La ocupación de las UCI roza lo peor de la anterior oleada mientras sigue al alza
Tres o cuatro días. Es lo que tardará la ocupación hospitalaria provocada por la tercera ola de COVID-19 en superar el pico de ocupación de la segunda ola en toda España si continúa, como se prevé, el actual ritmo de ingresos. El impacto ya es notorio en los hospitales: ampliación de zonas COVID, expansión de camas UCI y aplazamiento de cirugías no urgentes. "Bastantes hospitales están demorando parte de la actividad no-covid, sobre todo las cirugías que requieren de una UCI en el posoperatorio", avisa Ricard Ferrer, presidente de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias.
La curva de hospitalizaciones asciende imparable y en todo el país hay actualmente 19.657 pacientes ingresados con COVID-19, 2.953 en cuidados intensivos. Son cifras ya cercanas a los 21.051 ingresados, 3.156 en UCI, registradas el 11 y 16 de noviembre respectivamente, según los datos del Ministerio de Sanidad.
“Es muy posible que esta incidencia acelerada que tenemos se estabilice, pero podría ser que no: podrá haber en los 10-15 próximos días un crecimiento en la ocupación de hospitalaria y UCI y eso habrá que sufrirlo”, alertaba el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón.
Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Canarias y Murcia, de hecho, ya han superado el pico de pacientes en UCI de la segunda ola, mientras que otras como Cataluña o la Comunidad de Madrid se encuentran cerca de cruzar ese umbral.
El crecimiento es insostenible si se quiere evitar el regreso al monopolio de la COVID-19 en los hospitales: en España hay casi 800 pacientes críticos más que hace un mes y en Cataluña, Comunidad Valenciana o La Rioja los enfermos de COVID-19 suponen más del 40% del total (a partir del 25% se considera riesgo extremo). “Si vamos abriendo el plan de contingencia, eso tiene su repercusión sobre la actividad quirúrgica”, detalla Javier Pinilla, director de asistencia hospitalaria de La Rioja.
Segunda y tercera ola son tan consecutivas que comparten pacientes, dada la larga estancia de los ingresos en UCI. Y como la curva de hospitalizaciones de la segunda ola nunca llegó a descender, sino que se consolidó en una meseta, la tercera ola podría alcanzar cifras mucho más preocupantes.
“Los hospitales no se pueden extender hasta el infinito y hay que controlar la transmisión, porque si se siguen produciendo ingresos hay riesgo de que se produzca un colapso”, opina Pedro Rascado, coordinador del Plan de Contingencia de las UCI frente al COVID-19 de la Sociedad Española de Medicina Intensiva.
“No es una tercera ola porque nunca se bajó la segunda”
El debate sobre si las medidas actuales son suficientes o si necesitamos confinamientos más duros como el de Reino Unido –que ya ha comenzado a doblegar su curva de contagios- es público. “No es una tercera ola porque nunca se bajó la segunda. Si no se interviene eficazmente con medidas restrictivas y drásticas, posiblemente sea peor”, explica la epidemióloga Pilar Serrano. “Sin medidas drásticas, iremos hacia un confinamiento domiciliario”.
La Sociedad de medicina intensiva de la Comunidad de Madrid ha señalado que la ocupación es camas de UCI médicas es del 90 % si se toma como referencia el número disponible anterior a la pandemia e insta a tomar “medidas urgentes más drásticas” para disminuir los contagios entre la población y “amortiguar el ascenso de la curva de ingresos”.
Ante la ausencia de esas medidas drásticas, otros expertos, como la viróloga del CSIC, Margarita del Val, apelan casi desesperadamente a la responsabilidad ciudadana, abogando por un confinamiento "responsable de diez" de la población.
¿Cuándo tendrá impacto la vacuna?
Entre tanta perspectiva sombría, los sanitarios solo tienen dos aspectos positivos que destacar. Primero, que la temida coincidencia de la gripe (y otras infecciones respiratorias) ni está ni se le espera. Las medidas restrictivas y el uso de mascarillas han dejado fuera de combate a enfermedades que tensionaban cada año el sistema sanitario, lo que no hace sino resaltar la extraordinaria capacidad de transmisión del SARS-CoV-2.
Y, en segundo lugar, el golpe anímico que supone el inicio de la campaña de vacunación. La administración ya de 676.186 dosis de la vacuna de Pfizer en España abre un horizonte de esperanza. El mundo mira a Israel, el país que ha vacunado ya al 25% de su población y donde un estudio preliminar sugiere que la campaña ya podría haber provocado una reducción del 33% en la tasa de contagios entre los vacunados.
Pero más allá de la transmisión, Sanidad considera la vacunación podría tener un impacto "en una o dos semanas" un "impacto importante" en la letalidad de la COVID-19, puesto que las personas mayores en residencias representan uno de los grupos más vulnerables de la pandemia, según defendió Fernando Simón en rueda de prensa.
Letalidad al margen, la campaña todavía no tendría impacto en el grueso de hospitalizados, que no pertenecen en su inmensa mayoría al primer grupo de vacunación. Y la ansiada inmunidad de grupo vía vacunación no llegará antes del verano, según expertos Mónica Cañelles, inmunóloga del CSIC.
Mientras, Sanidad sigue descartando el confinamiento domiciliario, para el que de todas formas se necesitaría una modificación de estado de alarma, ya que el actual decreto no permite a las comunidades autónomas imponer esa restricción total de la movilidad.