la apertura.

“Se propuso la utilización de esterilizadores de micrófonos con luz UVC después de cada actuación, el uso de fundas desechables para protegerlos y la instalación de mamparas de metacrilato para la protección y distancia de seguridad”, señala Karlos Hurtado, presidente de la Asociación de Productores y Empresarios de Karaoke y gerente de Karaokemedia, la única productora musical del sector que sobrevive en España.

“Si se pueden hacer conciertos, esto es lo mismo aunque el público no sean cantantes profesionales. El riesgo de contagio es igual como por ejemplo puede ocurrir también en un café teatro”, apunta Hurtado que defiende el ocio “tranquilo” de los karaokes (en japonés “sin instrumentos”), cuya actividad la RAE define como “diversión consistente en interpretar una canción sobre un fondo musical grabado, mientras se sigue la letra que aparece en una pantalla”.

"Sin canciones, cerrarán todos los karaokes"

En el Cheers Karaoke de Madrid, el ambiente de un público entregado entonando a Nino Bravo o Paloma San Basilio se esfumó hace meses. Y radiografían una noche cualquiera durante la pandemia. “Tenemos un trabajo mínimo con una facturación solo del 5%. Son mesas de seis personas y con distanciamiento, no hay consumo en barra, no se canta ni se baila. A las 23:30 horas se cierra todo para que de tiempo por el toque de queda”.

El negocio abre como bar porque en la Comunidad de Madrid está permitido que discotecas o locales de ocio nocturno den servicio de hostelería como salvavidas ante la debacle, pero el futuro es “tétrico”, admiten desde el Cheers.

El desplome es tan dramático que la asociación que agrupa a los empresarios del sector augura la extinción de esta clase de locales musicales. Karaokemedia, el principal proveedor del catálogo de canciones bajo pago de una cuota, y con una facturación previa de un millón de euros, también está en el alero “con préstamos y ahorros agotados, sin ayudas y con una reducción de plantilla del 80%”.

“Somos una empresa española con sede en Albacete pero líder mundial como suministradora del software musical. Sin los temas, los karaokes cerrarán para siempre o tendrán que recurrir a Youtube. Luego echaremos de menos donde poder ir para cantar. Es una afición muy arraigada en la cultura popular que creo merece la pena proteger”, concluye Karlos Hurtado.