Estados Unidos, la radicalización de una extrema derecha enardecida por Trump
- El asalto al Capitolio culmina una legislatura de polarización política
- Grupos de ultraderecha, conspiranoicos y los partidarios más radicales de Trump obedecieron su llamamiento
Una turba asaltó este miércoles el Capitolio de Washington, sede del Poder Legislativo de Estados Unidos, formado por el Senado y la Cámara de Representantes. El suceso, inédito en la historia de la democracia más antigua del mundo, ha causado un fuerte impacto nacional e internacional, pero no ha logrado evitar que el vencedor de las elecciones, Joe Biden, sea ratificado como nuevo presidente.
Entre quienes sobrepasaron la barrera policial y penetraron en el interior de la sede de la voluntad popular había hombres y mujeres, la mayoría sin mascarillas, muchos con banderas estadounidenses, otros con la de la Confederación, mayoritariamente blancos pero también algún afroamericano. Todos tenían en común una cosa: eran firmes partidarios de Donald Trump y seguían la consigna de su líder, que les había animado horas antes a "marchar" hacia el Capitolio para evitar que les "robaran" una victoria electoral que no existe.
Los seguidores más radicales de Trump se dieron cita en Washington
Trump había llamado a sus seguidores a acudir a Washington el día en que el Congreso tenía previsto ratificar la decisión del colegio electoral de nominar como presidente a Biden. Para escuchar al aún presidente acudieron miles de personas de fuera de Washington (la capital es un conocido feudo demócrata).
Entre ellos, hombres armados, miembros del grupo de extrema derecha conocido como los Proud Boys. Trump se dirigió a este grupo supremacista blanco durante uno de los debates electorales y les pidió "dar un paso atrás y esperar", lo que provocó una agria polémica que le obligó a rectificar poco después.
También acudieron seguidores de Qanon, un grupúsculo de conspiranoicos que creen, entre otras cosas, que los demócratas dirigen una red de pedófilos. Es el caso de Jake Angeli, el hombre con gorro de bisonte cuya imagen en el interior del Capitolio ha dado la vuelta al mundo.
Como cuenta Alex Segura, de Efe noticias, quien le entrevistó en noviembre, Angeli se identificaba como miembro de Qanon y participó en las concentraciones ante el centro de votación de Maricopa en Fénix (Arizona) los días posteriores a las elecciones, mientras se contaban los votos y Trump denunciaba fraude. Su intención, decía, era "defender los votos de Trump en Arizona" mediante la "desobediencia civil".
Gente como los Proud Boys, Qanon y quienes ven en Trump a su líder natural (las gorras con el lema "Make America Great Again" eran otro de los complementos más habituales entre la muchedumbre que entró en el Capitolio) son la base militante en la que se apoya el presidente, pero no representan a la totalidad de votantes que le llevó a la victoria en 2016.
“Esto no es EE.UU., son centenares o miles de personas, pero no representan a los republicanos que votaron a Trump“
"Esto no es EE.UU., son centenares o miles de personas, pero no representan a los republicanos que votaron a Trump", ha asegurado en RNE José Antonio Gurpegui, catedrático de Estudios Norteamericanos de la Universidad de Alcalá de Henares. "El votante republicano normal, sin extremismos, está abochornado ante estos acontecimientos", añade.
Áurea Moltó, directora de la revista Política Exterior, también apunta a que "una parte de la Policía simpatiza con la extrema derecha", lo que podría explicar que no se cargara contra los asaltantes. "Si hubiera sido una manifestación de mujeres o activistas negros, no se hubiera llegado a esto", considera.
Fruto de años de polarización
El asalto al Capitolio, que Biden ha calificado de "ataque a la democracia" e "insurrección", ha dejado imágenes nunca vistas y ha provocado la unánime condena internacional. Sin embargo, aunque chocante, podía esperarse que ocurriera algo parecido.
Trump llegó al poder como un outsider, con un lenguaje agresivo, sin respetar las formas de la política estadounidense y echando mano de la mentira y los bulos. Durante su mandato, la sociedad estadounidense se ha polarizado, la extrema derecha ha emergido con fuerza y se han visto airadas protestas reprimidas con fuerza, como las marchas antirracistas de Black Lives Matter. Y el final de su legislatura no ha sido menos: en lugar de reconocer su derrota y felicitar al ganador, como manda la tradición, Trump se ha enrocado con falsas alegaciones de fraude, reiteradas hasta este mismo jueves, en el comunicado en el que ha prometido una "transición ordenada".
"Son muchos los factores que han llevado a este punto totalmente inédito en la democracia más vieja del mundo - explica José Antonio Gurpegui - Es la culminación cuatro años de mentiras, destituciones y complicidad por activa o pasiva de otros agentes sociales y políticos", como los medios de comunicación afines o los propios dirigentes republicanos, que "por no transmitir una imagen de división no se han opuesto con la rotundidad que deberían".
Por su parte, Jaume Duch, portavoz de Comunicación del Parlamento Europeo, considera que lo ocurrido en Washington es el resultado de "años de engañar a gente, de no respetar las reglas y de apelar a los bajos instintos". "Es muy peligros hacerlo desde fuera del poder y todavía más desde dentro", advierte.
Áurea Moltó también cree que los líderes republicanos han "jugado con fuego" al apoyar a Trump hasta el último momento para apropiarse "de algo del evidente capital político" del presidente. Sin embargo, Moltó retrotrae el origen de la división actual de la sociedad estadounidense a los años del gobierno de Barack Obama, con la "implosión del Partido Republicano y la aparición de movimientos como el Tea Party", que cuestionaban incluso la legitimidad del gobierno elegido democráticamente.
También entonces comenzó el alejamiento del Partido Demócrata de la clase obrera blanca, que ahora en parte nutre las filas del trumpismo.
“Los que asaltaron el Capitolio representan una minoría, pero a Trump no le apoya una minoría“
"Los que asaltaron el Capitolio representan una minoría, pero a Trump no le apoya una minoría - puntualiza Moltó- sino más de un tercio de los votantes", entre los que hay millonarios pero también "desheredados, excluidos del sistema" y "grupos radicalizados". Uno de los retos de la próxima administración, encabezada por Biden y Kamala Harris, será "restituir la convivencia" y acabar con la ruptura social.
No será fácil, advierte Anna Bosch, periodista de TVE y excorresponsal en Washington. "Hay un elemento nocivo de odio en la sociedad americana que va a tardar mucho en desaparecer - ha explicado en TVE - Hoy con los medios que hay es muy fácil alentar la visceralidad, y luego es muy difícil calmarla".