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Las claves de la semana

Un año después del primer muerto con coronavirus España llega al primer millón de inmunizados

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España ha llegado al millón de personas con la vacuna completa contra la COVID-19
España ha llegado al millón de personas con la vacuna completa contra la COVID-19.

Esta semana, cuando se cumple un año del primer muerto por coronavirus —aunque no tuvimos constancia de él hasta muchos días después—, hemos tenido una inyección de optimismo. Las comunidades recibieron las primeras dosis de la vacuna AstraZeneca, casi 200.000, que han servido para alcanzar un número redondo: un millón de personas con la pauta completa de vacunación.

También llegaron, después de semanas en las que sólo Pfizer sumaba ciclos completos, los primeros en recibir la segunda dosis de la vacuna Moderna. Y en el horizonte están, en principio, las futuras vacunas de Janssen, que permitirán avanzar en la inmunización.

La vacuna, ese prodigio de la ciencia que parecía ficción hasta no hace tanto, es una realidad que avanza lenta, pero avanza. Y con optimismo, es momento de mantener los pies en la tierra. Tenemos más vacunas y menos incidencia, pero estamos lejos de nada parecido a la normalidad, ni vieja ni nueva.

Un millón de inmunizados

Poco a poco, la barra de progreso se va llenando. Según los últimos datos de Sanidad, el 3 % de la población ha recibido al menos una dosis. Y el 2 % —ese millón de inmunizados del que hablábamos— ya está protegido frente a la COVID-19 gracias a alguna de las vacunas que se están administrando en España.

Hasta ahora, las comunidades han demostrado tener capacidad para gestionar la campaña de vacunación: las dosis que llegan, se ponen. La clave ahora es la velocidad a la que lleguen las siguientes dosis, pero por el momento el ritmo de vacunación sigue firme.

España ocupa una buena posición en el ranking mundial de vacunas administradas en relación a la población, un listado que sigue liderando Israel. Falta ver cómo avanza el desarrollo de nuevas vacunas y, sobre todo, su distribución. Por el momento, la vacunación en el mundo está marcada por la desigualdad entre regiones.

Al nivel del pico de la segunda ola

El optimismo de esta semana no ha llegado sólo vía inyección. Al final de la semana se ha afianzado la tendencia a la baja y la caída de la incidencia acumulada de casos ha sido de más de 250 puntos con respecto a la semana pasada. Hay que tener en cuenta que hace menos de un mes rozábamos los 900.

Los hospitales también notan ya el efecto de la reducción de los casos. Por primera vez en tres semanas, la ocupación de las camas UCI por pacientes COVID está por debajo del 40 %. Y la positividad -el porcentaje de pruebas diagnósticas cuyo resultado es positivo- ha bajado este viernes del 10%, lo que hace que España abandone el riesgo alto en este indicador y se sitúe en el medio. Los datos, en definitiva, son mejores de lo que eran; pero como ya deberíamos saber, es pronto para celebrar.

Es importante insistir en esto: cifras mejores no son cifras buenas. Los datos de incidencia actuales nos sitúan al nivel del pico de la segunda ola. Con cifras parecidas, aunque con una tendencia distinta, en septiembre debatíamos si había que cerrar territorios.

Y no está de más recordar que el semáforo del Gobierno marca el umbral de la nueva normalidad en 25 casos. Una cifra que, por el momento, nos queda muy lejos como país.

Un año después del primero

Hace justo un año que producía en la Comunidad Valenciana la primera muerte de un paciente con coronavirus en España. No lo sabríamos hasta más de dos semanas después, después, gracias a una investigación retrospectiva que se conoció el 3 de marzo, unos días antes de que España entrara en estado de alarma.

Un año después, casi 65.000 personas se han sumado a ese primer fallecido por coronavirus. Y cada día se siguen notificando cientos de muertos. Pero una leve mejoría en los datos hace que algunas algunas comunidades comiencen a plantearse relajar las restricciones.

Es el caso de Castilla-La Mancha, donde este viernes terminó el confinamiento municial. También del País Vasco que, más allá de la polémica en torno al juez que ordenó reabrir la hostelería tras menospreciar a los epidemiólogos, permitirá la movilidad entre municipios colindantes para la realización de actividades socioeconómicas y deportivas al aire libre a partir del lunes. O de Madrid, que mantiene cerradas zonas básicas de salud y municipios, pero ya ha anunciado que si la tendencia epidemiológica sigue a la baja volverá a retrasar el toque de queda, hasta las 23 horas.

Al menos, por el momento parece que no hay fijación con 'salvar la Semana Santa'. Esto dijo el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, hace unos días: "No tiene que ser el objetivo la Semana Santa, debe ser bajar la incidencia al nivel que nos interesa. Cuanto antes, mejor".

En este gráfico puedes comparar las restricciones de las Comunidades Autónomas en seis ámbitos clave: confinamientos perimetrales, toque de queda, limitación a las reuniones sociales -tanto en espacios públicos como en privados- y grado de apertura de la hostelería y el comercio.

El impacto económico de la pandemia

Esta semana el Banco de España ha detallado el impacto de la COVID-19 sobre la riqueza del país. Sabíamos que la caída media de la actividad económica había sido del 11 %, pero ahora sabemos que afectó a unas provincias mucho más que a otras. En concreto, las de los archipiélagos de Canarias y Baleares y otras del arco mediterráneo como Málaga, Girona y Alicante registraron las mayores caídas, con unos descensos que van del 13,5 al 27 %. Las diez provincias que superan la media nacional aportan uno de cada tres euros de la riqueza de España.

¿Qué tienen en común estas provincias? El peso del turismo en su economía, sobre todo el ligado a la demanda extranjera. Por el contrario, las provincias con un descenso más moderado, como Extremadura y Castilla-La Mancha, viven menos del turismo y en ellas tienen más importancia la agricultura y el sector público. Sin salir de la misma región, Cataluña es un buen ejemplo de esta pauta: en Lleida el descenso del PIB fue del 8 %, debido al menor peso de los sectores más expuestos a la crisis sanitaria, mientras que en las otras tres provincias catalanas, todas costeras, el descenso estuvo por encima de la media.

PD: Por si os habíais olvidado, el domingo tenemos cita electoralCataluña elige a un nuevo Parlament del que saldrá una Generalitat renovada. Son las terceras elecciones en España en medio de la pandemia y los catalanes no acuden a las urnas en la mejor de las situaciones epidemiológicas.

Lo hacen con una incidencia acumulada en los últimos 14 días de 344 casos por cada 100.000 habitantes. Muy alta, sí, pero al menos es mejor que la que tenían hace dos semanas, cuando la justicia decidió que no se suspenderían. Con todo, el 41 % de los municipios tenía al cierre de campaña una incidencia superior a 250 casos, el umbral a partir del que Sanidad marca un nivel de riesgo extremo. Ahí viven en total 6,4 millones de personas, el 85 % de la población catalana. Por eso, este domingo uno de los objetivos prioritarios es ir a votar en condiciones seguras.