Susy Groszman, la voluntaria que ayuda a las mujeres que huyen de la comunidad ultraortodoxa
Susy Groszman leía el periódico en su casa de Jerusalén cuando se topó con un anuncio que, sin saberlo entonces, le cambiaría la vida: “Hillel busca voluntarios”. Llamó, la entrevistaron y empezó a colaborar con ellos. Ha pasado una década de aquello. Sigue siendo una desconocida para la mayoría, pero su trabajo silencioso ha sido crucial para salvar a decenas de jóvenes que no sabían cómo salir de una realidad que les asfixiaba.
“Hillel” es una rareza entre las organizaciones sin ánimo de lucro en la conservadora Jerusalén. Ayudan a los ultraortodoxos judíos Una odisea teniendo en cuenta las estrictas normas de los jaredíes, religiosos ultraconservadores, conocidos también como los temerosos de Dios.
“No les incitamos a que dejen la comunidad. Ellos tienen que estar decididos a hacerlo por razones propias. Y una vez que lo hacen nosotros les ayudamos a integrarse en la sociedad. Les damos apoyo psicológico, formación académica, a veces incluso un techo porque una vez que salen de su comunidad, la mayoría son repudiados y están completamente solos”, nos explica Groszman.
Dar ese salto al vacío es especialmente duro para las jóvenes y mujeres jaredíes, sobre las que recae un peso mayor. Muchas han sido criadas solo para tener grandes familias, muchos hijos. Su papel en la comunidad es básico porque mientras sus maridos, padres y hermanos se dedican al estudio de los textos sagrados, ellas llevan el peso de la casa, del cuidado de los niños y también realizan trabajos para sostener económicamente a sus familias.
Susy ha ayudado a decenas de ellas. Se ha convertido en su tutora, en su sombra, enseñándoles a veces cosas tan básicas como navegar por internet, abrir una cuenta bancaria, buscar un trabajo o a relacionarse con los hombres desde una perspectiva de igualdad. No siempre se consigue. Algunas abandonan el proceso e incluso ha habido casos de suicidios porque la presión es máxima.
“Es durísimo y lleva años, pero merece la pena cuando ves cómo se convierten en la persona que soñaban ser” asegura. Porque no hay nada más importante en la vida que ser quien uno quiere ser. Susy, con su fuerza silenciosa y constante, y sin pedir nada a cambio, les ayuda a conseguirlo.