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WhatsApp, Telegram, Signal: cómo las aplicaciones de mensajería instantánea se quedan con nuestros datos

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Un grupo de jóvenes chateando con sus móviles.
Un grupo de jóvenes chateando con sus móviles.

El aviso sobre el cambio en la política de Condiciones y Privacidad de WhatsApp le puede salir muy caro a la empresa de Mark Zuckerberg. A principios de enero, a los usuarios de la aplicación líder en mensajería instantánea les apareció un mensaje anunciando que a partir del próximo mes, los datos que WhatsApp recopila de sus móviles también se enviarían a los servidores Facebook.

La reacción de muchos usuarios fue denegar la actualización e incluso descargarse otra aplicación de mensajes instantáneos, como repulsa a la comercialización de sus datos por parte de Facebook. El éxodo a otras empresas de la competencia comenzaba a ser tan notorio que desde WhatsApp se vieron obligados a aplazar al 15 de mayo la entrada en vigor de estos cambios.

WhatsApp revisará la última actualización de su política de privacidad

La desconfianza sobre cómo trata Facebook la información de sus usuarios tiene su origen en el caso de Cambridge Analytica, nos recuerda el experto en derecho, estrategia y comunicación digital, Borja Adsuara.

La mayoría de los usuarios ya saben que sus datos se suelen emplear para mejorar el propio rendimiento de la aplicación o la publicidad de terceras empresas, “a la gente lo que le mosquea es Facebook”, opina Adsuara. Y añade que los usuarios ya no saben si la empresa insignia de Zuckerberg “vende sus datos de forma segmentada o no”.

En todo caso, este experto en derecho confirma que los cambios pospuestos ahora a mayo en ningún caso serán aplicados en Europa, debido al reglamento comunitario. Incluso si un usuario acepta las nuevas condiciones de uso, estas seguirán siendo consideradas como ilegales dentro del marco europeo y la empresa “no puede retirarte la aplicación aunque no aceptes la actualización”. Y si Facebook llegara a saltarse las normas, se arriesgan a "perder el 4% de su facturación" en sanciones. “Eso en Europa, no en el resto del mundo”, recalca Adsuara.

Puede haber personas a las que con esta polémica le surjan dudas sobre si estas empresas son capaces de acceder a nuestras conversaciones privadas. Nada más lejos de la realidad. La información que WhatsApp pretende compartir con los servidores de Facebook son los 'metadatos'. Es decir, no recopilan el contenido del chat, sino la información relacionada con quién se mantiene esa conversación, cuándo se produce, dónde, mediante qué dispositivo y muchos datos más.

La alarma saltó con las etiquetas de privacidad de Apple

La polémica en cuanto a los datos que WhatsApp y otras aplicaciones recogen sobre sus usuarios se originó en diciembre, cuando Apple lanzó las etiquetas de privacidad en su tienda de aplicaciones, la 'App Store'. Consisten en una serie de menús que muestran los permisos que le concedemos a cada app. Una forma sencilla de visualizar los metadatos y que cada aplicación vincula a tu cuenta.

Capturas de pantalla de la etiqueta de privacidad de WhatsApp.

Capturas de pantalla de la etiqueta de privacidad de WhatsApp. RTVE.es

El motivo por el que Apple lanzó esta herramienta es que "los usuarios puedan aprender acerca de algunos de los tipos de datos que una aplicación puede recopilar, y si los datos están vinculados a ellos o se utilizan para rastrearlos". En realidad, el lanzamiento de estas etiquetas revolucionó la concepción de la práctica de recopilación de datos, y dejó expuestas a muchas empresas, que han quedado mal paradas en comparación con su competencia.


En esta infografía se presentan los datos que cinco aplicaciones de mensajería instantánea recogen y vinculan a la cuenta de sus usuarios. Se observa a simple vista que Facebook Messenger es la herramienta que más datos guarda sobre aquellas personas que la emplean.

Le sigue un escalón por debajo WhatsApp -que en realidad pertenece a la misma empresa-, y ya más alejados se encuentran Telegram y iMessage, que solo recopilan los datos esenciales como el número de teléfono, la dirección de correo, los contactos y el ID del dispositivo.

La app que menos datos recopila es Signal, que solo guarda en sus servidores el número de teléfono y además no lo vincula a ninguna cuenta. Por lo tanto, esta última aplicación, a priori, se trataría de la mejor opción para aquellas personas que quieren anteponer su privacidad.

¿Qué hay detrás de la recopilación de datos?

Todos estos metadatos que recogen las plataformas de mensajería no implican un seguimiento continuo o abusivo de los usuarios, incluso para aquellos de Facebook Messenger. El director de TreceBits, Manuel Moreno, explica que "la mayor parte de estos datos se recopilan de forma anónima" y con el objetivo de "saber los patrones de uso de los usuarios".

WhatsApp explica en sus condiciones de uso que todos los datos que recogen de los usuarios los utilizan para "proporcionar, mejorar, entender, personalizar, apoyar y comercializar sus servicios". Su gran problema es que "como parte de la familia de empresas de Facebook", estos datos también se pueden emplear para el beneficio del resto de aplicaciones del grupo empresarial. Whatsapp puede transferir los datos a Facebook.

Cuando Mark Zuckerberg compró WhatsApp, "prometió que jamás compartiría sus datos con Facebook", señala Moreno, pero la necesidad irremediable de "recuperar la inversión" les ha obligado a incumplir con su palabra, perdiendo la confianza de muchos de sus usuarios.

¿Por qué no todas las empresas deciden comercializar los datos?

