Dos personas mueren cada día por accidentes laborales
- En España, más de 540 personas han muerto en accidentes de trabajo desde enero hasta octubre
- Se producen 3.700 accidentes de este tipo y las comunidades con más fallecidos son Andalucía y Cataluña
Si el inicio del siglo XXI arrancó con un descenso de las muertes en el trabajo, a partir de 2012 las cifras volvieron a crecer. En parte, porque han cambiado algunos criterios en la manera de registrar estos accidentes. Por ejemplo, desde 2016 se empezaron a contabilizar todos los fallecimientos a consecuencia de un accidente en el trabajo posterior a la fecha del siniestro y hasta un año.
Además, desde el 1 de enero de 2019 los autónomos están obligados a cotizar por contingencias profesionales de accidente de trabajo y enfermedades profesionales y, por lo tanto, también entran en las estadísticas. Sin embargo, estos cambios no explican este aumento de la accidentalidad laboral de los últimos ocho años.
Noelia Gallardo que perdió a su compañero hace un año en la Azucarera de Jerez, considera que detrás de los accidentes hay una falta de recursos. "Los accidentes laborales con secuelas irreversibles como son los fallecimientos o secuelas que impiden que puedas hacer una vida normal son consecuencia de falta de seguridad en el trabajo, falta de medios, falta de inversión por parte de las empresas, falta de concienciación de los grupos políticos, independientemente del tipo y del nombre que tengan”, señala Noelia.
La precariedad y el tamaño de la empresa están relacionadas con el riesgo de sufrir un accidente para el presidente de la Asociación de Víctimas de Accidentes Laborales (Avaela), Miguel Cruz. Considera que "el problema está también muy relacionado con la calidad del trabajo que hay en este país; cuanto más pequeña es la empresa, más peligro tiene, menos cubierta está la persona que trabaja. Cuanto más precaria es tu situación, más problemas hay en cuanto a formación y prevención; digamos que transiges más en que tus condiciones laborales vayan empeorando”, asegura Cruz.
Aunque cualquier trabajador de cualquier sector corre el riesgo de sufrir un accidente, hay oficios donde se está más expuesto. Uno de los sectores más peligrosos es, obviamente, la minería. Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en la minería, que representa el 1% de la fuerza de trabajo mundial, se dan el 8% de los accidentes mortales.
Sin embargo, a día de hoy, los mineros no están dispuestos a aceptar que su seguridad no esté del todo garantizada. Como asegura el delegado de UGT en las minas de Iberpotash en Catalunya, Javier Yélamos, “no podemos decir que por ser minero tengo que tener unas condiciones de más riesgo que otro trabajador que puede estar en superficie”. Javier conoce de cerca esta fatalidad, ya que este año ha perdido a dos compañeros en Sallent, en Barcelona.
¿Existen los trabajos de riesgo cero?
En el otro extremo, existe la percepción de que hay trabajos sin riesgo, como podrían ser los relacionados con el cuidado de las personas, a los que se les atribuye poco peligro. Sin embargo, son tareas que causan lesiones musculares que, en general, ni siquiera están consideradas enfermedades profesionales.
Las asociaciones de víctimas de accidentes laborales, como la ya citada Avaela, o como la constituida este mismo mes de septiembre en La Rioja, Plataforma 28 de Abril: Stop Accidentes Laborales, reclaman más concienciación social. Denuncian especialmente el calvario de quienes sufren un accidente: no solo se deben tener en cuenta las consecuencias físicas, sino que también se deben considerar las secuelas psicológicas e incluso los procesos judiciales.
En muchos casos, entre el suceso y la conclusión de la investigación y la resolución del expediente administrativo pueden transcurrir más de cinco años. Durante este periodo, en la mayoría de ocasiones las víctimas tienen que hacer frente a diferentes procesos sociales y penales para que se depuren responsabilidades o para lograr el reconocimiento de incapacidad.
Desde Avalea reclaman que se invierta en prevención para evitar estas cifras de siniestros.“Se piensa en la prevención como un gasto, cuando lo que realmente deberíamos pensar es que la prevención es una inversión”, concluye Miguel Cruz.