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Jon Lee Anderson: "Estados Unidos quiere que Cuba y Venezuela enseñen pierna"

  • Jon Lee Anderson reúne algunos trabajos publicados en la revista New Yorker durante la pasada década en su último libro
  • En entrevista con RTVE hace un repaso total a la actualidad política latinoamericana

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Jon Lee Anderson: "Estados Unidos quiere que Cuba y Venezuela enseñen pierna"

“Afuera de un estadio deportivo de Cochabamba, Bolivia, tres hombres subidos a un pedestal derribaban una estatua de Evo Morales, quien hasta algunas semanas antes fuera presidente de aquel país”, publicó Jon Lee Anderson el 16 de marzo de 2020. El exilio forzado de Evo Morales, explica el veterano reportero, es la estampa de una década con ascensos a la gloria del poder y caídas al barro del exilio o la cárcel; de golpes blandos; de intentos de golpes clásicos; de giros más o menos insospechados de guión. Los años de la espiral, crónicas de América Latina (Sexto Piso, 2021) reúne diez años de crónicas de uno de los periodistas que más kilómetros y despachos iberoamericanos ha pisado ejerciendo el que, afirma, “no anda lejos de ser el mejor oficio del mundo”.

El Sur que ve el Norte

Hablamos con Jon Lee Anderson por videoconferencia. Él desde Londres, donde reside y adonde acaba de llegar de Estados Unidos después de entrevistarse con el equipo de Joe Biden para Iberomérica. Desde la doctrina Monroe (1823), el ojo que todo lo ve, y sobre casi todo quiere decidir en el que considera su Hemisferio, vive en Washington D.C. Para hablar del Sur, empezamos por el Norte: “Trump volvió a la doctrina Monroe que había abandonado TrumpObama afirma Anderson: “actuó como el americano malo, con sus amenazas bélicas a Venezuela, con pequeños complots de paramilitares y mercenarios. Fue, por un lado, negligente; y por otro, hostil, muy blanco y negro con los países socialistas. Ahora estamos en las primeras semanas de otra cosa, de la era Biden”, asegura.

No van a tirar a Juan Guaidó por el retrete pero tampoco le llamarán presidente

Y lo que le dicen en la capital de Estados Unidos es que las cosas no van a cambiar de la noche a la mañana. En palabras de Anderson: “no van a ir corriendo a abrazar a los cubanos, ni mucho menos a los venezolanos. El dicho en Washington es: “que enseñen pierna”. O sea, quieren que en Cuba o Venezuela les muestren sus intenciones. Me dicen que no quieren gastar ni tiempo ni capital político abriendo diálogos con líderes que luego pueden utilizar para prolongarse en el poder”. Tampoco habrá un giro radical con respecto a la gran apuesta de Estados Unidos para Venezuela, asegura Anderson: “no van a tirar a Juan Guaidó por el retrete, lo van a mantener a flote, pero tampoco van a seguir utilizando esa retórica surrealista de llamarle presidente. Eso sí, mientras consideren que la oposición es legítima, van a seguir apoyándola. El enfrentamiento con Venezuela va a ser menos bélico y más aperturista, pero, como digo, no van a desgastarse en intentonas de diálogo”.

Sí que quedarán aparcados, piensa el periodista, el “realismo mágico puro” que organizó el gobierno Trump en torno a Venezuela y figuras muy relevantes en la reciente política estadounidense para América Latina como el senador republicano Marco Rubio. Para Anderson, el senador Rubio y Trump “buscaban sus propios fines de dañar a La Habana vía Caracas. Crearon una especie de hinchada virtual internacional desde la que incluso intentaron mantener a Trump en el poder desde Miami”. Según Jon Lee

Intentaron mantener a Trump en el poder desde Miami

Anderson, ese grupo cercano al expresidente y a la poderosa comunidad anticastrista y antichavista de Florida, “interfirieron en las elecciones de Estados Unidos en Florida. Son fenómenos nuevos en donde vemos ya una latinoamericanización de, al menos, una parte de Estados Unidos”. Es una incógnita, diagnostica Anderson, el calado de ese proceso.

Mareas rosas en aguas nuevas

También resulta difícil determinar el rumbo político de una Iberoamérica en la que, ya sin Trump, parece revivir una versión actualidad de la que se dio en llamar “marea rosa”. El triunfo de Luis Arce en Bolivia, la victoria parcial del correísmo con Andrés Arauz en Ecuador, los gobiernos de AMLO en México y Alberto Fernández en Argentina, el aguante de Nicolás Maduro en Venezuela y la persistencia de la Cuba socialista, abren un escenario que recuerda al que inició las dos primeras décadas del siglo XXI.

