'Adú', enfocar el drama que no queremos ver
- El honesto y comercial relato de la inmigración de Salvador Calvo lidera las nominaciones
- Premios Goya 2021
13 NOMINACIONES
Mejor película
Mejor dirección (Salvador Calvo)
Mejor guion original (Alejandro Hernández)
Mejor música original (Roque Baños)
Mejor canción original: Sababoo
Mejor actor de reparto (Álvaro Cervantes)
Mejor actor revelación (Adam Nourou)
Mejor dirección de producción
Mejor dirección de fotografía
Mejor montaje
Mejor dirección artística
Mejor maquillaje y peluquería
Mejor sonido
Adú es la única de las cinco nominadas a mejor película que se estrenó en un pasado remoto, es decir, antes de la pandemia. Llegó a las salas en enero, una fecha que suele considerarse veneno para las aspiraciones de una cinta española en Los Goya. Las nominaciones técnicas de su ambiciosa producción se daban por descontada, pero Adú ha roto los esquemas sumando 13 incluida la de mejor dirección para Salvador Calvo.
Adú no puede ser más actual: una de las consecuencias de la pandemia es un mundo más pequeño, en el que los ciudadanos solo perciben la evolución de la curva de contagios en su país o incluso región y ciudad. Porque el tema de Adú es exponer con crudeza el pecado heredado de un planeta en el que habitan 7.800 millones de personas: la existencia de fronteras que contienen la entrada de pobres en el primer mundo.
Partiendo desde Camerún, Adú (Moustapha Oumarou) y su hermana Alika (Zayidiyya Dissou) sufren todo un catálogo de desgracias tristemente reales para un número indeterminado de subsaharianos: mafias, traficantes de órganos, y hasta abusos sexuales.
El final del trayecto es Melilla, valla que como la de Ceuta contiene a mayor desigualdad del mundo entre los dos lados. La segunda trama imbricada de Adú es la de unos guardias civiles fronterizos cuyo deber es contener la entrada. Algunos se entregan moralmente convencidos a la causa, otros como el personaje de Álvaro Cervantes, se cuestionan cuáles son los límites de su misión.
La tercera trama es la de un cooperante (Luis Tosar) que lucha en África contra las bandas que comercian con colmillos de elefantes y que recibe la visita de su díscola hija (Anna Castillo). Es la historia que nos enfrenta al espejo: como ciudadanos de países ricos, tenemos las puertas fronterizas del mundo abiertas para entrar y salir. La causa de los colmillos, por noble que sea, palidece ante el drama de los inmigrantes.
Salvador Calvo buscaba el punto de equilibrio entre cine comercial y cine social: llevar al público a las salas para ver precisamente aquello que evitan ver. Los datos de taquilla dejan claro que lo primero está conseguido. Lo segundo también, aunque la narrativa esté lejos de lo que en Europa se considera cine social, y la estética no trate de imitar el cine documental. Adú está más cerca del cine estadounidense, también en su acabado que hace lucir todo su presupuesto y sorprende en secuencias sobrecogedoras como la del tren de aterrizaje.
Gustos al margen, el valor de Adú es enorme al enfocar directamente al mayor drama humano que nos rodea. No se trata solo de la tragedia continua de vidas, sino de la hipocresía de aceptar un statu quo fronterizo que solo es posible si despojamos de toda humanidad a los que quedan al otro lado.