Armenia navega en la inestabilidad, después de rozar el golpe de Estado
- El primer ministro, en la cuerda floja tras la derrota en la guerra con Azerbaiyán por la región de Nagorno-Karabaj
- Propone una reforma constitucional y pactar con la oposición la celebración de elecciones anticipadas
La derrota en el conflicto con Azerbaiyán a finales de 2020 ha abierto una crisis política e institucional en Armenia, donde el Ejército ha rozado el golpe de Estado. Armenia y Azerbaiyán se disputan la soberanía de la región de Nagorno–Karabaj, por la que libraron una guerra desde 1988 hasta 1994. Ahora, los armenios han perdido una parte de esa zona del Cáucaso, que controlaban desde la década de los 90.
Recientemente, la oposición y la cúpula militar armenia han solicitado la dimisión del primer ministro, Nikol Pashinián, a quien culpan de haber salido mal parados de la guerra de seis semanas con los azeríes.
Pashinián ha llegado a acusar al Ejército de intentar llevar a cabo un levantamiento militar contra el Gobierno, mientras el presidente armenio, Armén Sarkisán, está tratando de mediar para encontrar una salida a la estabilidad en el país.
La derrota con Azerbaiyán, el origen de la crisis
Después de que el primer ministro llegara al poder en 2018, la tensión política en Armenia ha ido creciendo. Su gestión ha sido ampliamente criticada tras el acuerdo de paz con Azerbaiyán --pactado el 10 de noviembre y con mediación de Rusia--, por el que los armenios perdieron el 70% de los territorios que controlaban desde el final de la última guerra, en 1994.
La firma del acuerdo ha hecho que Pashinián se haya enfrentado a multitudinarias protestas que han alcanzado su punto álgido después de que el Ejército de Armenia pidiera la dimisión del primer ministro.
Sin embargo, el director del think tank independiente Regional Studies Center (RSC) en Armenia, Richard Giragosian, considera que el primer ministro armenio “no tuvo otra opción”. “No había otra alternativa que aceptar los términos del acuerdo de paz impuesto por Rusia como una forma para salvar vidas y frenar la lucha”, afirma en declaraciones a RTVE.es.
En la misma línea, la investigadora senior asociada de CIDOB Carmen Claudín asegura que “las tropas militares armenias estaban siendo derrotadas de forma brutal, las pérdidas de vidas eran mayores por el lado armenio y seguir en esa tesitura hubiera sido de mal gobernante”. “Tanto Azerbaiyán como Armenia son países en los que el sentimiento nacionalista más exacerbado está presente y ese sentimiento empuja a la gente a pensar que nos vale morir por no perder un metro cuadrado de terreno frente al otro Estado, antes que preferir la paz”, añade.
Giragosian también cree que a la “pérdida inesperada” de la guerra en Nagorno Karabaj, la crisis política en el país además se debe al “intento de volver al poder por parte de exfuncionarios corruptos del anterior Gobierno”.
¿Qué papel juega el Ejército?
La crisis en Armenia entró hace una semana en una nueva fase después de que estallara el conflicto entre el primer ministro y los militares, que hasta entonces apoyaban a Pashinián. El primer ministro criticó abiertamente las deficiencias de los misiles Iskander, de fabricación rusa, durante la guerra con Azerbaiyán. El vicejefe del Estado Mayor, Tigrán Jachatrián, calificó las declaraciones de Pashinyan de “poco serias”. Inmediatamente, el primer ministro cesó al militar por poner en duda sus palabras.
Tras la decisión de Pashinián, la cúpula del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, que lidera el general Onik Gasparián, junto con otros 30 altos mandos castrenses firmaron un escrito en el que se mostraron críticos con el cese de Jachatrián y pidieron la dimisión del primer ministro.
Pashinián tildó de “intolerable” el papel del Ejército en la política, denunció un intento de golpe de Estado e intentó destituir al general Gasparián, algo que ha rechazado el presidente armenio, Armén Sarkisián, al creer que no es constitucional.
