'La chica del brazalete': El misterio tras el 'chica mata a chica'
- Se estrena la película de Stéphane Demoustier sobre el proceso a una adolescente
Una relajada tarde familiar en la playa, una escena banal, se interrumpe con la llegada de unos policías que se llevan a la hija adolescente por motivos que el oleaje no permite escuchar. La joven, con aparente indiferencia, se pone a disposición de los agentes: está acusada de asesinar brutalmente a su mejor amiga.
Es solo el primer plano de La chica del brazalete, la película del director francés Stéphane Demoustier, que se estrena el 12 de febrero en España, y que está protagonizada por Melissa Guers, Roschdy Zem y Chiara Mastroianni.
La chica del brazalete es en realidad una exposición pulcra de hechos que oculta todo lo que el subgénero judicial acostumbra a exhibir (la culpabilidad o inocencia de la acusada) o sugerir. Como si fuera parte del jurado popular, el espectador asiste casi con la única indicación de no juzgar. La película está inspirada por un crimen real sin resolver sucedido en Argentina en 2007 (que también inspiró Acusada (2018), de Gonzalo Tobal) de impacto mediático en el país austral.
No es extraño que una acusación de ‘chica mata a chica’, especialmente si son jóvenes de clase media-alta, sea un imán para el circo mediático. Los asesinatos de mujeres a manos de mujeres son una minoría estadística: los hombres representan prácticamente el 90% de los homicidas y, de los asesinatos cometidos por las mujeres, tres de cada cuatro, tienen como víctima un hombre.
Nada de ese corco mediático se muestra en la película de Demoustier (Lille, 1977), que aísla su narración centrándose en la incomunicación entre padres e hija, y en el misterio que envuelve la propia adolescencia. “Me parecía más interesante centrarse en los padres y mostrar hasta qué punto conocemos a nuestros hijos, y, por otro lado, hacer un retrato de alguien joven que no conocemos”, explica el director. “La película lleva al paroxismo una dicotomía: como padres queremos proteger a nuestros hijos, pero también aceptamos que no nos pertenecen. Es una especie de negociación perpetua”.
Aunque la brecha intergeneracional no sea una novedad, Demoustier apunta algunas pinceladas específicas de los nuevos adolescentes: “Es verdad que ese desfase generacional siempre ha existido, aunque ahora han crecido con internet, donde existe un abanico de herramientas de tamaña fuerza que crea una especia de microsociedad. No quiero decir que sea mejor o peor, no juzgo eso”.
En una película centrada en personajes femeninos (víctima, acusada, fiscal, abogada defensora), se reflejan también trazos machistas de la sociedad: el cuestionamiento de la promiscuidad de la acusad por el ministerio fiscal, o la incomprensión del tribunal de que sea el padre, y no la madre, el principal soporte de la hija.
“No es una denuncia, pero sí quería mostrar el mundo en el que vivimos: si el acusado fuese un hombre que hace gala de su libertad sexual no ser vería de la misma manera. Y, de mismo modo, quiero creer que los roles están cambiando y sería perfectamente posible que la madre siga trabajando mientras el padre se centra en apoyar a su hija”, piensa Demoustier.
La chica del brazalete es una cinta absolutamente francesa en su búsqueda de la naturalidad alejada del sentimentalismo. Paradójicamente, la corriente francesa de cine confesiona,l en la que los personajes siempre expresan sus sentimientos verdaderos de manera desapasionada, encaja perfectamente en un drama judicial y subraya el misterio que envuelve a una protagonista, casi salida de una cinta de Robert Bresson.
Por último, el director recuerda que asistió a numerosos procesos judiciales y su veredicto absuelve a la justicia. “En un mundo en el que abunda el juicio inmediato, me parece interesante el tiempo que hay para exponer, presentar y rebatir en los tribunales. El jurado popular puede ser influenciable, pero es una representación democrática de la sociedad. Solo puedo decir que tengo una mirada positiva hacia la justicia".