La Puerta del Sol despedirá vacía un aciago 2020
- La pandemia del coronavirus interrumpe una costumbre centenaria que también dejará a la capital sin fiestas de cotillón
- Ni la "gripe española" ni la Guerra Civil impidieron la celebración de la Nochevieja en la Puerta del Sol de Madrid
El año 2020 se despedirá de un modo insólito con la emblemática Puerta del Sol madrileña completamente vacía. Es la primera vez en más de cien años que no habrá nadie comiendo las doce uvas de la suerte en una plaza abarrotada al ritmo de las campanadas con las que se cierra un año aciago y se abre otro esperanzador.
El COVID-19 se ha cobrado la vida de más de 50.000 españoles desde marzo. Los contagios siguen creciendo, incluso con nuevas versiones del virus llegados del Reino Unido, y los expertos no descartan una tercera ola a pesar de que ha comenzado la vacunación. La imagen de la Puerta del Sol vacía la Nochevieja del coronavirus pasará a formar parte del imaginario colectivo de los españoles.
No habrá ni madrileños ni foráneos en la calle este 2020. La pandemia obligará a comer las uvas en casa por la prohibición de la Comunidad de Madrid de celebrar las campanadas en la calle.
Minutos antes de dar la bienvenida a 2021 habrá una actuación del músico Nacho Cano que consistirá en una sola canción. El acto forma parte de un homenaje a los afectados por la pandamia del coronavirus impulsado por el Ayuntamiento de Madrid, han señalado fuentes municipales.
"Este 31 de diciembre, antes de las uvas más especiales de las últimas décadas, habrá en Sol un homenaje a los afectados por la COVID. Agradezco a Nacho Cano su iniciativa. Madrid siempre vuelve", ha escrito en Twitter el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida.
El Ayuntamiento de Madrid ha recalcado que es la segunda actuación en público de Nacho Cano desde que se disolvió Mecano, hace 28 años, tras la que protagonizó en la boda de los entonces príncipes Felipe y Letizia
Controles policiales
Para cerciorarse de que no acuda nadie a la Puerta del Sol con motivo del fin de año, la Policía Municipal pondrá un doble perímetro de control y vaciará de gente el kilómetro cero antes de las 22:00 horas de este miércoles por las 'preuvas' y del jueves, día de Nochevieja.
Los agentes también prestarán especial atención a las fiestas en domicilios -donde continúa la limitación de reuniones a seis personas- y en los locales, otro clásico donde seguir la fiesta tras despedir el año vetado en esta ocasión.
Esta Nochevieja será atípica en Madrid también por la ausencia de cotillones debido al cierre de discotecas y bares de copas, que con motivo de la pandemia tan sólo pueden operar como establecimientos de hostelería y con horario limitado, hasta las 00:00 horas.
La asociación Noche Madrid calcula 55 millones de pérdidas esta Nochevieja, en la que apenas 500 locales de ocio de la región de más de 2.500 abrirán por la tarde el último día del año, lo que supondrá un descenso considerable en la clientela (de 1.200.000 madrileños y turistas a alrededor de 100.000 personas).
"Somos el sector al que nos ha partido un rayo porque somos el sector que celebraba la Nochevieja", dice Vicente Pizcueta, portavoz de la asociación.
Una tradición ininterrumpida
La imagen que esta Nochevieja retransmitirán las televisiones, de una Puerta del Sol vacía cuando suenen las doce campanadas del reloj de la Real Casa de Correos, será insólita desde que hace más de un siglo comenzó la tradición de tomar allí las uvas de la suerte.
Comer uvas en Nochevieja fue una costumbre importada de Europa que ya estaba de moda en los salones madrileños de 1893 -aunque se solían comer tres uvas-, y, poco a poco, se extendió entre las clases populares hasta que en 1901 nutridos grupos de madrileños festejaron el fin de año de esa forma en la Puerta del Sol.
La pandemia de la mal llamada gripe española de 1918 no impidió la celebración. Tampoco "el huracán y la lluvia torrencial que azotó Madrid el 31 de diciembre de 1930", según relata a Efe el historiador José Miguel Muñoz de la Nava Chacón, del Museo de Historia de Madrid, ya que apenas una hora antes de medianoche mejoró la situación y 1931 fue recibido con gran algarabía.
El comienzo de la Guerra Civil tampoco evitó que muchos madrileños acudiesen a la Puerta del Sol a tomar las uvas, aunque en la Nochevieja de 1936 la celebración fue distinta a todas las anteriores. Además de que el reloj estaba deteriorado por el estallido de una bomba en la calle Mayor durante el otoño anterior, al sonar las campanadas las tropas rebeldes asentadas en la Casa de Campo lanzaron desde el cerro de Garabitas doce proyectiles sobre la Puerta del Sol.
Con todo, y pese al riesgo que suponía la concentración de ciudadanos en un mismo punto, durante el resto de la guerra hubo madrileños que continuaron celebrando esta tradición en la Puerta del Sol.
Sin la popular San Silvestre vallecana
Otro ritual de Nochevieja perdido por la pandemia es la celebración de la carrera popular San Silvestre Vallecana por las calles de Madrid.
La profesional se disputará a "puerta cerrada" en las amplias avenidas colindantes a la Ciudad Deportiva del Rayo Vallecano y estará acotada a la élite y a corredores con tiempos inferiores a 34 minutos en 10 kilómetros para los hombres y 40 minutos para las mujeres.
La imagen de esa popular competición reducida a los mejores atletas quedará en el imaginario colectivo, junto a las campanadas sin gente y la ausencia de cotillones, como resumen de un año en el que, con la última uva, los 'españolitos' haremos, seguro, algo a la vez: encomendarnos a 2021 (y las vacunas) para recuperar todos los ritos perdidos.
El reloj, preparado para el silencio
Jesús López Terradas lleva desde el año 1996 a cargo del mítico reloj de la Puerta del Sol. Ha explicado a los periodistas que, en lo que se refiere a la preparación, la única diferencia, en relación con otros años, es el sonido. "Otros años hay que prepararlo todo para que se escuche bien en la plaza, pero este año no hay que hacer nada de eso", ha señalado.
En este sentido y para garantizar que todo salga bien, tanto Jesús López, como los otros dos relojeros que se encargan del mantenimiento, vivirán, como cada año, la Nochevieja junto al reloj. "Tenemos que estar aquí porque si ocurre alguna cosa no prevista hay que corregirla, hay 47 millones de personas mirando la televisión y no podemos estar en casa comiendo las uvas", ha concluido López.