Empleadas del hogar esclavizadas durante la pandemia: "Me pasaban agua y comida por una trampilla"
- La pandemia ha empeorado las condiciones laborales de muchas empleadas del hogar
- El equipo de investigación de 'La Hora de La 1' destapa la pesadilla que han vivido
La pandemia ha empeorado las condiciones laborales de muchas empleadas del hogar. Algunas de ellas han llegado, incluso, a estar retenidas en las casas en las que trabajaban. Un equipo de investigación de "La Hora de La 1" ha destapado estas situaciones de semiesclavitud.
Le pasaban agua y comida por una trampilla
Marisa es trabajadora interna del servicio doméstico. A principios del mes de marzo, casi todos los miembros de la familia para la que trabajaba desde hacía tres años se contagiaron de COVID-19. Ella se llevó la peor parte: estuvo 12 días encerrada en la habitación, le pasaban agua y comida por una trampilla.
La insistencia de su hija, ante la petición de auxilio con una breve nota de voz desde su móvil, logró que el SAMUR la recogiese: “Casi no podía ingerir la comida, sabía que si me quedaba ahí iba a morir”, citaba.
Al salir estuvo varios días ingresada. No se preocuparon por ella mientras que estuvo en el hospital, pero cuando se recuperó, le hicieron un nuevo contrato de dos horas. En mayo Marisa decide buscar otro trabajo y para contratarla le hicieron una PCR. Pero, las condiciones no se las dijeron por adelantado... Estaba cobrando el salario mínimo, 950 euros, por 15 horas de trabajo diarias: 80 a la semana.
Con miedo a hablar por temor a represalias
En ‘La Hora de la 1’ han destapado muchos casos como el de Marisa. Son trabajadoras que no quieren mostrar su rostro por miedo a represalias, pero sí su testimonio y muchas afirman que viven en condiciones terribles.
Desde el inicio de la pandemia se ha multiplicado la demanda de cuidadoras para hacerse cargo de personas mayores en el hogar. Es el caso de otra empleada que cobra menos de 4 euros la hora.
La trata de seres humanos alcanza también al sector doméstico
Sin embargo, la polémica va más allá, y es que desde que comenzó la crisis pandémica, se ha multiplicado tanto la demanda de cuidadoras que han empezado a surgir mafias de trata de seres humanos para el cuidado de ancianos y dependientes.
Este es el caso de Alcides, a la que llamó una mujer por un anuncio que había puesto en internet para estar al cuidado de personas mayores en el hogar. Pero, una vez que aceptase el trabajo no podría salir de la vivienda. Y no solo eso, además, el sueldo que le ofrecieron es ilegal, está por debajo del salario mínimo: “Ellos podían salir y hacer su vida normal, pero yo no”, afirma Alcides.
La Guardia Civil grabó unas imágenes en el aeropuerto de Madrid-Barajas donde se muestra cómo una de las cabecillas de un grupo intentaba introducir a otras tres víctimas para su explotación. Es la operación Ayote se identificó a 50 víctimas. El clan familiar, con base en La Rioja y Aragón, llegó a obtener unos beneficios económicos superiores a 750.000 euros. El Guardia Civil que investigó el caso afirma que: “Son captadas entre unos círculos muy vulnerables, en sus países de origen” “Se les pedía 6.000 euros por traerte aquí y ponerte a trabajar”.
Asociaciones como APRAMP trabajan a diario con potenciales víctimas de la explotación y las animan a que denuncien: “Es muy complicado, necesitan una intervención integral […] Por miedo no denuncian y las que lo hacen luego sienten mucha presión y acaban quitando la denuncia”, dicen varios componentes de la asociación.