Pacientes no COVID, las víctimas colaterales de la tercera ola y el colapso sanitario
- La depredación de recursos sanitarios por parte de la pandemia está afectando gravemente a la atención de otras patologías
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No ha habido tregua. Sin tiempo para aplanar la curva anterior, la tercera embestida de la pandemia ha dinamitado de nuevo los cimientos de un sistema sanitario exhausto, transformando otra vez la ola de contagios en una montaña vertical. En los últimos quince días, las hospitalizaciones en España han aumentado más de un 80%, mientras que los ingresos en UCI se han incrementado más de un 60%. En algunas comunidades autónomas, la ocupación hospitalaria ha alcanzado los niveles de las semanas iniciales de la pandemia, las más oscuras, y el sistema asistencial ha vuelto a asomarse al abismo del colapso.
Respiradores ya no van a faltar, pero la ampliación de camas para enfermos críticos tiene un coste sanitario muy alto. La atención a enfermos COVID está consumiendo una gran parte de los recursos disponibles, lo que está afectando gravemente a la atención de otras patologías. Aunque la incidencia es desigual en los diferentes territorios, casi un 21% de las camas hospitalarias españolas se están destinando a una única enfermedad. Un porcentaje insólito. Y en cuanto a ocupación de camas UCI, la situación es aún peor: más de un 36%, contando con esa ampliación que se realiza a costa de disminuir la cobertura de otros servicios sanitarios básicos.
“El número de operaciones quirúrgicas en espera superaría con creces el millón. “
El deterioro acumulado afecta a todo el sistema, comenzando por el primer eslabón, una atención primaria saturada desde hace meses. Y el resto de la cadena también se ha visto afectado: médicos de cabecera, especialistas, pruebas diagnósticas, quirófano... "La situación actual es catastrófica", califica Antonio Cabrera, secretario general de la Federación de Sanidad de CC.OO., quien afirma que "el problema es que prácticamente estamos atendiendo COVID en exclusiva. Todas las demás enfermedades están quedando en segundo plano, y tiene que haber un día después".
Para Cabrera, la depredación de recursos sanitarios por parte de la pandemia, tanto materiales como humanos, puede apreciarse con total claridad en las listas de espera quirúrgicas, que se han disparado hasta niveles inasumibles. Aunque no existen cifras oficiales, ya que ni el Ministerio de Sanidad ni las consejerías autonómicas ofrecen información al respecto, los datos que manejan desde su sindicato son abrumadores: "A nosotros nos consta que se supera con creces el millón de operaciones quirúrgicas en espera".
Retraso en las intervenciones
La demora en los quirófanos representa un problema sanitario de primera magnitud, y por eso desde el ámbito de la cirugía se lucha por minimizar todo lo posible el impacto de la pandemia en las operaciones quirúrgicas esenciales. "Ahora mismo estamos mal. En muchos hospitales de España, como el mío, el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, se están suspendiendo intervenciones, pero estamos siendo muy estrictos en intentar mantener toda la cirugía urgente y toda la cirugía oncológica, además de lo benigno preferente, que sabemos que si no se opera, en unos meses puede tener un impacto negativo en la calidad de vida de los pacientes", afirma a RTVE.es Salvador Morales Conde, presidente de la Asociación Española de Cirujanos.
“En muchos hospitales de España se están suspendiendo intervenciones quirúrgicas. “
Aquí, el mayor escollo no es la congestión de los quirófanos, sino la disponibilidad de camas. ¿Cuál es el principio que rige en este momento las intervenciones quirúrgicas? Básicamente, uno: si hay camas disponibles, tanto de hospitalización convencional como de UCI, se opera. Pero la ocupación está tan disparada, que a veces no las hay. "Si no tenemos camas porque está todo bloqueado, tenemos que buscar la manera de seguir operando, y por eso hacemos un llamamiento a todas las entidades para que los recursos sean globales entre sanidad pública y privada. Tenemos que aunar esfuerzos entre toda la sociedad para luchar contra la situación que estamos viviendo", reclama Morales Conde.
"Nuestra filosofía ahora mismo es que la urgencia hay que sacarla adelante como sea. Hay que decirle al paciente que, si cree que lo necesita, siga yendo a urgencias, que no aguante en casa, porque podemos meternos en otro problema de aumentar los casos complejos", continúa, destacando que "al paciente COVID hay que atenderlo, pero también al no COVID. Tenemos que ponerlo al mismo nivel y seguir luchando por mantener los circuitos diagnósticos".
