Hablan los okupas de Cádiz: "Para alquilar me pedían aval, y como no conseguí un avalista, pues tuve que tirar de okupación"
- Los okupas abandonarán el inmueble tras un acuerdo económico
- El dueño del edificio es un fondo de inversión
Los okupas de la Corrala de Cádiz abandonaran el inmueble. Gracias a un acuerdo económico con los propietarios del edificio (un fondo de inversión), los pisos quedarán vacíos tras meses de negociaciones. Un equipo de investigación de ‘La Hora de la 1’ habla con los vecinos para poner cara y voz a los protagonistas de la noticia.
Un edificio problemático
El bloque de viviendas de La Corrala se ha convertido desde hace años en refugio de una treintena de personas sin recursos y sin hogar. Es el caso de Vladimir, que lleva dos años viviendo en un piso okupado con su mujer, su hija y su nieta de tres años: “ como no podemos pagar ni alquiler ni nada de eso pues nos metimos aquí”, cuenta Florina, la hija de Vladimir. La casa, que no tiene electricidad, subsiste con una pequeña placa fotovoltaica que les permite tener un poco de luz por las noches, pero no admite tener electrodomésticos. “Compramos a diario la comida nosotros y algunas veces cogemos una nevera y metemos hielo para mantener algunas cositas para tener por la noche” confiesa la mujer.
Su situación personal no les permite alquilar una casa. Florina admite que al trabajar en el campo, “no les dan de alta” y eso hace que no puedan cobrar el paro. Además, la temporalidad hace que no puedan tener más de dos o tres semanas de trabajo, confiesa la mujer.
Juan Carlos es otro de los vecinos del inmueble. En 2010 se separó de su mujer y cayó en una profunda depresión. Se pasó diez años en la calle y viviendo en una nave abandonada, hasta que se decidió por la vía de la ocupación, pero confiesa que no le gusta, “me levanto como un viejo de 80 años.No puedes tener estufa, no puedes tener lavadora, no puedes tener nevera…”admite hablando de la falta de medios. Vive mejor que cuando dormía en la calle, pero no vive tranquilo. El desalojo
La sombra del narcotráfico
Pilar y su marido fueron dos de las primera familias que se instalaron en la corrala, empujados por una incertidumbre económica que les impedía alquilar: “los señores propietarios de la vivienda me decían que hacía falta la nómina, más un avalista y como no conseguí un avalista, pues tuve que tirar de okupación”, explica.
En la actualidad todos los vecinos que residen en el edificio son personas sin recursos, pero confiesan que no siempre fue así. “Al principio hubo temas de drogas, había discusiones...yo al principio tenía un poco de miedo, la verdad”, confiesa.
Soraya fue una de las vecinas que más encontronazos tuvo con los narcotraficantes.Tras casi 15 meses de enfrentamientos lograron echarlos. “Yo no lo había visto en mi vida”, confiesa, “me metí por la circunstancia de que me veía en la calle, si no vamos no me hubiera metido aquí ni de broma”, explica mientras enumera todos los problemas que tuvo con los narcotraficantes en su piso: ”Me han tirado por las escaleras, me han cortado las piernas, a mi marido le abrieron la ceja de lado a lado…", relata. “Era horroroso”.