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El puente de la Constitución, prueba de fuego para el control del coronavirus antes de la Navidad

Municipios confinados | Evolución de la curva​ | Qué se sabe de la vacuna

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El puente de la Constitución, prueba de fuego contra la pandemia

España llega al inicio del puente festivo de diciembre y al horizonte de la Navidad con la mejor situación epidemiológica contra la COVID-19 desde hace dos meses. Y sin embargo, lo hace también en un momento crítico. Los días de descanso desde este fin de semana son el primer hito y, junto a las celebraciones navideñas, una prueba clave, bien para reafirmar el control sobre la pandemia o bien para precipitarnos en una tercera ola, pero en una situación mucho peor que cuando en verano surgió la segunda.

Son "cuatro festivos en los que podemos tirar por tierra todo el esfuerzo de mes y medio", advirtió el jueves el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón. Por eso, el primer escollo que superar es el Puente de la Constitución y la Inmaculada. Y su resultado, que se vería en las curvas epidemiológicas una semana antes de Nochebuena, podría alterar el plan dispuesto por el Gobierno. "Una vez que tengamos cuidado con este período y se demuestre que no ha implicado incrementos en la transmisión, nos ocuparemos de la Navidad", ha explicado Simón.

El coronavirus llega a diciembre como el Grinch, ese duende verde de la ficción infantil que encarna el espíritu avinagrado y aguafiestas en contra de las celebraciones y que quería robar la Navidad. Una amenaza que los gobiernos de España y de otros países de Europa han intentado conjurar desde septiembre, cuando el otoño vino acompañado de una segunda oleada generalizada y ya se hablaba de "salvar la Navidad".

¿Cómo llegamos a esta etapa crucial? Mientras la esperanza para el futuro está puesta en la vacuna, de la que se prometen entre 15 y 20 millones de personas vacunadas en junio de 2021, la situación de partida ha mejorado, pero debería ser mucho mejor para afrontar lo que viene con auténtica confianza.

Sí, baja la incidencia, poco a poco bajan las hospitalizaciones y el porcentaje de casos positivos que se encuentran al hacer pruebas diagnósticas también se reduce (es ahora del 8,42 %, la OMS sitúa en el 5 % el nivel de control de la transmisión y el objetivo de Sanidad es bajar del 4 %). Sin embargo, el ritmo de muertes no disminuye, la incidencia en varias comunidades está aún en parámetros de nivel de riesgo extremo y los brotes siguen siendo grandes y preocupantes en varios entornos, como las residencias de ancianos.

La información general que llega a los ciudadanos es que la situación en España mejora. Se ve día a día casi desde que se inició el actual estado de alarma, el 25 de octubre. La incidencia de casos a 14 días por 100.000 habitantes se sitúa actualmente en los 231,11, menos de la mitad de los 529 casos a los que se llegó hace casi un mes, el 9 de noviembre, en el máximo de la actual ola.

A pesar de ello, el director del CCAES recuerda la realidad de las cifras de la pandemia en España. Se habla poco del llamado semáforo que Sanidad diseñó para guiar las restricciones si la situación epidemiológica se desboca, pero el jueves Fernando Simón lo enseñó. Casi todo el país sigue estando en situación de riesgo alto o extremo de contagio de coronavirus.

Un mal comportamiento hará repuntar de nuevo los contagios

Y a día de hoy, uno de cada cuatro pacientes que ingresa en una unidad de cuidados intensivos es por coronavirus, y tienen COVID-19 uno de cada diez hospitalizados, una cifra difícilmente sostenible de la que es responsable una única enfermedad, y eso sin que haya llegado el invierno. "Estamos en un alto riesgo de que cualquier error haga que vuelvan a repuntar los contagios", ha prevenido Simón, que ha reconocido que la ampliación de las reuniones a diez personas, frente a las seis que se mantenía en la mayoría de territorios, es una "concesión" por las fiestas de Navidad.

Ese error bien podría llegar en este puente de la Constitución y la Inmaculada. Ya ocurrió en el primer festivo del curso, el de la Fiesta Nacional del 12 de octubre. Se llegó a ese puente, de solo tres días, con una incidencia acumulada de 263,12 casos por cada 100.000 habitantes y una tendencia plana. Sin embargo, dos semanas después se había disparado a 410, los ingresos semanales hospitalarios se duplicaron, los fallecimientos aumentaron un 50 % y el Gobierno tuvo que decretar por segunda vez el estado de alarma con el que imponer un toque de queda nocturno, confinamientos perimetrales y cierres en la actividad de casi cualquier tipo.

No contribuyó solo el puente festivo, sino también la trayectoria que se arrastraba desde el verano, el desarrollo del curso escolar, laboral y la llegada del otoño, pero aún estamos pagando el impacto sanitario, asistencial, económico y social, con un promedio de 1.000 muertes con fecha de defunción en la última semana, según los informes de Sanidad.

Quizá el temporal que se despliega sobre casi toda España en los próximos días desmotive a los ciudadanos para salir y no se repitan las aglomeraciones en las calles que se vivieron el pasado fin de semana. Pero puede que sus efectos sean más peligrosos que si brillase el sol, porque las bajas temperaturas incentivan a quienes salen a buscar lugares resguardados, ahí donde fallan la ventilación, las mascarillas y la distancia de seguridad.

