Un año de pandemia en el Centro de Salud Buenavista de Toledo

• El informativo 14 horas presentado por Ana Sterling se ha trasladado al Centro de Salud Buenavista de Toledo
• Cuando se cumple un año de la pandemia, sanitarios, administrativos y trabajadores sociales cuentan cómo lo han vivido en primera línea

14 horas - Las enfermeras del centro de salud Bellavista, un año después: "Lo peor era la angustia ante lo desconocido"

En el Centro de Salud Buenavista de Toledo el coronavirus lo ha cambiado todo. El trabajo se ha multiplicado y se hace de forma distinta a la que conocíamos. Así se lo cuentan los sanitarios que allí trabajan, casi 40, a Ana Sterling, que recorre, micrófono en mano, sus silenciosos pasillos.

Los centros de salud, línea directa con los ciudadanos

En marzo del año pasado, en pocas horas tuvieron que ponerlo todo patas arriba. "Fue un cambio abismal, de muy pocas horas, en la reorganización de un centro. Pensar, pensar cómo hacerlo para que el paciente se quede atendido. El primer día concretamente abrimos con miedo, con incertidumbre, con angustia, era todo muy desconocido. Había que vivir minuto a minuto y día a día", cuenta Laura Sánchez, una de las enfermeras.

Una de sus compañeras, Carmen Ruiz, se contagió. "Ingresé el día 17 y la semana anterior estuve trabajando en la consulta con gente que estaba infectada ya. Yo pensé que era un catarro más grande de lo normal, pero a las dos horas me di cuenta de que probablemente sea el coronavirus." Ingresada sintió la soledad, el miedo y la falta de su familia. "No sabes si les vas a poder ver. Había mucha incertidumbre porque no sabías si los tratamientos eran eficaces. A la semana pegué un bajón, me tuvieron que enganchar al oxígeno. Tenía que ir al baño pero no sabía si llegaba a volver a ponérmelo", cuenta.

Las vacunas: la esperanza de la pandemia

La esperanza de esta pandemia, las vacunas, se están administrando en este centro. En España ya se han inyectado casi 5 millones de dosis. Los más vulnerables la han recibido con la esperanza de recuperar una parte de lo que les han arrebatado. Una de las encargadas de la vacunación es Marisa García. "Estamos con el grupo de edad de 80 a 95 años. Todavía no hemos acabado porque al ser una población anciana hay un gran porcentaje de personas para vacunar. Los viales van llegando, se llama a las personas y se les cita. Todos vienen nerviosos, es el denominador común. Por supuesto vienen contentos. Alguno con temor por si le va a sentar mal, pero cada vez menos", ha explicado.

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Otro papel clave en esta pandemia es el de los rastreadores, que controlan los contagios. María Bermúdez, enfermera, fue la primera persona que se formó en Toledo para ocuparse de esta labor. "Esto va subiendo y bajando. Esta semana nos ha parecido que ha subido un poco, pero no a niveles de hace cuatro semanas". Asegura que por lo general la gente cumple con las cuarentenas que ella impone y que el seguimiento es fundamental para que se respeten. "Cuando se ponen en contacto con nosotros porque hay una persona que ha dado positivo, la gente está agobiada, te piden la PCR... La gente está preocupada."

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La atención telefónica ha llegado para quedarse

En la zona de administración, lo primero que uno se encuentra al llegar al centro de salud, Luis Toledano y su equipo atienden las llamadas telefónicas, que han aumentado. "El médico se pone en contacto por teléfono si puede solucionarlo y sino les pide que vengan presencial. La aceptación ha sido muy buena. Están contentos."

Uno de esos médicos es Carmen Baz, que echa de menos el contacto con el paciente. "Es una dificultad porque no es lo mismo tener un paciente delante, que te cuenten una lesión, que tú verla. Algunas cosas son posibles por teléfono, como las recetas o gestiones administrativas, pero si es algo que pensamos que hay que verlo, se les cita aquí", ha dicho.

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Los trabajadores sociales, un apoyo imprescindible

Ángel Pacheco es uno de los trabajadores sociales. Cuenta que lleva 30 años trabajando y que en esta pandemia ha vuelto a tener sensaciones del principio de su carrera. Recuerda historias especialmente duras. "Hay una historia del principio de la pandemia me dejó bastante impresionado. Hubo dos niños, de 10 y 12 años, cuyos padres ingresaron de urgencias. La madre falleció y tuvimos que estar siguiéndolos, ayudándolos, consolándolos, y recuerdo estar en mi casa con mi mujer y llamarlos para tranquilizarlos." Describe sobre todo la impotencia que ha sentido. "Llamas por teléfono, suena y no lo cogen... Estabas solo ante el peligro", cuenta.

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Así está el Centro de Salud Buenavista de Toledo un año después de que la OMS declarase la pandemia, que ha dejado 2.600.000 muertos en el mundo.