Agresiones sexuales a menores: a niñas, en silencio y por sus padres
- Según datos de la 'Fundación Anar', cuatro de cada cinco víctimas son niñas
- La mitad de las agresiones se produce en la casa donde viven y por parte del padre biológico
La detención de tres menores por una denuncia de agresión sexual a otra menor en Valladolid ha coincidido con la publicación de un informe de la Fundación Anar que revela que, en la última década, los abusos sexuales a niños y adolescentes –sobre todo mujeres- se han multiplicado por cuatro en nuestro país.
La narración de lo ocurrido en la provincia de Castilla y León encaja a la perfección con las conclusiones de la organización. Según la denuncia, los jóvenes y la chica se conocían. Ellos han negado que la agredieran. Ella no lo relató a sus padres.
Para el Director de programas de Anar, Benjamín Ballesteros, el silencio es algo que se repite. Entre las razones que lo provocan que "no se habían atrevido a contarlo antes o si lo habían hecho, normalmente sus entornos no les habían creído, negaban lo que estaba pasando, no hacían nada, o lo peor de todo, llegaron incluso hasta culparles de ser ellos los que estaban promoviendo ese abuso sexual".
Los abusos sexuales a menores no paran de aumentar
En una década los casos atendidos han subido un 300%. Es un “dato terrible”, ha dicho la psicóloga Laura García Agustín en 'La Hora de la 1', que ha añadido que “nos vienen a decir que estamos haciendo muchas cosas mal como sociedad y que se están reproduciendo modelos que son disfuncionales dentro de las familias”.
Lejos de disminuir con la información y la formación que hay hoy en día, no paran de aumentar por lo que, según los expertos, es claro que “hay que buscar la forma de cambiarlo” ya que, ha insistido García, “una sociedad que no protege a sus menores es una sociedad condenada a desaparecer”.
La mayoría de las víctimas son niñas
Como la mayoría de las violencias, los abusos infantiles también tienen cara de mujer. Según los datos de Anar, cuatro de cada cinco víctimas son niñas. Una cifra que se explica también en el perfil del agresor que un 85% de las veces es varón. En cuanto a la relación con ellas, la mitad de las agresiones se produce en la casa donde viven y por parte del padre biológico.
El abuso sexual intrafamiliar es muy complejo y se suele tapar porque, aunque parezca increíble, según ha reconocido García, “es una manera de no romper la familia”. Estamos hablando de un modelo erróneo que se perpetúa. Una estrategia de autodefensa que hace que el entorno familiar se convierta en un búnker. Una reacción, ha añadido la psicóloga, “que hace que en muchas ocasiones incluso se culpabilice a las víctimas”. De hecho, según las cifras, esta es una situación que se da en el 7% de los casos y que aumenta hasta el 38% cuando se trata de justificar las agresiones.
Una educación lejos del porno es la clave
En los valores y la educación está la clave. “Si los chavales no saben cuáles son los límites, los trasgreden de una manera dramática”, ha dicho García. Por ello propone instaurar en los colegios y los institutos asignaturas que transmitan buenos conocimientos y no dejar su formación sexual en manos de la pornografía.
La edad media en la que se inician los jóvenes viendo pornografía en internet sin ningún tipo de trabas es a los 8 años. Evidentemente “la formación a través de estos contenidos crea jóvenes y adultos con problemas a este nivel”, cree la experta.
A la educación afectivo sexual en el seno de los colegios hay que añadir los cambios de paradigmas también en las instituciones. Según Amnistía Internacional el 100% de las víctimas de violencia aseguran que no volverían a denunciar. Para Ana Bernal Triviño, periodista y profesora de la UOC, se trata de “una violencia institucional que se traduce en muchos casos en los juzgados”. Es el caso de la sentencia, por ejemplo, de Manresa. En febrero, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña respaldó que una violación de cinco hombres adultos a una menor de catorce años era un abuso y no una agresión porque ella estaba inconsciente.
Para la experta la solución pasa por promover la Ley de Libertad Sexual para que no se permita la impunidad. Y es que, ha reconocido, “muchos menores están creciendo con la idea de la violación grupal como una alternativa de ocio por las noches”.
El seguimiento psicológico de las víctimas, ha dicho, también es vital: “si no se trata cuando ocurre, las víctimas pueden desarrollar conductas violentas cuando sean mayores o una normalización de la violencia en sus propias parejas”.
En resumen, para ambas, acabar con el abuso sexual a menores es una cuestión social en la que hay que “trabajar con las niñas, en las escuelas, con las familias, con los vecinos y a nivel institucional y, lamentablemente nos queda mucho trabajo”. Una intervención integral que permita poner fin a estos datos que son solo la punta del iceberg.