“Mira, no sé si vuelve la marea rosa”, confiesa Anderson, “de hecho, cuando terminé el libro todavía estaba Trump en el poder y no parecía. Lo que sí sé es que no será como la que conocimos hace una década. Ya no están vivas las figuras icónicas de Fidel Castro, mentor del proceso, ni de Hugo Chávez, su protegido y un poco su operario. Esto es otra cosa. Estamos en una era post-ideológica en la que pocos creen en algo”. Aquí el reportero cita la tecnología como un factor nuevo y determinante que puede desnivelar abruptamente el juego. Cita a Bolsonaro, “que ganó por Facebook Live con cuatro gatos y un perro, es decir, su mujer y sus tres hijos”. O al presidente de El Salvador: “Bukele, el pequeño dictador en ciernes, que decreta por Twitter, como Trump. Literalmente manda mensajes por Twitter a las Fuerzas Armadas para hacer cosas como rodear la Asamblea Legislativa y arrestar gente, y le obedecen”.

AMLO hizo migas con Trump

Esos serían los antagonistas de la hipotética marea rosa, reconoce Anderson, quien, sin embargo, afirma que todos, progresistas y reaccionarios, navegan en “aguas nuevas”. Porque, asegura el reportero, “puede ser que haya un repunte de gente que viene de la izquierda, pero tampoco es una izquierda que reivindique la lucha armada, la insurrección, ese verbo que tenía Chávez en su momento”. En resumen, según Anderson, ni Cristina Fernández de Kirchner, vicepresidenta de Argentina; ni Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, son revolucionarios. Al contrario, afirma el periodista: “Cristina anda con cartera Bottega Veneta y AMLO hizo migas con Trump y parece tener recelos y hasta hostilidad con Joe Biden. Estamos ante sincretismos nuevos”.

Hablando de sincretismo es inevitable pensar en la figura del presidente nicaragüense Daniel Ortega, y de su esposa Rosario Murillo, vicepresidenta, en el poder bajo el eslogan “Nicaragua: cristiana, socialista y solidaria”. Jon Lee Anderson cuenta en “El canal del comandante” (2 de marzo de 2014) las peripecias en torno al frustrado proyecto del empresario chino Wang Jing, que pretendía construir un canal en Nicaragua que rivalizaría con el de Panamá. Para el reportero, “fue un tanteo de China, una forma de probar las aguas, comprobar si los gringos estaban mirando para otro lado y podían ser más explícitos en su patio trasero”. Según Anderson, en la actualidad, China, “con el coronavirus, está buscando maneras de ejercer un soft power por medio de sus vacunas. Quieren hacer acto de presencia y quedarse, tal vez de manera no tan explícita como sucede en otros continentes como África, pero sin duda el continente será escenario de esa competencia con Estados Unidos.”

Espiral de giro crónico

La Iberoamérica de este tramo del siglo XXI está definida por “la espiral de la incertidumbre”, sintetiza Anderson, que sigue detectando problemas casi crónicos en la región. En primer lugar, la violencia que asola regiones enteras. “Hasta el 30% del territorio mexicano está en manos del narco”, estima: “los narcos son el poder, son el Estado”. En segundo lugar, la impunidad con respecto a delitos como la corrupción. Anderson recuerda al recientemente fallecido Carlos Menem, quien “robó algo como cuatro mil quinientos millones de dólares y nadie, jamás, fue a pedírselos de vuelta”. Y en tercer lugar, la migración masiva, que es, en palabras del reportero, “el calvario y la miseria de América Latina desde hace décadas”.

Aquí, de nuevo, el Sur mira el Norte. Porque, recuerda Jon Lee Anderson, junto a los migrantes de toda clase y condición, también huyen el dinero, los grandes capitales: “uno va a Miami y ahí está el dinero de América Latina de los últimos cincuenta años”. Jon Lee Anderson habla aquí de la necesidad de una “revolución democrática”. Porque dice Anderson que “toda esa generación que se siente desilusionada y solo quiere irse, también debería mirarse en el espejo. Hay que pensar bien si lo que han hecho ellos hasta ahora para cambiar o incidir en su país es más que pulsar un botón de su Iphone: like, not like. Pregunto: ¿han hecho lo suficiente antes de irse a Miami o Madrid?”

Jon Lee Anderson cree que América Latina todavía está construyendo su democracia. Es optimista con la presidencia de Biden –“puede revertir la influencia de Trump, puede ser una luz de esperanza”-, pero también piensa que es necesario digerir a figuras como el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, “un cowboy de otra época que ha puesto fósforo a la Amazonia y que cree que a los indios hay que matarlos para que los colonos puedan ir y civilizar la selva: lamentablemente puede ser el personaje determinante de los próximos años”. El otro personaje de la década que ahora se está escribiendo, cree Anderson, será la propia Amazonia: en tiempos de cambio climático, y como ya fue en el pasado, será protagonista el fabuloso patrimonio de un continente que, como la espiral, gira y gira sin moverse del sitio.