El olivar español: entre la inevitable modernización y el romanticismo
- Los agricultores que se dedican al cultivo de olivares centenarios afrontan precios bajos y acaban pasándose al cultivo intensivo
- En la zona norte española, La Taula del Sènia, trabaja para proteger los olivos milenarios en Aragón, Valencia y Cataluña
- Ya disponible en RTVE.es el reportaje 'Olivar en venta', un reportaje de Repor
El 70 % del olivar español pequeño no cubre costes. De ahí que a la mínima oportunidad el agricultor, si puede trate de cambiar su cultivo. Juan Antonio Galindo tiene una finca de 40 hectáreas que produce aceituna de mesa en Morón de la Frontera, a 50 km de Sevilla. Como los precios son cada vez más bajos ha tomado la decisión de arrancar sus olivos centenarios y pasarse al cultivo intensivo.
“Mira está demasiado barata, y he tomado la determinación que los tengo que arrancar. Es una pena estos olivos centenarios, pero los tengo que cortar para poner intensivo. Esta aceituna me ha costado 68 euros el quilo y en intensivo sale por 15 euros. La diferencia es muy grande. El problema más bien es moral de ver tu olivar que lo vas a tener que arrancar, pero la cartera también es importante”, afirma Galindo en su finca de como mínimo tres generaciones de historia, en la que ya ha cambiado parte de su cultivo a intensivo.
Los olivos secos centenarios de Galindo se han convertido en leña, ni siquiera va a venderlos en un vivero para compensar las pérdidas porque no se valoran como árbol ornamental.
Más protección para el cultivo tradicional
Inevitablemente la modernización conlleva estos cambios, de cultivo tradicional a intensivo y superintensivo; y arrasa con un patrimonio cultural y arbóreo que cada vez defienden más pequeños agricultores por su singularidad, aunque la productividad no acompañe.
Precisamente, es lo que ocurre en la otra zona de cultivo tradicional en España situada entre las comunidades de Cataluña, Aragón y Valencia. Allí, la Taula del Sènia, una mancomunidad que agrupa 27 municipios del sud de Tarragona, norte de Castellón y parte de Aragón, nació en 2008 para defender el cultivo del olivo milenario. En ese momento, contaron 4.000 olivos de ese tipo, y ahora, ya han sumado 6.000.
En la actualidad, estos árboles tan históricos se quieren conservar tras el expolio sufrido en épocas anteriores. La presión de jóvenes agricultores y ecologistas de la zona del Montsià y Les Terres de l’Ebre impulsó en Cataluña justo hace un año una ley para proteger los olivos milenarios que ahora ya no se pueden comercializar.
Poca producción y gran esfuerzo
Los olivos milenarios típicos de esa zona producen aceitunas de la variedad Farga. Esta variedad es muy antigua. Tiene una producción irregular y con su envejecimiento se hace muy sensible a las patologías del olivo. Sin embargo, le da una excelente calidad del aceite que produce ha hecho que se siga cultivando hasta hoy.
En Ulldecona, en Tarragona, la familia Porta Ferre conoce bien esta variedad. Siempre fue consciente del valor patrimonial e histórico de sus olivos milenarios desde que empezaron los abuelos en 1884. En la explotación familiar trabajan exclusivamente las tierras dedicadas al cultivo tradicional del olivo.
De todos sus árboles, destaca la Farga de l’Arion que a sus 1.704 años sigue produciendo aceitunas de la variedad Farga. Poca producción y un gran esfuerzo van en este cultivo ruinoso que necesita poda y recolección manual. La manera que tiene Lluis Porta, olivicultor y propietario de la finca, de compensar el cuidado de estos árboles es elaborando aceite milenario.
“Aquella persona que lo está adquiriendo tiene la certeza que con su compra está participando en la conservación de los olivos milenarios“
“Aquella persona que lo está adquiriendo tiene la certeza que con su compra está participando en la conservación de los olivos milenarios. Yo me siento privilegiado y también me siento responsable de pasar el testimonio, ser capaz de conservar estos árboles y poder trasmitirlos”, asegura Porta.
En el Baix Maestrat, en el municipio valencia de la Traiguera, destaca por su majestuosidad otro olivo milenario catalogado llamado “Sinfo”. A modo de anécdota, según su propietario, este árbol toma el nombre de su abuela materna que se llamaba Sinforosa y desde entonces han dejado este nombre cariñosamente y recuerdo a ella. Su cuidador Amador Peset, además, es un impulsor del oleoturismo en la zona. “Estas visitas sirven para que la gente entienda nuestra lucha, pero el aceite milenario es poco conocido porque la gente se cree que es una marca más”, asegura Peset.
“El aceite milenario es poco conocido porque la gente se cree que es una marca más“
Desde la Taula del Sènia impulsan la conservación de este cultivo que, pese a todas las adversidades, ha evolucionado durante estos años. Cuando comenzaron a hacer una recopilación de los árboles en el año 2008 cuando nació esta particular asociación, contabilizaron unos 4.000 olivos milenarios. Ahora, dicen, su obsesión es seguir incrementando el inventario de estos árboles para conocer cómo va creciendo este cultivo.