Así se usa el brote de polio en África para crear dudas sobre las vacunas contra la COVID-19
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Grupos contrarios a las vacunas llevan meses impulsando una información que vincula la aparición de un brote de poliomielitis en África con una vacuna para combatir esta enfermedad. La noticia es cierta, pero se comparte sin mencionar las causas ni la escasa frecuencia con la que se dan estas circunstancias.
El pasado 25 de agosto de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció la erradicación “del virus salvaje de la polio” en África tras cuatro meses sin casos en el continente. Sin embargo, una semana después informó de la aparición en Sudán de un nuevo brote causado por la vacuna antipoliomielítica oral (OPV, por sus siglas en inglés).
Sitios web y usuarios contrarios a la vacunación comenzaron a utilizar la noticia para criticar a esta agencia de Naciones Unidas y a Bill Gates. En concreto, han impulsado el siguiente titular: “La ONU admite que una vacuna de Bill Gates está provocando un brote de poliomielitis en África”, que lleva circulando desde septiembre de 2020 en distintos países y redes (1, 2 y 3).
Gates colabora en la Iniciativa Global para la Erradicación de la Polio (GPEI, por sus siglas en inglés) a través de su fundación ‘Bill and Melinda Gates’ y, por tanto, en el desarrollo y despliegue de la OPV. Esto le ha hecho blanco de numerosos bulos por parte de los colectivos contrarios a la vacunación.
El brote es cierto y genéticamente el virus se vinculaba con otro aparecido en Chad, según la OMS, pero de acuerdo a un documento explicativo de esta entidad la culpa no está en el suero, sino en las bajas tasas de vacunación: “El problema no está en la vacuna en sí misma, sino en una baja cobertura vacunal. Si la población está plenamente inmunizada, estará protegida frente a los poliovirus tanto salvajes como de origen vacunal”.
La vacuna oral, clave en la erradicación de la polio
Como explica la OMS en ese documento, la vacuna oral contra la polio (en adelante, OPV) contiene un “virus vacunal atenuado que activa una respuesta inmunitaria en el cuerpo”. Es decir, una vez se ingiere el medicamento con el virus, este se multiplica en el intestino y genera anticuerpos para proteger al individuo. No obstante, en países con baja inmunización, los virus excretados por los niños vacunados tienen una mayor facilidad para desarrollar y propagar nuevas cepas, lo que da lugar a los llamados poliovirus circulantes de origen vacunal (cVDPV). Actualmente, esta es la única forma en que se propaga esta enfermedad en África.
Jaime Jesús Pérez, vocal de la Asociación Española de Vacunología, explica a VerificaRTVE que con este suero oral “existe una posibilidad muy pequeña de reversión al virus salvaje”. Remarca que esa frecuencia es “extraordinariamente baja”, inferior a “una persona por cada millón de personas vacunadas”. De hecho, según la GPEI, en 2020 se produjeron 959 casos de cVDPV en todo el planeta. La vacuna con virus atenuado, por su alta eficacia, “ha dado al mundo la eliminación de la polio, pero cuando llegamos a esta fase, hay que pasar a una vacuna inactivada inyectable, que conseguirá la erradicación total de la enfermedad”, cuenta Pérez. El experto reconoce que, en los países con menos recursos, dar ese paso está siendo más complicado debido a que las inyecciones son más caras y más difíciles de administrar que la OPV. En España, la vacuna oral contra la polio se dejó de utilizar en 2004.
Frente a quienes intentan infundir miedo respecto a las vacunas contra la COVID-19, el vocal de la Asociación Española de Vacunología asegura que los sueros contra este coronavirus que ahora se manejan en España (Pfizer/BioNtech, Moderna y Oxford/AstraZeneca) no pueden provocar cuadros posvacunales, ya que no contienen el virus atenuado sino “una parte genética del mismo, su espícula”. Aquí te explicamos las diferencias entre ellas.
La necesidad de vigilar a las farmacéuticas
La campaña para la inmunización contra el coronavirus en España ha hecho que se ponga el foco en las empresas farmacéuticas que han desarrollado las vacunas. En las redes se ha cuestionado la fiabilidad del suero de Pfizer-BioNTech apelando a que la compañía estadounidense tuvo que indemnizar a las familias de 11 niños fallecidos en Nigeria en 1996 tras los ensayos de un fármaco experimental contra la meningitis.
Aunque algunos usuarios sugieren que esta información se oculta, lo cierto es que fue recogida por multitud de medios a lo largo de los años, entre ellos The Washington Post y The New York Times. Pese a que la compañía no se consideraba responsable del fallecimiento de los menores, finalmente acordó pagar 55 millones de dólares a sus familiares.
Fue precisamente la gran repercusión pública de este suceso la que aumentó la conciencia sobre la necesidad de vigilar la labor de las farmacéuticas. Esta supervisión se aplica a través de los múltiples controles implementados por las agencias reguladoras y que han sido claves para garantizar la efectividad de las vacunas contra el coronavirus. Todas ellas han superado fases de ensayo y están sometidas a farmacovigilancia continua.