El director del think tank RSC opina que “la amenaza inmediata de una intervención en la política por parte de las Fuerzas Armadas armenias ya ha pasado”, aunque han mostrado “un profundo descontento”.
El papel mediador del presidente
En un intento por calmar la tensión que vive Armenia, el presidente ha hecho un llamamiento a las fuerzas políticas a evitar una confrontación que mantenga la inestabilidad en el país.
En este sentido, Sarkisián ha mantenido consultas con los líderes de los tres partidos representados en el Legislativo –Mi Paso y los opositores Armenia Próspera y Armenia Luminosa--, el presidente del Parlamento, Ararat Mirzoián y el jefe del Estado Mayor.
El presidente Sarkisián ha asegurado que “la situación es resultado de los desacuerdos existentes (…) entre figuras políticas y militares en la guerra y el periodo de posguerra”. Además, ha rechazado hasta en dos ocasiones ratificar la orden del primer ministro para cesar a Gasparián y ha anunciado que enviará la petición ante el Tribunal Constitucional para que determine su constitucionalidad.
¿Qué pide la oposición?
La oposición culpa al primer ministro armenio de la derrota en el conflicto con Azerbaiyán por el control de la región de Nagorno-Karabaj y coinciden con los militares y piden su dimisión.
En una protesta opositora celebrada recientemente en la capital armenia, Ereván, miles de personas exigieron un cambio urgente de Gobierno y acusaron a Pashinián de “prometer vida y traer muerte”.
Richard Giragosian afirma, sin embargo, que la oposición “está profundamente desacreditada por sus vínculos con el antiguo gobierno corrupto y es, en gran medida, impopular”. “El problema político en Armenia es la ausencia de una alternativa, la falta de una alternativa creíble al actual liderazgo”, ha aseverado.
En respuesta a las protestas, el primer ministro ha propuesto una reforma constitucional que permita “pasar de una república parlamentaria a una semipresidencial” y pactar unas elecciones legislativas anticipadas con la oposición, que, por el momento, ha rechazado la oferta.
La disputa territorial por Nagorno-Karabaj
La región de Nagorno-Karabaj, de 4.400 kilómetros cuadrados, es reconocido internacionalmente como parte de Azerbaiyán, pero su población es mayoritariamente armenia. Al constituirse los nuevos países tras la desintegración de la Unión Soviética en la década de los 90, la región votó a favor de formar parte de Armenia. Este fue el detonante de la guerra entre los dos países, en la que murieron 30.000 personas, un millón fueron desplazadas y que terminó con un alto el fuego en 1994.
Desde entonces, la comunidad internacional trata a Nagorno-Karabaj como un territorio que es parte de Azerbaiyán, aunque estaba controlado por separatistas armenios apoyados por el Gobierno de Ereván.
Los últimos combates en la región montañosa del Cáucaso estallaron a finales de septiembre de 2020 y dos meses después se firmó un acuerdo de paz con la mediación de Rusia, por el que Azerbaiyán se ha quedado con el control de los territorios capturados en esas semanas de conflicto.
Armenia es mayoritariamente cristiana y aliada de Rusia, un país al que "económicamente debe mucho", según explica Claudín. "Armenia está muy condicionada por Rusia en todos los aspectos y, en particular, en seguridad. Todo el armamento de Armenia es ruso", explica la investigadora senior asociada de CIDOB, añadiendo que "gran parte del armamento de Azerbaiyán viene también de Rusia". "En lugar de ir desarmando ambos lados ha continuado armándoles", detalla.
Por su parte, Azerbaiyán tiene una mayoría musulmana y una estrecha relación con Turquía. Los azeríes no tienen la dependencia que tiene Armenia sobre Rusia, ya que Azerbaiyán cuenta con abundantes recursos energéticos.