El temporal pone en una situación extrema a las personas sin hogar: "Cuando vi que no paraba de nevar, me puse a llorar"
- Más de 30.000 personas viven en la calle en España, según los datos de la fundación Hogar Sí
- Madrid ha habilitado varias estaciones del Metro por la noche para que sean atendidas por el Samur Social
- Sigue la última hora del temporal en directo
"Me encontré a Francisco mientras paseaba en la Casa de Campo, sentado sobre sus cartones y rodeado de nieve. Le dije que no podía seguir a la intemperie porque podía morir congelado y me preguntó: '¿Cómo puedo ponerme a salvo?'", relata Millán, voluntario que atiende a personas sin hogar. Enseguida llamaron al Samur Social y en 20 minutos le gestionaron una plaza, no podían recogerle, pero se fue en metro y ahora se encuentra alojado en uno de los albergues. “El problema es que Francisco no tiene un teléfono para llamar, ni la información y no sabe a quién acudir”, explica.
Las personas sin techo son siempre las más invisibles. La llegada de la borrasca Filomena ha puesto en alerta a instituciones y entidades no gubernamentales para atender a todos aquellos que no tienen un hogar, acceso a comida o ropa de abrigo, sobre todo, ante lo que está por venir: la nieve dejará paso a ola de frío intenso a partir de esta madrugada con temperaturas de -10º.
“Desde la noche del jueves hasta el sábado hicimos rutas de emergencia para avisar a la gente de lo que estaba pasando y lo que iba a pasar”, asegura Esperanza Vera presidenta de Bokatas, un proyecto de acción directa basado en ofrecer bocadillos a las personas sin techo y, a partir, acompañarles y crear un vínculo con ellos.
Desde esta entidad denuncian que “se sabía que iba a hacer mal tiempo y creemos que tenía que haber un plan de emergencia. Estamos dando una respuesta, pero creo que hay una parte de responsabilidad pública”, dice Vera.
En España se calcula que más de 30.000 personas viven en la calle, según los datos de la fundación Hogar Sí .Las noticias sobre las personas sin hogar que han perdido la vida por la borrasca de nieve y frío causan “muchísimo dolor y mucho agobio”, confiesa Vera. Siente mucha impotencia.
“Me da mucho miedo y tengo la sensación de frustración. Hay personas que están en extrema vulnerabilidad. La calle se cobra muchas vidas”, afirma y recuerda que hay gente que no quiere abandonar las pocas pertenencias que tienen por miedo a perder el sitio.
Estaciones de Metro como refugio por la noche
Desde el Ayuntamiento de Madrid, el delegado del Área de Gobierno de Familias, Igualdad y Bienestar Social, José Aniorte, explica a RTVE.es que el plan de emergencia se inició “tres días antes del temporal de nieve. Habíamos activado la campaña del frío para estas situaciones. Pusimos 157 nuevas plazas en los albergues por lo que ahora tenemos en total unas 665”.
Samur Social ha estado patrullando las calles para informar a todas las personas sin hogar. Aseguran que se habilitaron cuatro estaciones de metro por la noche en el centro de la capital (Atocha, Tirso de Molina, Ópera y la Latina) porque la ciudad estaba bloqueada y la gente no se podía desplazar. Ha sido también una alternativa para quienes son reacias a acudir a los albergues. Allí durmieron esta madrugada una treintena de personas a quienes solo se les permite refugiarse por la noche.
Se esconden de la nieve y son aún más invisibles
“Yo localicé a cuatro hombres que viven cerca de mi casa y no sabían qué recursos se habían habilitado. Muchos están en espacios poco accesibles y les alerté. Las entidades y los voluntarios hemos ido informándoles estos días persona por persona”, expone Marian Bardal, coordinada del colectivo contra la exclusión de Acción en Red.
