Shahed Khamees Al-Jadi, una líder juvenil en la Franja de Gaza
- Víctima de acoso escolar por una discapacidad ocular, la ayuda de otras mujeres le hizo recuperar la confianza
Shahed Khamees Al-Jadi nació hace 17 años en Gaza. Decidió contar su historia ante los micrófonos de Radio Nacional. Una joven estudiante de instituto que en su corta existencia ha vivido dos guerras y un largo bloqueo por tierra, mar y aire, rodeada por un muro construido por Israel. Y la discriminación de una sociedad tradicional, patriarcal, en la que nacer mujer añade un obstáculo más.
Víctima de acoso escolar por una discapacidad ocular, llegó a odiar su sexo y sus gafas. El rechazo de los demás se convirtió en rechazo a sí misma, en vergüenza. Se convenció de la debilidad que le habían asignado y las cuatro paredes de su dormitorio fueron, durante mucho tiempo, su único refugio.
Hasta que la ayuda de otras mujeres logró desplegar sus alas. Crearon para ella un espacio seguro en el que poder expresarse, reforzaron su confianza y capacidades y Shahed voló. Con tanta fuerza que ahora su testimonio satura el sonido de la grabadora: "La sociedad tiene que cambiar la imagen que tiene de las mujeres. Debemos ser iguales en la vida, en el trabajo, a la hora de opinar. No hemos nacido únicamente para el matrimonio, para servir al marido. Podemos hacer las mismas cosas que los hombres".
Su vida ha cambiado, ella ha cambiado su vida. "Ya no me considero inferior. Voy a luchar por alcanzar todos mis sueños. Porque otras jóvenes como yo puedan sentirse representadas en mí y se vean libres de toda opresión". Porque lo que no se ve no existe y tener referentes como Shahed es la clave para que niñas y adolescentes en lugares como Gaza escapen del rol que otros les han marcado.
"Muchas jóvenes ven esas actitudes machistas como normales, las aceptan. Consideran como un pecado no hacerlo. Pero son esas mismas tradiciones las que nos impiden cambiarlas. Los hombres no están dispuestos a perder sus privilegios y nos hacen creer que esa es la única vida que podemos tener. Yo quiero que ellas entiendan que no es así", denuncia. A través de esas gafas que fueron una de sus prisiones, Shahed visualiza ahora su futuro. Se ve dentro de diez años llegando al lugar que ha imaginado, a alcanzar el sueño que, asegura, luchará por hacer realidad.
Víctimas, siempre víctimas. Números, solo números. Esa representación monolítica que en el imaginario occidental impide ver la diversidad, las entidades propias, un cuadro complejo en el que los trazos no son únicamente blancos o negros.
Porque el paternalismo y el orientalismo suelen marcar la mirada hacia Gaza y sus mujeres. Y, de repente, llegan ellas con palabras como mazos para derribar barreras visibles e invisibles y hacerse las dueñas de su propia narrativa. Ya lo escribió Maya Angelou: "No hay mayor agonía que llevar una historia no contada dentro de ti".