En el caso de iMessage, como se trata del servicio de mensajería interno de Apple, solo se puede emplear entre usuarios de sus dispositivos. El modelo de negocio de la empresa se basa en vender terminales móviles y "no necesitan vender los datos de sus usuarios", explica Adsuara, pudiendo hacer énfasis en asegurar la privacidad de sus clientes como un valor de mercado.

En cuanto a Telegram, está financiado y administrado por el multimillonario ruso de redes sociales Pavel Durov, que opera desde lugares no revelados. En su momento, esta plataforma se hizo popular entre organizaciones extremistas y criminales por no permitir acceder al contenido a las fuerzas del orden. En sí, Durov quiere proporcionar una vía de comunicación libre para sus usuarios, para aquellos que no confían si el sistema respeta su privacidad.

El caso más riguroso es el de Signal. Fue fundada por un investigador de seguridad que utiliza el nombre Moxie Marlinspike en su perfil público. Uno de los fundadores de WhatsApp que dejó Facebook, Brian Acton, gastó 50 millones de dólares en Signal para mejorar su interfaz. Antes de la participación de Acton, Signal era bastante torpe de usar, pero ahora es lo más cercano al espíritu original de WhatsApp, previo a que Facebook lo anexionara a su propiedad.

Estas empresas pueden seguir evolucionando sin un modelo de negocio establecido "gracias a sus inversores", cuenta Adsuara, hasta que poco a poco intenten "desbancar a WhatsApp y quitarle mercado a Facebook", que actualmente "abusa de su posición dominante" en el sector.

"Algo está cambiando", advierte Moreno, debido a que "los usuarios llevaban tiempo quejándose en WhatsApp" y la fuga de clientes hacia Telegram y Signal ha sido evidente. En solo 72 horas, Telegram registró 25 millones de usuarios nuevos y Signal registra ya más de 50 millones cuando hace unos meses apenas alcanzaba los 10 millones de usuarios. Para que WhatsApp diera un paso atrás en sus planes, "algo importante ha debido pasar" señala Moreno.

¿Pueden ver mi contenido?

Más allá de los metadatos que las aplicaciones recogen sobre sus usuarios, la verdadera preocupación de la gente reside en si pueden acceder al contenido de sus conversaciones privadas. Para que esto no sea posible, las plataformas de mensajería deben disponer del sistema de seguridad de código cifrado extremo a extremo.

Mediante este sistema, los datos se cifran antes de salir del teléfono -o el PC- del remitente, y no son descifrados hasta que llegan al dispositivo de su destinatario. Lo comenzó a emplear Signal y más adelante WhatsApp lo globalizó.

También lo utiliza iMessage y Telegram en las conversaciones individuales -no en los grupos-. La mayoría del resto de plataformas de comunicación aún "no encripta los mensajes", alerta Moreno. Es el caso de los mensajes directos de Instagram y Facebook o de otras plataformas de moda como Discord o Tik Tok.

El último elemento determinante en la seguridad que ofrecen las aplicaciones de mensajería instantánea es si el desarrollo de su software es de código abierto o cerrado.

Signal es de código abierto, lo que significa que cualquier usuario con unos mínimos conocimientos de ingeniería móvil puede comprobar si esta presenta vulnerabilidades de privacidad. En cambio, el código de WhatsApp, al ser privado, es opaco para cualquier usuario medio, por lo que su cumplimiento de las condiciones de uso no puede ser verificado por nadie ajeno a la compañía. En el caso de Telegram, disponen de un código parcialmente abierto.

Reuniendo todos los elementos analizados, Signal se postula actualmente como la aplicación de mensajería que más respeta la privacidad de sus usuarios, aunque este no tiene por qué ser el factor determinante a la hora de decantarse por utilizar una u otra plataforma.

El futuro de la mensajería instantánea

Como reflexión final en torno a la última polémica con WhatsApp, Borja Adsuara considera que la gente tiende a "exagerar los peligros" y que es normal que haya "partidarios de empresas que acaban de empezar", como si se tratara de la historia de David contra Goliat.

Adsuara observa cierta incoherencia en los usuarios cuando demandan más protección de sus datos en las plataformas de uso cotidiano y en cuanto surge una nueva aplicación de moda vuelcan sus archivos, "como en el caso de FaceApp". Esta aplicación rusa se ha hecho famosa por permitir envejecer o rejuvenecer nuestro aspecto -entre otro muchos filtros- simplemente creando una cuenta y subiendo nuestras fotos.

Según Adsuara, "para vivir en el siglo XXI" las personas deben estar dispuestas a proporcionar cierta información y así navegar con mayor comodidad por Internet. "El problema final es el uso que hacen de nuestros datos", reafirma Adsuara.

Ya se trabaja en nuevas plataformas de mensajería capaces de asegurar la privacidad de los usuarios al 100%. Manuel Moreno habla de un proyecto -en el que participa Twitter- que se centra en la "descentralización de datos". Consistiría en la creación de servidores encriptados a los que solo tendrían acceso cada cliente. Cada conversación equivaldría a un servidor, por lo que si se sospechara de la planificación de actividades fraudulentas en él, solo habría que cortar el servidor.

Otra alternativa de futuro es el establecimiento de "un estándar para comunicarse entre distintas mensajerías", explica Adsuara. Es decir, que un usuario pueda comunicarse a través de Signal con alguien que utiliza Telegram, por poner un ejemplo. Algo que ya se consiguió entre las distintas operadoras de telefonía móvil.

Para ello se debería lograr un consenso entre las diferentes compañias del sector y, por el momento, parece que están lejos de alcanzarlo. De hecho, la idea de Facebook es establecer ese modelo transversal, pero solo entre las aplicaciones pertenecientes a su grupo.