Blanca Li convierte al espectador en protagonista de la danza: "La realidad virtual me permite sumergirle en la obra"
- El Teatro del Canal de Madrid acoge el estreno mundial de 'La Bal de Paris'
- Un espectáculo inmersivo de danza en el que el espectador comparte escenario con bailarines
La pandemia ha convertido este diciembre a Madrid en capital europea de la (maltrecha) cultura. El cierre de teatros en todo el continente ha llevado, por ejemplo, a que el estreno mundial del impresionante Le bal de París de Blanca Li suceda en España. El espectáculo pionero de realidad virtual de la coreógrafa sube el telón en los Teatros del Canal con un objetivo ambicioso: hacer que cada espectador viva dentro de una fantasía de danza a través de la realidad virtual.
A pocas horas del estreno (Le bal de Paris podrá verse del 18 de diciembre al 3 de enero) Li ultima detalles y reparte indicaciones en español, francés e inglés. Su preocupación por la luz es lo único que recuerda que estamos en la sala Verde de los Teatros del Canal; el resto del escenario parece un experimento del Instituto Tecnológico de Massachusetts: equipos de realidad virtual, monitores y mucho, mucho cable: la presencia de tantas personas con equipos de realidad virtual imposibilita que los captores de movimiento adheridos al cuerpo sean inalámbricos.
Li (Granada, 1964) ya dirigió un espectáculo ‘bailado’ por máquinas (Robots!, 2013) y una película para dispositivos de visión de 360 grados. Le bal de Paris es un paso lógico en su obsesión tecnológica. “Tenía ganas de reinventar la realidad virtual en forma de espectáculo y que el público fuese una presencia real, pudiese ver, sentir y comunicarse con los bailarines. Es decir: compartir el espacio escénico en un mundo virtual”, resume Li.
Decir que Le bal de París rompe la cuarta pared es quedarse corto. En cuatro espacios separados se viven literalmente escenas fantásticas donde espectadores y bailarines interactúan durante 40 minutos. En cada zona entran 10 espectadores y 3 bailarines para un total de 40 espectadores y 12 bailarines por sesión. Es una versión reducida, adaptada los tiempos (y distancias) de la era COVID-19.
Cada espectador se coloca un casco de realidad virtual y un arnés que lleva un ligero ordenador en la espalda del que salen cuatro cables que conducen a los conectores colocados como pulseras y esclavas en las cuatro extremidades. Entonces, comienza la inmersión y el espectáculo. El espectador muta en avatar dentro de un escenario onírico. Va vestido de gala y su cabeza es una máscara de un animal (“me parecía aburrido utilizar rostros humanos”, dice la creadora). Bailarines le rodean y le conducen a través de fantasías recreadas donde se percibe la profundidad del espacio, altura o movimientos de plataformas o elevadores.
“Es la primera experiencia del mundo que se hace de estas dimensiones”, presume Li. “Al entrar te encuentras en una sala con el vestuario en una especie de vitrina y cada espectador elige su imagen para la historia. Ha sido creado por Chanel: es la primera colección de alta costura virtual”, dice con una sonrisa. "Como todos llevan equipos de RV, dentro de la historia percibes al resto de participantes con su avatar y es imposible chocar con ellos".
Li ha contado con colaboradores habituales: su hermano, el compositor Tao Gutiérrez, es autor de la música original, y el artista gráfico y diseñador de narrativas para realidad virtual Vincent Chazal es responsable del envoltorio visual. El estudio Backlight, especializado en realidad virtual y videojuegos, aporta su experiencia tecnológica.
Del gran salón de baile al cabaret
Nombrada directora de los Teatros del Canal en noviembre de 2019, su labor al frente del buque insignia de las artes escénicas de la Comunidad de Madrid apenas pudo despegar con los obligados cierres de la pandemia. Su intención es dar cabida a todo el espectro de las artes escénicas, desde las nuevas narrativas a lo más clásico. Y ofrecer a los creadores el apoyo que ella, cuya carrera como figura mundial despegó en Francia, no tuvo en sus comienzos en España.
Al margen de su trabajo como gestora, Li ha volcado su energía creativa de los últimos años en Le bal de Paris. “Lo he tratado como un espectáculo normal y le he dedicado la misma energía al decorado virtual que a la estructura del libreto, diseño de coreografías. Es una historia de amor, como un musical. Todo se cuenta con actuaciones y diálogos. El primer acto sucede en un gran salón de París, pero los personajes principales deciden seguir la fiesta en un jardín y acabamos en París en un pequeño cabaret”, describe sobre la trama que cada espectador experimenta.
Li llama al espectáculo la ‘versión pandémica’ de su proyecto. La original incluía más bailarines, más espectadores y, sobre todo, interacción física entre ellos. Todo ello fue eliminado durante la accidentada producción. A cinco días del estreno en noviembre en París, en el Chaillot – Théâtre national de la Danse, Francia decretó el cierre de teatros.
“Lo más increíble es que Madrid es de las únicas ciudades del mundo con la cultura abierta. Somos la envidia de la cultura de muchos países y es un honor y un placer para mí dirigir este teatro y esta obra. Por la pandemia hemos eliminado la interacción real, pero sigue siendo una invitación a bailar mágica y bonita. Tenemos que aceptar esta situación, seguir con los proyectos, y seguir creando”, concluye.