Rafa Lahuerta: "En Valencia se han hecho muchos relatos buenos. Tal vez han faltado lectores de esas novelas".
- Escrita en valenciano, 'Noruega' recorre la vida de Albert Sanchis con la ciudad de València como escenario y como protagonista
- En 30 días, la novela ha agotado la primera edición, la segunda está en camino y hay lista de espera en las librerías
‘Noruega’ (Drassana, 2020) es la segunda obra de Rafa Lahuerta (Valencia, 1971) después de ‘La Balada del Bar Torino’ (Drassana, 2016). Si en aquella ocasión, el fútbol era el hilo conductor para abordar la relación del autor con su padre, con la literatura o con Valencia, en ésta el protagonismo es para Albert Sanchis, un personaje con muchas similitudes con el escritor y donde la ciudad se convierte en parte indisoluble de su recorrido vital. La sensación para el lector es de familiaridad con las calles, bares, negocios o restaurantes que describe. En uno de esos lugares, la plaza del Doctor Collado en Valencia, conversamos con el autor sobre el fenómeno editorial valenciano de 2021.
P- ¿Cómo ha sido el proceso de creación de ‘Noruega’?
R - Es una historia que llevaba en la cabeza hace 25 o 30 años, iba tomando notas y pensando en darle forma algún día. Fue después de escribir ‘La Balada del Bar Torino’ cuando se impuso de una forma definitiva. He estado unos 4 o 5 años escribiéndola, era un proyecto personal, me lo estaba pasando bien y tampoco tenía prisa. Hasta que llegó un día en que se publicaba o se guardaba en el cajón. Mi primera intención fue hacer una pequeña autoedición a nombre del narrador, ni siquiera firmarla con mi nombre. Pensaba hacer un regalo a mis amigos, esa era mi primera intención.
“Mi primera intención fue hacer una pequeña autoedición“
P - En cuanto a la metodología de la escritura, por su libro anterior, ‘La Balada del Bar Torino’ sabemos que toma notas de forma habitual, siempre lleva una libreta encima. Esas notas recogidas durante años… ¿forman parte de la estructura del libro?
R - Forman parte de mis necesidades personales de escribir a diario desde hace cerca de 35 años. No es mi proyecto profesional… pero es mi necesidad personal. Es lo que me da vidilla. Vas captando ideas, jugando con ellas, las vas macerando y luego le das un contenido más literario para que encaje en la narración.
La Valencia de Albert Sanchis
P - ¿Es Albert Sanchis una excusa para hablar de València? Como si de un Macguffin se tratara…
R - Sí, he paseado estas calles desde pequeño, es mi barrio, en el que nací, aunque luego me fui a la otra parte del río. Siempre he tenido una relación muy especial con estas calles y, de alguna forma, creo que estaba obligado a intentar plasmar lo que sentía por este barrio, por esta ciudad en general.
P - ¿Y qué sentía?
R - Hay un amor muy intenso, una necesidad de captar y prestarle mucha atención a todas las manifestaciones que aporta la ciudad. Eso te empuja a querer dejar una impronta, tu visión de las cosas. En el caso de Albert Sanchis, ésta es su ciudad, forma parte de su vida. De alguna manera la está observando a diario, tiene una teoría sobre ella y la va elaborando por escrito a medida que transcurre su paso por la vida.
“Estaba obligado a plasmar lo que sentía por esta ciudad“
P - ¿Es ‘Noruega’ la novela que le hacía falta a Valencia?
R - No lo creo, es una novela más sobre la ciudad. El narrador tiene una rabia interior que le lleva a decir cosas que, personalmente, yo no las diría. En Valencia se han hecho muchas novelas, muchos relatos buenos. Tal vez lo que han faltado ha sido lectores de esas novelas y sobre todo un debate de altura sobre la ciudad. Testimonios hay, y muy valiosos, pero por alguna razón, esta ciudad en general se ha querido poco y tal vez eso se manifiesta en opiniones tan contundentes como la del narrador, que seguramente yo pondría en solfa en más de una ocasión.
P - Ese amor propio que le falta a la ciudad sigue siendo muy palpable…
R - Estamos hablando de una ciudad que fue muy castigada porque, después de ser capital de la República, el franquismo pasó por Valencia como una apisonadora, y eso es evidente. Es tan evidente que, a veces, la gente no sabe ni lo que pasó, porque las maquinarias de destrucción son así: pasan, destruyen, y luego no hay gente que sepa lo que sucedió. Valencia fue una ciudad muy castigada. Lo dice Max Aub en su espectacular libro ‘La Gallina Ciega’, con una frase demoledora: “Acabada la guerra, Valencia era un campo de concentración”. Desde esa óptica, la ciudad ha tenido dificultades para pensarse a sí misma, para reconstruirse de una manera que intelectualmente fuera convincente. Hay mucha gente en Valencia que ha preferido irse a Madrid, irse a Barcelona, porque consideraban que esta ciudad se le quedaba pequeña. Todo eso ha pasado factura, es indiscutible.
