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John Le Carré, el maestro de la literatura que hizo sublime al espía

  • El escritor británico ha fallecido a la edad de 89 años
  • Destacó por narrar la historia de la Guerra Fría entre bastidores y denunciar los fallos de la globalización

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Le Carré durante la premiere de la película basada en su novela "El Topo"
Le Carré durante la premiere de la película basada en su novela "El Topo"

John Le Carré, el maestro británico de la novela de espionaje fallecido este domingo a la edad de 89 años, destacó por narrar la historia de la Guerra Fría entre bastidores y por denunciar los fallos de la globalización.

Sus novelas forman parte del imaginario colectivo que perdurará en el tiempo sobre aquella época en que dos superpotencias y dos ideologías se repartían el mundo hasta casi acabar con él. "Nunca se volverá a ver lo mismo, y su pérdida la sentirán todos los amantes de los libros, todos los interesados en la condición humana", ha dicho Jonny Geller, su agente.

Explorando la traición en el corazón de la inteligencia británica en sus novelas de suspense, Le Carré desafió las creencias occidentales sobre la Guerra Fría definiendo las ambigüedades morales de la batalla entre la Unión Soviética y Occidente. Un retrato sombrío que formó las percepciones populares occidentales de la rivalidad entre ambos bandos.

A diferencia del glamour del incuestionable de James Bond de Ian Fleming, los héroes de Le Carré estaban atrapados dentro de un servicio de inteligencia británica que se tambaleaba por la traición. La Guerra Fría, para el escritor británico, fue un "espejo" que dio nombre a su segunda novela (El espejo de los espías, 1965), sin héroes y en la que la moral estaba en venta por parte de espías en Moscú, Berlín, Washington y Londres.

La traición a la familia, a los amantes, a la ideología y a la patria atraviesan las novelas de Le Carré, que utiliza el engaño como una forma de contar la historia de las naciones, en particular el fracaso de Gran Bretaña para ver su propio declive post-imperialista.

De Dorset a Berlín

David John Moore Cornwell, su verdadero nombre, nació el 19 de octubre de 1931 en Dorset, Inglaterra, hijo de Ronnie y Olive, aunque su madre, desesperada por las infidelidades y malversaciones financieras de su marido, abandonó la familia cuando él tenía cinco años.

A la edad de 17 años, Cornwell dejó el Colegio Sherborne en 1948 para estudiar alemán en Berna, Suiza, donde llamó la atención de los espías británicos.

Tras pasar una temporada en el ejército de su país, estudió alemán en Oxford, donde informaba sobre los estudiantes de izquierda al servicio de inteligencia nacional del MI5 británico, donde trabajó antes de pasar en 1960 al Servicio de Inteligencia Secreta, conocido como MI6.

Destinado en Bonn, entonces capital de Alemania Occidental, Cornwell luchó en uno de los frentes más duros del espionaje de la Guerra Fría: el Berlín de los años 60. Su carrera de agente secreto fue, sin embargo, desbaratada en 1964 por Kim Philby, agente doble que traicionó a decenas de agentes británicos al KGB (espionaje soviético).

Las mejores películas basadas en las novelas de John Le Carré

Un novelista con lenguaje cinematográfico

Las novelas de John Le Carré son un material puramente cinematográfico, tanto que ha sido fácil mantener su esencia en el salto a la gran y pequeña pantalla, con excelentes adaptaciones. Las historias de espías siempre han dado mucho juego en el cine y las de Le Carré se constataron desde el principio como un material prácticamente listo para ver en el cine.

Mientras el Muro de Berlín se erigía, escribió en 1964 El espía que vino del frío, que le trajo el éxito mundial. Eligió para sus obras espías británicos tan despiadados como sus enemigos comunistas y definió el desarraigo de la Guerra Fría.

La novela, que ha vendido más de 20 millones de copias en todo el mundo, cuenta la historia de Alec Leamas, un agente doble británico en la Alemania Oriental. Su adaptación para la gran pantalla, con Richard Burton en el papel principal, marcó el comienzo de una larga colaboración con el cine y la televisión.

Fue en la década de 1970 cuando irrumpió el héroe favorito de Le Carré, el tímido George Smiley, a menudo considerado el arquetipo del anti James Bond: rígido, paranoico, pero con una inteligencia aguda, "parecía un sapo". "Corto y fornido, usaba gafas con lentes gruesas que hacían que sus ojos parecieran más grandes", lo describió el escritor.

En El topo (1974), la primera parte de una trilogía, este formidable oficial de inteligencia desenmascara a un topo soviético infiltrado en su jerarquía, inspirado en el porpio Philby. Las secuelas, El honorable colegial (1977) y La gente de Smiley (1979), se conviertieron en best-sellers y fueron también adaptadas para la televisión por la BBC y para el cine con Gary Oldman como Smiley.

El caos post-soviético

Le Carré siempre encontró la causa justa por la que luchar a través de sus personajes. Si al final de sus días era el Brexit, antes lo fueron la guerra de EE. UU. contra el terrorismo, el saqueo del continente africano o el yihadismo.

Tras la disolución de la Unión Soviética, Le Carré se centró en lo que él percibía como la corrupción del orden mundial dominado por Estados Unidos. El autor dibujó una visión deprimente -y a veces polémica- del caos del mundo posterior a la Guerra Fría con compañías farmacéuticas corruptas, combatientes palestinos y oligarcas rusos, agentes estadounidenses mentirosos y, por supuesto, pérfidos espías británicos.

"El nuevo realismo americano, que no es otra cosa que el poder corporativo bruto disfrazado de demagogia, significa una sola cosa: que América pondrá a América en primer lugar en todo", escribió en el prólogo de El sastre de Panamá.

"Nacido para mentir"

John Le Carré era un hombre celoso de su privacidad que prefería los acantilados de su casa en Cornualles al mundano mundo de la literatura. Se casó dos veces, tuvo cuatro hijos y trece nietos. Se casó dos veces, tuvo cuatro hijos y trece nietos.

Pero en una vida marcada por el espionaje, ¿qué era verdad? "Soy un mentiroso", le dijo a su biógrafo Adam Sisman. "Nacido para mentir, criado para ello, entrenado para ello por una industria que miente para ganarse la vida, practicado en ella como un novelista".

"La gente que ha tenido una infancia infeliz es lo suficientemente buena para inventarse a sí misma", le gustaba decir.