¿Cómo se regula la libertad de expresión en otros países del mundo?
- El 42% de los encarcelamientos de artistas por sus expresiones en 2019 se dieron en Europa, según Freemuse
- A medida que las democracias son menos estables, las condenas son más comunes y severas
La entrada en prisión de Pablo Hasel en España es la última condena a un artista por enaltecimiento del terrorismo en el contenido de sus letras. No es un caso aislado en el mundo que un artista sea multado y condenado por manifestarse sobre un escenario o a través de Internet.
La censura, las multas económicas o las penas de prisión afectan por igual a cualquier ciudadano si se demuestra que su derecho a la libertad de expresión se ha excedido y ha pasado a ser un delito. Sin embargo, un artista está más expuesto porque puede llegar a más público y su influencia también puede ser mayor. Algo que puede jugar en su contra ante un tribunal.
La libertad de expresión está recogida en muchos tratados internacionales como la Declaración Universal de Derechos Humanos. "Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión [...] Sin límite de fronteras". Aun así, cada país acota en su propio reglamento en qué puntos este derecho no prevalece.
Las manifestaciones artísticas son perseguidas por molestar a los poderes en la mayoría de los casos, según recoge la plataforma que defiende la libertad de los artistas, Freemuse. Solo en 2019, más de 840 cantantes, escritores o caricaturistas han tenido problemas con la justicia por el contenido que generan. Los países donde no se respetan unos mínimos democráticos persiguen con mayores penas los límites de la libertad de expresión. Sin embargo, el 42% de los encarcelamientos de artistas por sus expresiones se dieron en Europa.
Con la irrupción de internet, la censura es otra de las formas que se ha popularizado para limitar este derecho. Casi la mitad de los procesos judiciales que afectan a los artistas tienen que ver con críticas al gobierno. Son casos habituales en China o Rusia, por ejemplo, pero también ocurre en Estados Unidos.
Europa, contra el rap
En Francia, la libertad de expresión se tiene en consideración desde la Revolución Francesa como un derecho preciado. Sin embargo, este derecho también ha sido actualizado a los nuevos canales de comunicación como las redes sociales. Desde 1992, más de 15 artistas han tenido que presentar declaración ante las autoridades por el contenido de sus letras, según el corresponsal de RNE, Francisco Forjas. Sin embargo, no todos ellos han sido condenados penalmente o con una sanción administrativa.
En 2018, el rapero francés Nick Conrad fue condenado a pagar una multa de 5.000 euros por la incitación al odio y la violencia en sus letras. El artista recogía en sus letras la voluntad de "matar bebés blancos" en un videoclip. Según él, era una crítica a la esclavitud y represión que había padecido y padece su pueblo.
El fotógrafo italiano Paolo Cirio retiró su obra Capture después de recibir la advertencia gubernamental de enfrentarse a acciones judiciales por violar la ley, si no lo hacía. Cirio mostraba los rostros de varios policías durante una manifestación en su exposición fotográfica. Algo que está prohibido, según recoge la "ley mordaza" francesa. Según el artista, el objetivo crítico de su obra es evidenciar las consecuencias que tiene el reconocimiento facial a través de software como herramienta de control ciudadano.
Alemania tiene una línea roja en la libertad de expresión. La apología del fascismo y del nazismo está estrictamente prohibida y la sátira con este tema se vigila estrechamente en el país por su pasado. También tiene leyes que limitan o restringen determinadas manifestaciones políticas. El comediante aleman Böhmermann se enfrentó en su país a una denuncia del presidente turco Recep Tayyip Erdoğan. El artista se burlaba en un poema dedicado del líder turco y este utilizó el código penal alemán para plantear pena de cárcel por "difamar a un jefe de estado extranjero". Finalmente fue absuelto aunque se prohibieron varios versos del poema satírico.
Aunque no es el ejemplo de un artista, el caso de Daniel Féret es importante en Europa sobre dónde puede estar el límite de la libertad de expresión. La sentencia final que dio el Tribunal Europeo de Derechos Humanos se ha utilizado en muchos otros casos para dirimir e interpretar la ley en todo el continente. Es lo que se conoce como jurisprudencia.
El ultranacionalista belga Féret se escudó en la libertad de expresión para imprimir y repartir panfletos que criminalizaba e incitaba al odio hacia el Islam y sus practicantes. Sin embargo, la justicia europea sostuvo que su posición y la influencia que tiene como personaje público pueden incentivar a otros a cometer acciones delictivas. Por ello, fue condenado finalmente.
La 'caza de brujas' en EE. UU.
Estados Unidos recoge en su primera enmienda la libertad de expresión, pero ha ido poniendo límites para acotar este derecho. Las ideologías políticas eran perseguidas en el pasado si los artistas eran sospechosos de simpatizar con el comunismo. Fueron los tiempos de la 'caza de brujas' del Comité de Actividades Antiestadounidenses.
No obstante, no es habitual que en Estados Unidos los estados persigan las críticas políticas a día de hoy. Sin embargo, hay casos como el de la obra de arte Pricktator de la artista Patricia Isaza. La creación de Isaza fue censurada por el centro de exposiciones para evitar problemas legales al ser una caricatura del anterior presidente Donald Trump.
Aun así, los casos más sonados que llegan a los tribunales estadounidenses en materia de libertad de expresión tienen que ver más con las denuncias de terceros y la violación de sus derechos religiosos. El juzgado del condado de Tyler acusó a Netflix de promover "actitudes lascivas de menores parcialmente vestidos" en la película Mignonnes (Guapis en castellano). Los contenidos sexuales y discriminatorios no eran los correctos para el público menor de edad, a juicio de este tribunal.
