Bilbao en el vacío, una imagen global del drama y la vida durante la pandemia
- El Guggenheim exhibe imágenes de una ciudad confinada del fotógrafo José Manuel Ballester
- Un viaje de lo local a lo universal que simboliza la experiencia en el mundo durante la pandemia
Fueron tres días de abril que lo cambiaron todo. El fotógrafo José Manuel Ballester (Premio Nacional de Fotografía 2010) deambuló por un Bilbao confinado y captó con su cámara la dicotomía del drama: la calles estaban desiertas, las casas llenas, seres humanos a la vez tan cerca y tan lejos. La soledad impresionaba: “Me pareció inquietante el silencio sepulcral y me impactó no ver gente en un día soleado”.
Durante el pico más crudo de la primera ola de la pandemia, la distopía asomaba el colmillo en nuestras vidas. Ballester bajó al metro y lo encontró vacío, una movilidad congelada en la que rellenó los puntos suspensivos del bullicio en su mente, cruzó por cualquier sitio en la mole del puente de La Salve porque, claro, por cualquier sitio se podía cruzar y por primera vez en mucho tiempo escuchó el canto de los pájaros, los únicos ajenos al virus.
Disfrutó por unas horas de una primavera explosiva donde las flores crecieron entre las vías del tren recuperando orgullosas su espacio. “Hubo un momento en que la naturaleza lo invadió todo en la ciudad, pero eso me hizo ser más consciente de lo agresores que somos los seres humanos con el medio y lo poco que vivimos en sintonía”, relata sobre su recorrido.
Es una de las muchas lecciones que el fotógrafo bebió en la calles esos días y su traslación a imágenes casi oníricas pero muy reales se puede observar durante tres meses en el Museo Guggenheim de Bilbao, un proyecto al que se suma un Guernica “vaciado” de elementos de la mano del autor.
Las cinco fotografías de Bilbao están plasmadas en lienzos de gran formato y parten de lo local, la ciudad desierta, para entrelazar con la vivencia universal de millones de personas en el mundo que experimentaron el encierro a la vez.
El vacío como oportunidad
Ballester espiga en el vacío a menudo: ha retratado momentos de ciudades sin presencia humana desde Nueva York a Venecia o Wuhan antes de la pandemia. Esta vez no tuvo que impostar nada porque la realidad superó a cualquier ficción en esta primavera de esquina rota.
El trabajo también entronca con la serie Espacios Ocultos, en la que el fotógrafo elimina personajes y elementos de obras de arte como Las meninas de Velázquez o Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808, de Goya, a las que dota de un sentido inquietante.
A esta colección pertenece la reinterpretación de El Guernica exhibido, más desolado si cabe al verlo desnudo en su denuncia de la barbarie humana, que dialoga con imágenes de una urbe deshabitada pero con un guiño a la esperanza. Ballester ha respetado en el cuadro la flor que pintó Picasso que emerge de una espada rota. De nuevo la dualidad: lo inhumano y la vida que se abre paso.
“Pensemos que cuando algo está vacío es para llenarlo de oportunidades”, apunta el autor que reflexiona sobre la memoria de la pandemia en la que augura que las personas que tengan menos cicatrices por el drama personal sanarán antes.
Al proyecto presencial del Guggenheim se suma una parte online, tan complementaria como esclarecedora. Un libro que se puede visitar en este enlace con el resto de las fotografías de José Manuel Ballester durante esos días extraños del confinamiento y con las reinterpretaciones de las pinturas maestras. Las imágenes, donde se pueden ver los rieles cuajados de flores, se acompañan de textos del escritor y periodista de RTVE, Carlos del Amor.
“Todos estuvieron, quizá más que nunca, presentes. Todos pasearon ese día de abril de 2020 por estas calles. Todos lo hicieron cerrando los ojos, apretando fuerte los párpados como si con ese gesto hubiesen podido recuperar por unos segundos la ansiada rutina quebrada en una primavera de cielo nublado”.