Los años 90 que inspiraran al cine español: Euforia y desencanto
- Pilar Palomero con Las Niñas y Luis López Carrasco con El año del descubrimiento revisan una década con luces y sombras
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Pilar Palomero con Las niñas -Mejor Película en los Premios Forqué- y Luis López Carrasco con El año del descubrimiento -Mejor Documental en los Premios Forqué- son los grandes favoritos de la 35 edición de los Premios Goya 2021. Ambos directores, nominados en las categorias de Mejor Película y Mejor Documental, posan su mirada en una de las décadas con más luces y sombras de la historia España. Una revisión crítica a los 90 que en los últimos años está captando la atención de numerosos autores españoles.
Euforia y desencanto de los 90
Los 90 fueron un año de euforia en España. El mundo entero miraba por primera vez a aquel país que aún estaba quitándose el polvo de la dictadura. Con los Juegos Olímpicos y la Expo de Sevilla del 92 como baluartes de modernidad, en aquellos años la exaltación colectiva estaba permitida y era muy difícil ver más allá de aquellos destellos de grandeza deslavada.
Entonces, no había tiempo para subir el mantel y mirar bajo la mesa: los casos de corrupción, la especulación inmobiliaria, las sangrantes privatizaciones o una durísima desindustrialización que provocaría años después altas tasas de paro. Y también, y no menos vergonzoso: el sexismo en prime time con las Mama Chicho, los alardes machistas de Jesús Gil en su jacuzzi y el sensacionalismo televisivo de las niñas de Alcàsser.
Que la euforia era un espejismo se ha tenido que venir a contar más de 30 años después, cuando los niños que coleccionaban camisetas de Curro y se enfundaban en un disfraz de Cobi crecieron y echaron la vista atrás. Aunque hace mucho que las idílicas miradas a aquellos 90 han cambiado, es ahora cuando el discurso toma forma.
Una revisión crítica que llega a través de la literatura, la música y el cine. Este año se han publicado ensayos que analizan aquella década como el de Juan Sanguino -Cómo hemos cambiado-, novelas como Simón de Miqui Otero, Feria de Ana Iris Simón o Las maravillas de Elena Medel. La exposición Acción. Una historia provisional de los 90 -hasta el 7 de febrero en el MACBA- indaga también en las luces y sombras de aquella época.
También en la pantalla, series como Veneno, de Javier Calvo y Javier Ambrossi, basado en el libro de Valeria Vegas o Patria, que indaga en los años previos; documentales como El año del descubrimiento, de Luis López Carrasco, o películas de ficción como Las niñas, de Pilar Palomero colocan el foco en aquellos años.
El año del descubrimiento
Como a Pilar Palomero, para Luis López Carrasco, los años 90 le pillaron dando el salto de la infancia a la adolescencia. Durante aquellos años de triunfo español ellos vieron los palacios en el aire y los escombros posteriores. En El año del descubrimiento, López Carrasco retratar un tiempo histórico que aún arrastraba los fantasmas del franquismo.
Era la época de la Transición, pero su maestría es narrarla sin hablar directamente de ella. El director murciano se centra en un hecho muy particular que ocurrió en Cartagena, el incendio del Parlamento murciano. Un momento de quebranto social en el que España, y especialmente Murcia, vivía una durísima reconversión industrial.
López Carrasco ya se atrevió con otra revisión al pasado, en este caso la del optimismo de los 80, en el documental El futuro (2013) que ya realizó en 2013 con otro documental 200 minutos de metraje que no pesan en el espectador y que consiguen convertir un bar industrial de Cartagena en el mapa emocional de los trabajadores de aquella época, reflejo costumbrista de la desigualdad española que empezaba a fraguarse en aquellos años.
Las niñas, de Pilar Palomero
De nuevo en 1992. Palomero (Zaragoza, 1980) usa Las niñas para hablarnos sobre un cambio de etapa personal que puede extrapolarse a un país entero. Cuando el optimismo de la infancia da paso a la realidad, esa que llega de golpe al descubrir el mundo adulto de las mentiras.
Un filme que evoca nostalgias, sobre la iniciación, y que se configura como un cruce de caminos que pone de manifiesto la tensión entre la modernidad y el pasado anclado en raídas estructuras. Todo ello a través de la mirada de una niña que unas noches quiere un Cola-Cao caliente y el abrazo de una madre y, a la otra, fuma con sus amigas y pinta sus labios de carmín.