Rusia y las Pussy Riot
La Constitución de la Federación de Rusia recoge la libertad de expresión como derecho básico y prohíbe la censura previa. También recoge que no se admite la propaganda o la agitación que inciten al odio o a la hostilidad nacional, social y racial. A pesar de ello, muchas manifestaciones artísticas son acusadas de atentar contra la autoridad y castigadas por su violencia.
Las integrantes del grupo punk y valores feministas, Pussy Riot, acumulan varias multas y arrestos administrativos por sus 'performances' y actuaciones. Se han posicionado en contra de Vladímir Putin en varias ocasiones y han denunciado el trato que reciben las personas homosexuales en el país. La última sanción a las Pussy Riot, protagonizada en diciembre de 2020, consistía en una actuación con una de las artistas disfrazada como miembro de la fuerza especial de la policía rusa OMON y donde fueron sancionadas con multas de más de 120 euros.
El artista ruso Petr Pavlensky también se ha enfrentado a la justicia en varias ocasiones por sus actuaciones artísticas y críticas contra el gobierno ruso. Pavlensky es refugiado político en Francia por las condenas que pesan sobre él por violación en su país. El artista niega esas acusaciones y las tilda de "falsas".
Los 'Cortafuegos' de China
Las autoridades Chinas mantienen un férreo control de las manifestaciones sociales en público, en particular cuando se trata de opiniones sobre el país o su gobierno. Además, China cuenta con sus propios motores de búsqueda y redes sociales en internet que limitan las manifestaciones y el contenido que puede crear la ciudadanía sin ser censurado. Además existen 'cortafuegos' digitales que restringen la cultura que puede acceder al país por internet y también la que sale.
Para Amnistía Internacional, China es un país donde la libertad de expresión está fuertemente coartada y que los juicios tampoco dan garantías de que se respeten los derechos básicos en muchos caso. De hecho, es común que se produzcan detenciones y juicios arbitrarios y hasta penas de muerte que se desconocen al ser un secreto de Estado, según este movimiento transfronterizo.
El cantautor Xu Lin fue condenado a tres años de cárcel por "incitar a la violencia y a la agitación social" al valorar los actos de los líderes del Partido Comunista de China. El músico tibetano Lhundrub Drakpa fue arrestado y condenado a seis años de prisión por "promover el separatismo" mientras que el escritor Gui Minhai soporta una pena de diez años por revelación de secretos a países terceros.
La muerte en Latinoamérica
El derecho a la libertad de expresión se ha coartado en Latinoamérica con la muerte en muchos casos aunque no sea amparada por una resolución judicial. Igual que muchos periodistas han sido asesinados por informar de determinados sucesos como el narcotráfico, varios artistas también han corrido la misma suerte. El músico Gabino Ayala, que trata del narcotráfico mexicano en sus letras, fue tiroteado en su coche por desconocidos hasta el momento.
La UNESCO ha manifestado su preocupación sobre las restricciones que se están poniendo a la libertad de expresión en los últimos años en estos países. Se han promulgado leyes de emergencia para disminuir o coartar este derecho con el pretexto de la emergencia sanitaria por el coronavirus.
Las Tesis chilenas, un grupo similar a Pussy Riot en Rusia, se enfrentaron a una condena por incitar a la violencia en un vídeo en Youtube aunque fue desestimada finalmente. "Somos artistas, podemos decir lo que queramos porque la literalidad aquí no tiene sentido; estamos en un campo de metáfora, de poesía", recoge el comunicado que hicieron Las Tesis al conocer el veredicto. En Cuba también se han producido arrestos arbitrarios de movimientos culturales sin justificación previa.
El respeto a las instituciones y al líder
En los países donde la libertad de expresión no está definida como derecho fundamental las condenas y la censura se suceden con mayor frecuencia. Desde la llegada al poder en Egipto de Abdelfatah Al-Sisi, las condenas y encarcelaciones de aquellos que manifiestan su disconformidad han crecido. El dibujante egipcio Ashraf Hamdi fue detenido a finales de enero, según recoge la agencia Reuters, después de publicar un vídeo coincidiendo con el aniversario de la 'primavera árabe' en el país. Su vídeo fue eliminado de Facebook y ha sido acusado de divulgar informaciones falsas aunque se desconocen los delitos concretos.
En Turquía el Código Penal es muy estricto a la hora de limitar la libertad de expresión. El cómico Emre Günsal fue condenado a más de tres años de cácer por burlarse del primer presidente de la república, Kemal Atatürk, y de incitar a la violencia. Hozan Canê, música turca, fue acusada de pertenencia a un grupo terrorista y condenada a seis años de carcel. Finalmente fue liberada despúes de pasar dos años en prisión.
El uso de las redes sociales también puede traer condenas de cárcel en Irán. La actriz Taraneh Alidoosti ha cumplido cinco meses de prisión por "propaganda contra el gobierno". Alidoosti compartió un video en Twitter donde se mostraba cómo una mujer era increpada por no usar hijab. Y Keyomars Marzban ha sido condenado a 23 años de carcel por sus publicaciones en portales digitales en Estados Unidos, según el portal de agencias HRANA.
En Marruecos el rapero Gnawi ha sido condenado a un año de prisión por sus letras "ofensivas y provocadoras" contra cargos de la administración marroquí mientras que el cineasta vietnamita Thinh Nguyen se ha enfrentado a varias detenciones arbitrarias y requisiciones de material. Su trabajo refleja los errores judiciales o condenas arbitrarias en el país, según AFP News.
Estos son los ejemplos de muchos países donde el arte es la única forma de expresar la disconformidad con el Estado o la opinión de la ciudadanía. Sin embargo, la libertad de expresión también está acotada en el caso de los artistas que no se libran de las condenas, como recoge el informe de Freemuse.