Sanidad avala que el paracetamol reduce las leves reacciones a la vacuna de AstraZeneca, sin influir en su inmunidad
El Ministerio de Sanidad ha avalado el uso de paracetamol para minimizar las leves reacciones a la vacuna contra el coronavirus, sin que esto reduzca su respuesta inmune.
Así lo recoge la actualización de la Estrategia de Vacunación más reciente, elaborada por el Grupo de trabajo técnico de vacunación COVID-19 y la Ponencia de Programa y Registro de Vacunaciones, donde están representadas las comunidades autónomas. En ella, se recoge que "se observan reacciones locales y sistémicas leves frecuentes tras la vacunación", como también ocurre con otras vacunas e, incluso, en menor medida.
"Se puede utilizar dosis de 1 gramo de paracetamol previa a la vacunación, seguida de 1 gramo cada 6 horas durante las primeras 24 horas, lo que reduce significativamente el dolor local, la febrícula, los escalofríos, las mialgias, la cefalea y el malestar postvacunal, sin influir en la respuesta inmune", se indica en el documento aprobado por la Comisión de Salud Pública el pasado 26 de febrero.
Reacciones leves o moderadas
La ficha técnica de la vacuna de AstraZeneca recoge las reacciones adversas "leves o moderadas" que se observaron durante los ensayos clínicos en humanos con el medicamento. En ella, se recogen como "muy frecuentes" los dolores de cabeza y náuseas, así como sensibilidad, dolor o calor en el lugar de la inyección, fatiga, malestar, febrículas o escalofríos.
Son también "frecuentes" los vómitos y las diarreas, así como la fiebre o la hinchazón en lugar de la inyección. Finalmente, se han registrado de forma "poco frecuente" pérdidas de apetito, mareos, somnolencias, picores, sudores o inflamación de los ganglios.
"La mayoría de las reacciones adversas fueron de intensidad leve a moderada y generalmente se resolvieron a los pocos días de la vacunación. En comparación con la primera dosis, las reacciones adversas notificadas después de la segunda dosis fueron más leves y se notificaron con menos frecuencia", señala la ficha técnica del medicamento, cuya seguridad está garantizada por la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) desde finales de enero.
Es segura también para personas con enfermedades o en tratamiento
El grupo técnico de Sanidad ha confirmado que no existen problemas de seguridad ni contraindicaciones para el uso de esta vacuna en personas con enfermedades o en tratamiento, mientras su eficacia es la misma que para personas sin condicionantes.
"Tras revisar en detalle la información de seguridad de esta vacuna en personas con una o más comorbilidades, como enfermedades cardiovasculares, enfermedades respiratorias o diabetes, que representaban el 39,3% del total de participantes en los ensayos clínicos, se observa que el perfil de seguridad es similar al de los otros participantes", detalla la última actualización de la Estrategia de Vacunación.
España, junto con el resto de países de la Unión Europea coordinados por la EMA, está realizando una vigilancia estrecha para detectar y evaluar posibles nuevas reacciones adversas no identificadas durante los ensayos clínicos de las vacunas frente a la COVID-19. En dichos ensayos, además, ya se han llevado a cabo estudios en decenas de miles de personas con varios meses de seguimiento, con los que las reacciones más frecuentes ya están identificadas.
En el caso de los ensayos de AstraZeneca, puesto que se aportaban pocos datos sobre la eficacia en personas mayores de 55 años, la Comisión de Salud Pública prefirió reservar su uso para los grupos entre 18 y los 55 años de edad. Otros países, como Alemania, Francia o Bélgica, han tomado decisiones en el mismo sentido. No obstante, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, ya adelantó que la medida se reconsideraría cuando se conozcan los datos de los ensayos clínicos que la farmacéutica está realizando entre personas más mayores.
Disponible desde principios de febrero de 2021, la vacuna de AstraZeneca es diferente a las de Pfizer y Moderna, basadas en ARN mensajero. La desarrollada por la Universidad de Oxford contiene "un vector no replicativo, un adenovirus, que contiene el material genético (ADN) que codifica para la producción de la proteína S de SARS-CoV-2".