Guillermo Pérez Villalta o el arte como laberinto
- La Sala Alcalá 31 de Madrid inaugura una muestra del Premio Nacional de Artes Plásticas 2013
Pintor, escritor, dibujante, grabador, diseñador de joyas y objetos, arquitecto, escenógrafo, o escultor: a Guillermo Pérez Villalta (Tarifa, Cádiz, 1948) no le faltan etiquetas, aunque el prefiera como resumen la palabra “artífice”. La mayor retrospectiva de su obra se inaugura en la Sala Alcalá 31 de Madrid hasta el próximo 25 de abril de 2021, convertida oportunamente en un laberinto en el que pinturas, objetos imposibles y hasta una fuente recrean su universo creativo.
“Mi pensamiento, es como las ramas de un árbol, no soy de pensamiento lineal sino ramificado y sinuoso”, reflexiona Pérez Villalta. Se define como un “moderno heterodoxo” frente a la “modernidad dogmática” y destaca que la idea del laberinto estuvo presente casi desde el principio porque su intención es guiar al público a través de sus obras de una manera imperfecta y no lineal. “Como la vida misma: te tropiezas en la esquina, vas hacia un lado, hacia otro", precisa.
Una modernidad clásica que encaja perfectamente en edifico de Antonio Palacios que alberga la exposición de uno de los grandes nombres de la Nueva Figuración Madrileña. "Nunca he considerado que tengo un estilo, pero empezó a haber gente que seguía esa propuesta", ha recordado sobre su juventud. “En aquel entonces dominaba la abstracción absoluta y lo mío era como heterodoxo, absolutamente de un pecado. Sin embargo, a cierta juventud aquello le gustaba".
El comisario de la exposición, Óscar Alonso Molina, si se atreve a definir el estilo de Pérez Villalta: “Una de las características más es la densidad de capas de sentido que en él se superponen, así como la capacidad de aunar en una misma obra fórmulas, registros y referencias paradójicos. Citas cultas al arte de todas las épocas y latitudes; iconografía pagana y religiosa; elementos kitsch e imaginería popular; artes ornamentales y aplicadas… todo cabe en el ecléctico y variadísimo mundo que maneja el artista. Desde los grandes nombres del Barroco y el Manierismo, a Dalí y Walt Disney, pasando por Duchamp, la metafísica italiana, la psicodelia, el pop, o los patrones decorativos”.
Para el comisario, la muestra aspira que el espectador “se concentre en las obras antes que en las ideas que las relacionan entre sí”, mientras elige su propio itinerario y “en cada bifurcación, siguiendo su hilo de Ariadna”.
Eclecticismo y colores “extraños”
En la muestra se ubican alguna de las obras más famosas del autor y también algunas a las que más cariño tiene. Autorretrato por la mañana, por ejemplo, es la primera pintura plana que hizo y es en ella en la que por primera vez sintetizó su peculiar idea del eclecticismo y la combinación de diversos lenguajes.
Se nota una evolución en el color de sus pinturas, más vivo en las de los primeros años, y más sutil en las más recientes: “Me gustan los colores extraños, hago mis propios colores y me encanta”.
Sigue activo, trabajando todos los días. Además de diseñar objetos y pintar, ha creado una colección de joyas y tiene multitud de proyectos en cola, aunque reconoce que no le dará tiempo a acabarlos todos: "Tengo que elegir, la vida se va apagando".
Uno de los que más le apasiona es un encargo del Ayuntamiento de Tarifa para la Isla de las Palomas, “un lugar mágico”. “Me gustaría crear espacios laberínticos -explica-, que la gente lo pueda recorrer como si fuera un lugar de meditación, de belleza, sagrado”.