El riesgo de enfermos cardiovasculares crónicos
Durante la primera ola, muchas personas con otros síntomas que no eran de COVID-19 se resistieron a acudir a urgencias por miedo a contagiarse. Y esta falta de atención se tradujo en un agravamiento de su enfermedad, cuando no directamente en fallecimientos. Un problema que afectó de manera especial a pacientes con dolencias coronarias, aunque se trató de un hecho puntual. "De momento, no lo estamos detectando. No se observó en la segunda ola y no creo que se observe en esta tercera. Lo que sí que se está empezando a producir es ya la desprogramación de pacientes, de intervenciones y de exploraciones o consultas", expresa a RTVE.es Ángel Cequier, presidente de la Sociedad Española de Cardiología.
“Por cada persona que fallece de COVID, hay entre cinco y seis que lo hacen por problemas de corazón. “
La saturación hospitalaria se ha traducido en una reducción de las intervenciones de riesgo bajo programadas para pacientes cardiológicos, que han comenzado a posponerse en algunas comunidades autónomas. "Estamos en el inicio de lo que puede ser peor, ya que el impacto puede aumentar a medida que crezca el número de pacientes hospitalizados por COVID", indica Cequier, quien explica que actualmente se están retrasando "hasta tres semanas" intervenciones de pronóstico menos grave, como exploraciones, electrocardiogramas o algunos tipos de cateterismo. Sin embargo, deja claro que las operaciones "absolutamente urgentes" se están priorizando y llevando a cabo con relativa normalidad.
Las enfermedades cardiovasculares representan la principal causa de muerte en España. Según datos que maneja la Sociedad Española de Cardiología, por cada persona que fallece de COVID, hay entre cinco y seis que lo hacen por problemas de corazón. "El retraso en la asistencia de pacientes que tienen ya enfermedad cardiovascular crónica, o la limitación a esta asistencia, les está impactando muy negativamente, -recalca el presidente de los cardiólogos españoles-, especialmente a los pacientes crónicos con enfermedades cardiovasculares que están en sus casas, ya que la pandemia ha hecho que se resientan medidas como las exploraciones o los ajustes de tratamientos, que son tan importantes para ellos".
El diagnóstico de cáncer también se resiente
Junto con los pacientes cardiovasculares, los oncológicos representan otro de los grandes grupos que más se han visto afectados por el impacto colateral de la pandemia, aunque desde la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) indican que su cuidado "se mantiene, es prioritario y, a pesar de la mala evolución epidemiológica, se va a garantizar".
Inmersos en una nueva ola que se suma a las dos anteriores, el efecto negativo se acumula mes tras mes, una situación que ha podido afectar más a aquellos pacientes en fase de diagnóstico. Las pruebas se han tenido que retrasar en algunos casos, aunque "en cuanto ha sido posible, se ha priorizado a los pacientes oncológicos o con sospecha de cáncer, tanto para la realización de pruebas como para las cirugías".
“Si se demoran los diagnósticos y las cirugías oncológicas, vamos a encontrarnos con diagnósticos de tumores más avanzados. “
"No se dispone aún de datos oficiales sobre el descenso en los diagnósticos de cáncer, aunque es indudable que se va a producir por una suspensión temporal de los programas de screening -cribado-, así como por la dificultad en el acceso al sistema sanitario, miedo a acudir, o retrasos en la realización de pruebas", declara a RTVE.es Isabel Echavarría, secretaria científica de la SEOM. Según detalla, ya hay algunos servicios de oncología médica que han podido cuantificar este impacto, "con un descenso de hasta un 20% en el número de consultas nuevas".
Echavarría también destaca que, con respecto a los pacientes ya incluidos en el circuito de tratamiento, "no ha habido grandes cambios en los tratamientos de radioterapia y quimioterapia", aunque advierte que "en cuanto a las cirugías, sí que se han tenido que suspender por la saturación de los centros hospitalarios, con las potenciales consecuencias que estos retrasos puedan conllevar en los pacientes".
"El futuro en el momento actual es incierto, va a depender de la magnitud de esta tercera ola y de su duración, que van a condicionar su impacto en la atención de los pacientes oncológicos", prosigue, recalcando que "si se demoran los diagnósticos y las cirugías oncológicas, vamos a encontrarnos con diagnósticos de tumores más avanzados, con necesidad de tratamientos más agresivos, y en algunos casos perdiendo la posibilidad de curación, con un probable aumento de mortalidad a medio plazo".