Soledad, estigmatización e incertidumbre laboral: la triple condena de la COVID a los jóvenes
- Los expertos advierten del riesgo de criminalizar a uno de los colectivos más olvidados durante la pandemia
- "Solo se habla de ellos para presentarlos como causantes de algunos brotes asociados al ocio nocturno"
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Llevan casi un año sin quedar de forma natural con sus amigos a una edad en la que las relaciones sociales son fundamentales, aspiran a entrar por primera vez en un mercado laboral con las puertas más cerradas que nunca y se han acostumbrado a aparecer ante la sociedad como los responsables del avance de la pandemia. No son el colectivo más diezmado físicamente por la COVID, pero los expertos coinciden en que los jóvenes son los grandes olvidados dejóvenes esta crisis
"Cuando se ha hablado de ellos ha sido para estigmatizarlos, para relacionarlos con el botellón y el ocio nocturno y presentarlos como causantes de los rebrotes. No se les ha preguntado por sus necesidades laborales, educativas o de ocio", asegura Tatiana Íñiguez, profesora de Sociología de la Universidad de Zaragoza.
"Parece que somos los únicos a los que nos gusta el ocio", dice Adrià Junyent, vicepresidente del Consejo de la Juventud. "La gente que no se considera joven ha seguido saliendo, yendo al bar y de fiesta y se ha lanzado el mensaje de que eso es positivo para reactivar la economía. Pero si los jóvenes quedamos con nuestros amigos con mascarilla y manteniendo la distancia, se dice que está mal", añade.
"Tendemos a responsabilizar a las siguientes generaciones de todos los males"
Íñiguez y Junyent comparten la idea de que los medios están orillando la labor positiva que están haciendo los jóvenes durante la pandemia. "Hay un gran masa de jóvenes responsables que están colaborando en redes de apoyo en los barrios, que están ayudando a los más mayores", recuerda la socióloga. "Muchos de ellos están detrás de los bancos de alimentos que ayudan a las familias", abunda Junyent.
El fenómeno de culpar a la juventud no es nuevo, pero este tipo de crisis tienden a acentuarlo. "Desde hace siglos hay una tendencia a considerar a la generación que viene como peor que la anterior. Es una visión sesgada por nuestros propios recuerdos de infancia y adolescencia. Tendemos a responsabilizar a las siguientes generaciones de lo que ocurre", explica Íñiguez.
La huella del confinamiento
La socióloga recuerda que, aunque el cuerpo de los jóvenes es más resistente al virus, su mente es igual de vulnerable a las consecuencias que provoca. "Nos parece que ellos están a su rollo, pero perciben las problemáticas y las asumen como propias. Son personas empáticas que están sufriendo", subraya Íñiguez, que añade un problema más: el aislamiento generado por el confinamiento.
"Una persona joven necesita el contacto con sus iguales cara a cara. Pensamos que socializan siempre online, pero están en un proceso de adquisición de rol y de autonomía que no pueden encontrar solo en las redes sociales. Necesitan estar con su grupo y eso se está perdiendo", advierte.
El difícil acceso al mercado laboral
La crisis económica que ha provocado la pandemia se está cebando especialmente con los eslabones más débiles del mercado laboral, entre los que se encuentran los jóvenes. "Somos los que más hemos recibido el impacto de la crisis. A nivel de empleo hemos sido los que primeros nos hemos ido de las empresas porque lo más fácil es prescindir de un contrato temporal", lamenta Junyent, que recuerda que la anterior crisis ya dejó muy tocado al colectivo. "Muchos se quedaron fuera y los que conseguimos entrar al mercado laboral lo hicimos con peores condiciones".
Esa "tardoinclusión" en el mercado de trabajo acentúa la ansiedad y puede provocar, según los expertos, otros problemas de salud mental. "Nos va a afectar mucho. Genera impotencia haber estudiado un grado medio o una carrera y encontrarte que ahora mismo tienes la vida parada", afirma Junyent.
Los estudios como asidero
Sin embargo, según los datos, esa ausencia de horizonte laboral no ha provocado que los jóvenes hayan tirado la toalla de los estudios. De hecho, las cifras de abandono escolar se han reducido. "Quizás los jóvenes se están agarrando a los estudios porque lo ven como la única salida a esta situación de incertidumbre", explica Íñiguez.
Junyent aprovecha para recordar otro obstáculo con el que se están encontrando algunos jóvenes a la hora de formarse: la educación a distancia. "No todas las familias tienen ordenadores para todos. Las clases menos adineradas son las que más lo están notando y eso puede producir una brecha en la igualdad de oportunidades que puede tener un efecto a largo plazo en el mercado laboral", concluye.