Un recorrido transversal por la ciudad
Parte del éxito de la novela son los lugares que inmortaliza en sus páginas. El recorrido vital de Albert Sanchis es también un recorrido espacial por negocios y bares que, en su gran mayoría, ya no existen, y que van moldeando la historia y la evolución del propio personaje. Escenarios que los lectores han hecho suyos y que recuerdan compartiendo fotos o vivencias en redes sociales.
P - En la obra hay un catálogo de lugares inabarcable como para hacer un listado. ¿Confía mucho en su memoria fotográfica?
R - Es posible, yo siempre digo que una novela es memoria, imaginación y capacidad de evocación. Eso, de alguna forma, es lo que he intentado hacer. Tengo buena memoria, he pasado muchas horas dando vueltas a esta ciudad porque yo no me iba de vacaciones casi nunca, aprovechaba los festivos para quedarme aquí. Me apasiona dar vueltas, en realidad me considero un vagabundo que da vueltas por Valencia, es lo que más me gusta. Además, es muy barato.
P - Y no hay cuestas
R - Cierto, aunque las echo de menos. Las cuestas te dan perspectiva, te permiten asomarte. Esa es una de las cosas que hacen a esta ciudad tan especial.
P - Algunos lectores del libro nos han trasladado su nostalgia por lo que cuenta la novela, por el escenario, los lugares que forman parte de la narración… pero en otros casos hay lectores que no los conocen. ¿Con qué perfil se queda?
R - Cada lector hace su lectura, y eso es lo más bonito de todo. Habrá gente a la que le llame la atención mi visión de la ciudad, pero habrá otros que les atraerá cómo las peripecias vitales del narrador, de alguna forma, van enseñando su vida, su bagaje. Eso es muy personal, no debo entrar ahí. Me gusta siempre pensar que el verdadero artífice del libro es el lector, que decide si lo hace suyo o lo rechaza. De momento me siento agradecido porque parece que la gente lo está acogiendo con mucho cariño.
P - ¿Existiría Albert Sanchis sin Valencia?
R - Estoy convencido que sí, pero tendría una forma diferente de ver la ciudad, sus circunstancias habrían sido otras, pero lo que le ha pasado al narrador es una cosa que no es tan extraña. La gente tiene familiares que padecen enfermedades, la gente muere, la gente se enamora, … es una historia que va de lo local a lo universal.
El valenciano como lengua imprescindible
La segunda edición está en camino y la lista de espera en las librerías es extensa. La primera tirada se agotó en menos de 30 días. Algo poco habitual para una obra escrita en valenciano.
P - Su obra anterior. 'La Balada del Bar Torino', la escribió en castellano y en esta ha optado por el valenciano…
R - Creo que funciona mejor en valenciano. Comencé escribiéndola en castellano, pero el narrador impone su voz, y esa voz es en valenciano. También quería distanciarme: había momentos en que necesitaba que el narrador tuviera una presencia muy fuerte, que no pareciese que era el autor quien estaba detrás, sino que era el personaje quien imponía su voz. Hacerlo en valenciano me facilitaba esa tarea. Precisamente porque es una lengua que, siendo la mía, no es la más habitual cuando escribo. Y eso ha mejorado la narración.
“El narrador impone su voz y esa voz es en valenciano“
P - Se autorreferencia en el libro, ¿era otra manera de distanciarse del personaje?
R - Es un juego y permite ver las cosas con cierta ironía. A veces el autor se piensa que es más de lo que es y mi intención era crear un personaje independiente del autor. Como te he comentado antes, quería presentar la novela a nombre del mismo narrador y que mi presencia como autor estuviera muy diluida, crear una novela en la que la visión del narrador se impusiera de forma clara.
P - ¿Le ha sorprendido el éxito de la novela?
R - Eso del éxito es algo muy relativo. No quiero entrar ahí. No me importa mucho, no es fundamental. Siempre pongo el ejemplo de que en mi finca nadie sabe que he escrito una novela. Lo que no quita que esté muy agradecido porque demuestra que hay interés y esto hay que tomarlo con afecto y simpatía, lógicamente.
P - En el libro afirma que “a Valencia le ha faltado una gran novela, pero si existiera nadie la leería”. ¿Hay mucho cainismo entre los valencianos?
R - Lo hay, y también faltan lectores. Hablamos de ‘Noruega’ como un gran éxito y, de momento, no sé si llegará a tener ni 2.000 lectores. Es una cifra algo ridícula. Da igual que sea en valenciano o en castellano, las cifras son las que son. Por desgracia cada vez hay menos lectores. La literatura está condenada, no hay una masa de gente que lea mucho.
“Cada vez hay menos lectores: la literatura está condenada“
P - ¿Tiene algún proyecto en mente?
R - Siempre tengo cosas, pero no sé si fructificarán. No me dedico a esto profesionalmente, tengo mi trabajo, mi familia, mi vida. Y escribir para mí es siempre… como el viejo que hace maquetas en su casa, la escritura es eso. Un desahogo personal que me hace sentir bien, pero al que tampoco le concedo una importancia excesiva porque, entre otras cosas, no tengo tanto tiempo para dedicarle.