“Mucha gente está escondida del frío y de la nieve. Nuestra percepción es que todo ha sido caótico. Las personas sin hogar no solo son las más vulnerables, sino que son las más olvidadas”, asegura la coordinadora de esta entidad que durante todo el año trabaja con las personas sin techo. En las paradas de metro solo se les permite pasar la noche. Desde Bokatas aseguran que la situación es preocupante y que se suma a la pandemia. “Muchos no quieren contagiarse de la COVID-19”, afirma la presidenta de la entidad.
Miren, voluntaria en Samur Social, cuenta ha estado anoche en la parada de metro de La Latina para repartir mantas y sopa caliente. Nicolás, otro voluntario, preparó en la tarde de ayer un termo grande con caldo y lo llevó con alguna manta al metro de Ópera.
“Cuando vi la nieve me puse a llorar y pensé: ¿Qué voy a hacer con mi vida?”
Gabi atiende a RTVE.es desde el baño desde la nave de un polígono industrial de la periferia de la capital, donde se aloja desde el 7 de enero. “Lo que estoy viviendo no se lo deseo a nadie", comienza su relato.
Nació en Rumanía, pero lleva en España desde 2008. “Vivía con mi pareja en Santander, pero falleció en un accidente de tráfico. Trabajábamos y teníamos alquilado un piso. Estuve trabajando como ayudante de cocina ocho años, pero me despidieron y me encontré con que me habían dado de alta solo tres años”, explica. Gabi decide venir a Madrid, después de estar dos años intentando rehacer su vida en el norte. “Estuve en casa de conocidos, pero un día me encontré con todas mis cosas en la puerta y tenía que marcharme”, añade.
Vino a Madrid hace dos meses, sin dinero, para buscar trabajo. Por la noche dormía entre cartones en la plaza Santo Domingo. Pasó días sin comer nada hasta que se cruzó con Bokatas: “Me dieron un bocadillo, caldo y dos mantas”. Además, le explicaron cómo podía acudir pedir ayuda. Por eso logró pernoctar en un albergue hasta el día de Reyes.
“El día 6 volví a la calle y una señora muy maja a las tres de la madrugada llamó a servicios sociales y me vinieron a buscar.” Tuvo algo de suerte porque había comenzado la campaña del frío y se habían ampliado el número de plazas. “Pude dormir desde las doce de la noche hasta las siete de la mañana. Mi cama es la número 45 de las 150 camas que hay en esta nave”, asegura.
“La calle se cobra muchas vidas todos los días del año”
No les dejan llevar ropa por miedo a contagios de coronavirus. “A veces nos dan el desayuno. Hoy aún no ha llegado por la nieve, pero yo me había guardado un poco de pan de ayer”, cuenta satisfecho. De día suelen llevarlos en autobuses al centro de Madrid “para buscarnos la vida” y el jueves por la mañana se metió en la tienda de Toni.
Iba poco abrigado. Hablando con Toni “me dio una chaqueta, esta que llevo en la foto, calcetines y me invitó a comer a su casa. Allí también me duché porque aquí en la nave no podemos ducharnos”.
Ahora están atrapados y cuenta que tiene “las zapatillas mojadas y hace mucho frío.” Gabi dice que no le causó ninguna ilusión la llegada de la nieve. “Cuando vi que no paraba de nevar me puse a llorar y pensé: ¿qué voy a hacer con mi vida? ¿qué va a pasar con mi futuro? Estoy en esta ciudad solo. Solo conozco a Toni”.
Se alegra de haber encontrado un amigo. Cuando le da las gracias siempre le responde: “Lo que te pasa a ti puede pasarme a mí y a cualquiera”. Gabi solo necesita un trabajo para dejar la calle. “Quiero volver a tener mi propia vida”, sentencia.
Las entidades exigen que el sinhogarismo no solo se relacione con el frío. “La calle se cobra muchas vidas todos los días del año”, denuncia Vera. Muchas personas mueren por “delitos de odio, violencia física. Afecta a su salud mental y física. Hemos enterrado a muchas personas por el frío y por otras tantas causas”, lamenta.