Situación desigual entre territorios

El escenario de la pandemia en España es hoy desigual y contradictorio. Estamos planificando encuentros familiares navideños mientras seguimos en un estado de alarma y siguen registrándose cada día centenares de muertes de personas con COVID.

Celebramos que la incidencia a 14 días es ahora tan baja como lo era en septiembre, pero es casi diez veces mayor de los 25 casos por cada 100.000 habitantes que se fija el Gobierno como meta para considerar controlada la pandemia. Oscila entre los 86 casos en Canarias y los 344 de Asturias. Y hay nueve autonomías, además de Melilla, con una incidencia mayor que la media del país.

Además, mientras algunos territorios siguen levantando restricciones, en otros hay que endurecerlas y otros se ven obligadas a frenar la apertura. Así, Galicia permite de nuevo reuniones con no convivientes de entre cuatro y seis personas en la mayor parte de su territorio, Castilla y León reabre la hostelería, gimnasios y centros comerciales en algunas provincias, pero Madrid inicia un cierre perimetral para evitar desplazamientos en el puente que se extiende diez días y en Cataluña la aceleración de la transmisión del virus y el cambio "brusco" en los contagios han obligado a dar marcha atrás a los planes de desescalada y la región permanecerá en el primero de los escenarios durante otros 15 días.

Las mañanas de RNE con Íñigo Alfonso - Joan Caylà: "Nos preocupa que algunas comunidades quieran reducir las restricciones; seguimos en una situación crítica" - Escuchar ahora

La comparación con otros países cercanos, como Italia, también invita a extremar la prudencia. En este país, que empezó la segunda ola más tarde que España, tiene una incidencia de 590 casos por cada 100.000 habitantes y bate los peores registros de muertes de toda la pandemia, van a pasar unas Navidades más restringidas que en España, manteniendo el toque de queda nocturno sin excepciones en Nochebuena o Nochevieja.

Los malos datos en Italia imponen estrictas medidas en Navidad

Y en Estados Unidos, aún están por percibirse los efectos de la celebración de Acción de Gracias, la fiesta más popular del país, en la que se calcularon más de 50 millones de desplazamientos internos para celebrar reuniones con familiares y amigos. Lo que es seguro es que llegarán en el peor momento del país del mundo más afectado por el coronavirus y que vive su tercera ola. El jueves se registraron 2.907 nuevos muertos y otros 210.962 contagios por la COVID-19, ambos récords diarios desde el inicio de la pandemia.

Las hospitalizaciones son un 40 % mayores que en abril. En California, el estado más poblado, casi 40 millones de personas, cerrarán bares, gimnasios, salones de belleza y solo se podrá salir para lo esencial en las zonas donde la ocupación de las UCI sea superior al 85 %, que serán todas las del estado en pocos días. Las previsiones del equipo del presidente electo, Joe Biden, estiman que en los próximos dos meses podría duplicarse la cifra de muertes, otros 250.000 fallecidos.

La conclusión es clara. El incremento de contagios tras unas vacaciones o en época de festivos genera una intensa ola cuya onda se mantiene meses después. Hay que evitar en Navidad los errores del verano.

Para la Navidad, responsabilidad individual

Sin embargo, el Gobierno español, como en otros países, se niega a ser el Grinch y dejar sin regalos y celebraciones a todo el mundo. Desde hace casi tres meses, en medio de un continuo aumento de contagios y con la imposición de nuevas y duras restricciones y cierres, los políticos prometían que habría luces en las calles, uvas en Nochevieja y que vendrían los Reyes Magos, aunque no fuera según el formato tradicional.

Sanidad y las comunidades autónomas han logrado cerrar un plan de Navidad que permite los desplazamientos para reuniones familiares y flexibiliza el horario del toque de queda nocturno en los principales días festivos. "España es hoy uno de los países europeos con menos contagio y hemos salido de la alerta extrema. El estado de alarma funcionó en la primera ola y ha funcionado en la segunda", se felicitó el viernes el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Mientras se asumen más riesgos de infección al permitir a los españoles trasladarse prácticamente a cualquier sitio con el salvoconducto de un reencuentro con familiares o incluso el difuso concepto de "allegados", sin necesidad de certificación de ningún tipo, el Gobierno y otras administraciones insisten día a día en lanzar mensajes cautelosos, también invirtiendo en campañas impactantes, como las típicas de la Dirección General de Tráfico.

Carteles de la campaña institucional de la Comunidad de Madrid contra el coronavirus

Carteles de la campaña institucional de la Comunidad de Madrid contra el coronavirus. COMUNIDAD DE MADRID

Este 'pueden salir a la calle, pero no salgan' y 'celebren la Navidad, pero no lo hagan juntos' resulta no solo confuso, sino que hace una inédita cesión de responsabilidad a la ciudadanía. Acostumbrados desde el verano hasta ahora a que las limitaciones, controles y sanciones vengan impuestas por las autoridades políticas y sanitarias con detalladas ordenanzas, ahora más que nunca la responsabilidad es individual, sabiendo bien por experiencia que el modo de ejercerla tiene efectos directos y duraderos en el colectivo.

En la historia del Grinch, obra del escritor estadounidense Theodor Seuss Geissel, el personaje sirve para hacer una crítica al consumismo predominante en la Navidad y la preocupación solo por uno mismo, la ausencia de generosidad y la desconsideración a los demás. Nadie quiere ser el Grinch; no lo seamos nosotros mismos.