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Los ríos cántabros acusan los efectos de los incendios

  • Los residuos de las quemas realizadas en los montes, que derivan en incendios, disminuyen el oxígeno del agua

El Consejero del Medio Rural califica de “terroristas ambientales” a los pirómanos y anima a “acorralarles”

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Cabuérniga ha sido la comarca más castigada por los últimos incencios forestales

Los agentes del medio rural sofocan el fuego y el viento del sur lo aviva. Así, año tras año, y especialmente este. Una tarea agotadora que han tenido que soportar las cuadrillas forestales con horas y horas de trabajo para sofocar más de 100 incendios en Cantabria, la mayor parte de ellos en Cabuérniga, una comarca especialmente castigada por los efectos de las llamas, que han estado a punto de lamer las casas en Selores o Renedo, de llevarse por delante una estabulación en Viaña o incluso de llegar a Carmona, un pueblo declarado conjunto histórico: “En 2019 fue peor, porque el viento estuvo soplando más días, casi dos semanas, y ya parecía que no quedaba monte por arder”, recuerda Mari, una vecina de Valle,” pero el fin de semana casi no se podía respirar y el humo no dejaba ver ni la carretera”.

Este año han sido menos días, sí, pero las lluvias que han colaborado a extinguir los incendios se han convertido involuntariamente en responsables de que los residuos de las zonas quemadas se deslicen al río. Y ese es uno de los efectos más nocivos de los fuegos. Según responsables de la Dirección del Medio Rural, “salmones y truchas están ahora en plena freza, tanto en el Saja como en el resto de los ríos cántabros. Los peces depositan las huevas en espacios aislados para que estén protegidas y cuando llegan los sedimentos de cenizas mezcladas con la lluvia a los cauces agotan el oxígeno del agua y provocan anoxia a las huevas, asfixiándolas”.

Incendios provocados

Arde sobre quemado. Lo repite el alcalde del municipio como un mantra, cuando vuelven las llamas al monte en días de sur, cada mes de octubre, febrero o marzo. Nicolás Toral está harto de los criminales que las provocan :” Todos los años hay quemas, pero este año han ardido 2000 hectáreas y los daños son cada vez más graves, porque al monte no le da tiempo de regenerarse. Estamos investigando junto a la Guardia Civil quienes están detrás de este tipo de actos vandálicos. Hay gente que ha visto cosas, que ha oído cosas, y estamos animándoles a que denuncien ante el Seprona a estos pirómanos, aunque en sitios tan pequeños en donde se conoce todo el mundo es difícil”.

La mayor parte de los ganaderos han colaborado en la extinción de los incendios prestando sus propios medios técnicos

Toral rompe una lanza por los ganaderos, a quienes se acusa habitualmente de estar detrás de los fuegos: “la mayor parte de los ganaderos de Valle, Renedo o Sopeña han colaborado en la extinción de los incendios prestando sus propios medios técnicos, no hay que generalizar”. Parecida opinión manifiesta el Consejero de Desarrollo Rural, que califica de delincuentes ambientales a los que queman los montes:” Son unos auténticos terroristas. Manejan mechas retardadas que explotan cuando ellos ya hace tiempo que han salido de la zona en que las han dejado. He hablado con muchos ganaderos en torno a este tema, están orgullosos de la labor de los que se dedican a apagar incendios y les encantaría acorralar a quienes los provocan”.

Los ganaderos no quieren ser estigmatizados, pero en Cabuèrniga hay quien apunta a que algunos de ellos están “metiendo mecha” en protesta por la inclusión del lobo en la Lista de Especies Protegidas. Al lado del monumento al legendario alimañero “Pepe el de Fresneda”, un vecino que descansa del paseo señala al busto con el dedo: “Es que algunos quieren que vuelva ese”.