Concepción Arenal, la activista de las mil causas que también luchó contra la esclavitud
- La Biblioteca Nacional dedica una exposición al pensamiento y la acción de Concepción Arenal
- Exhibe material inédito de las facetas de su vida desde visitadora de cárceles a pionera feminista
“Concepción Arenal es una persona que a todo el mundo le suena porque hay muchas calles y plazas con su nombre, pero que muy pocos conocen en profundidad”.
La profesora de la Universidad de Barcelona Anna Caballé voltea las cartas de la gran paradoja sobre la figura pública de la pensadora (1820, Ferrol-1893, Vigo).
Caballé, Premio Nacional de Historia 2018 por la minuciosa biografía de Concepción Arenal, La caminante y su sombra, desvela algunos porqués de esta difuminación histórica: la gallega era extremadamente reservada, nunca hablaba de sí misma porque creía que era la única forma de ser respetada como intelectual; solo deseaba que se conservaran sus ideas y mandó destruir parte de sus obras, sin que ningún rastro personal empañara su línea de pensamiento.
Espigar en los detalles de su vida es complejo pero destapa una labor profesional y social formidable en el siglo XIX. Un humanismo intenso que le llevó a ejercer como inspectora de prisiones, cronista de guerra, editora, publicista, poeta, defensora de la educación, de los derechos de niños y mujeres en un incipiente (y revolucionario) feminismo.
"La pasión es un torrente para el hombre; para la mujer, un abismo", apunta sobre el machismo imperante. Con su libro La mujer del porvenir (1869) situó los derechos de las mujeres en la esfera pública.
En su ensayo La educación de la Mujer escribe: "Es un error grave y de los más perjudiciales, inculcar a la mujer que su misión única es la de esposa y madre [...]. Lo primero que necesita la mujer es afirmar su personalidad, independientemente de su estado, y persuadirse de que, soltera, casada o viuda, tiene derechos que cumplir, derechos que reclamar, dignidad que no depende de nadie".
Ideas transformadoras
Una gran exposición en la Biblioteca Nacional que celebra el bicentenario de su nacimiento intenta confrontar el pensamiento de Arenal con los postulados actuales y reivindicarla.
La filósofa comulgaba con la ética krausista (que en España abanderó la Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Rios con quién tuvo amistad), con una novedad que empujó hasta las últimas consecuencias: combinó ideales rigurosos y activismo, “una rara cualidad en un intelectual”, apunta la biógrafa.
“No está en los libros de textos no se la estudia en las facultades es un personaje desde el punto de vista intelectual muy desaparecido y es una de las figuras máximas del siglo XIX. Fundó una revista La voz de la calle, la primera que intenta la construcción de una sociedad civil en España, se preocupa por las necesidades de la gente y eso no se había hecha nunca. Se desplazó a Miranda de Ebro en la Tercera Guerra Carlista para crear un hospital de sangre, cuando vive en Gijón y había un naufragio era la primera en hacer llamamiento para auxiliar, en definitiva quería mejorar el mundo”, explica a RTVE.es Anna Caballé que junto a la catedrática Cristina Peñamarín comisaria la exposición.
“La ética era su obsesión. Pensaba que la persona llegaba al mundo pero su objetivo era crecer hacerse digno de su humanidad de forma connatural”, añade.
Vestida de hombre en la Universidad
La muestra reúne 120 piezas originales entre manuscritos, correspondencias, primeras ediciones y hasta la única fotografía que se ha encontrado de su madre, dado el hermetismo de la autora. De familia pudiente, el padre de Arenal fue un militar represaliado por sus ideas liberales que siembra en ella la semilla del saber.
En 1841 un alumno peculiar llega a la Facultad de Derecho de Madrid. Pelo corto, levita, capa y sombrero de copa. Un excéntrico, dicen las mala lenguas. Es Concepción Arenal con ropa masculina en una universidad vedada a las mujeres. Hasta que la descubren y el rector le pone a prueba con un examen que supera con honores.
Podrá seguir los estudios como oyente, permanecía en una habitación sola entre clase y clase, hasta que la acompañaban para entrar, pero nunca pudo licenciarse. Arenal se convierte en un precedente del movimiento de artistas “Las sin sombrero” en los años 20, pero separadas por casi un siglo.
Conoce al periodista y abogado Fernando García Carrasco se casa y tiene tres hijos, escriben juntos en un matrimonio igualitario en la revista liberal La Iberia. Tras la muerte de su esposo por tuberculosis contactará con las Conferencias de San Vicente de Paúl, dedicadas a la caridad, y se vuelca en las causas sociales pero siempre sin condescendencia como escribe en el Manuel del pobre.
En una actividad frenética aborda la mejora de la vivienda de los obreros o el abolicionismo como plasma en el escrito Oda a la esclavitud, que fue premiado por la Sociedad Abolicionista de Madrid. Un charco donde también se mojó.
“En las investigaciones de la exposición hemos descubierto la importancia que le dio Arenal a la lucha contra la esclavitud. Tenemos poca información sobre el movimiento abolicionista en España en la segunda mitad del siglo XIX, pero sabemos que estuvo en contra de la esclavitud en las colonias españolas de Cuba y Filipinas”, señala la comisaria.
Su defensa de la dignidad de los presos
Publica ensayos sobre la beneficencia y las desigualdades sociales, es la primera mujer premiada por la Academia de Ciencias Morales y Políticas, aunque firma con el nombre de su hijo. En 1864 el ministro de Gobernación a petición de Isabel II, a cuyos oídos había llegado su fama, le nombra visitadora de prisiones y se convierte en la primera mujer en el cargo.
Denuncia las condiciones infrahumanas en las que se hacinan las presas. “Las reformas que propuso sobre las prisiones se fueron cumpliendo en doce años. Tuvo una clarividencia espectacular y sentó las bases del actual sistema penitenciario”, explica la experta.
Concepción Arenal propuso que al mando de las cárceles estuvieran funcionarios preparados, el modelo celular y sobre todo la prisión como un sistema de reinserción más que de castigo. Suya es la célebre frase: “Odia el delito compadece al delincuente”. Relató su experiencia en ensayos como El reo, el pueblo y el verdugo y sus teorías fueron estudiadas por criminólogos británicos.
Fue cesada por publicar Cartas a los delincuentes en la que defendía una reforma del Código Penal desde posiciones próximas al krausismo. Concepción Arenal era incómoda para el poder.
En 1877 en un Congreso en Estocolmo sobre los problemas en las prisiones envió una carta sobre la horrenda situación en las cárceles de España. El escándalo fue mayúsculo y le llovieron las críticas pero para la aguerrida escritora, patriotismo y denuncia no eran incompatibles.
“Los presos de España eran muy conscientes de la defensa que hizo. Como anécdota, hay un recluso que está en una cárcel andaluza y cuando lee la noticia de que el ayuntamiento de Gijón ha abierto una suscripción de cinco céntimos para un mausoleo en la tumba de Concepción Arenal, envía el dinero, que debía ser mucho para un recluso, especificando que debía ser para la construcción de su tumba porque ‘todos los presos veneran a Concepción Arenal’", detalla la profesora.
Con un férreo carácter, a veces la oscuridad envolvía los pensamientos de una de las mujeres más brillantes del siglo XIX, más conocida internacionalmente que alabada en España donde los liberales le afeaban su catolicismo y los católicos su falta de fe. En su poema Vacilación se queja con amargura: "¿Por qué obrar si soy una voz que nadie escucha?" .
Concepción Arenal en la Biblioteca Nacional hasta el 4 de abril de 2021Concepción Arenal en la Biblioteca Nacional hasta el 4 de abril de 2021