Marina Logares, matemática: "La mujer lesbiana vive problemas específicos en el mundo académico"
- "En el nivel máster, caen unas cuantas; ante el doctorado, caen más", asegura Logares
- Esta activista LGTBI denuncia que "en la vida académica española faltan protocolos de igualdad, diversidad o inclusión que existen en Universidades extranjeras"
- Puedes ver "Mujeres y política" de Objetivo Igualdad también en redifusión esta noche a las 00.30 horas y en RTVE.es
En las matemáticas, ciencia con nombre femenino plural, pero que suele asociarse con los hombres, las mujeres que han destacado y contribuido a su avance y desarrollo son muy poco conocidas: Hipatia, Sophie Germain y la teoría de la elasticidad; Ada Lovelace y el algoritmo que abre la puerta al cálculo mecánico; Emmy Noether y las teorías de los anillos y los números; Mary Cartwright y sus teoremas; Katherine Johnson y sus cálculos para la NASA y la conquista del espacio; Maryam Mirzajani y sus estudios sobre geometría hiperbólica, primera mujer galardonada con la Medalla Fields, el Nobel de las Matemáticas…
Pocas mujeres en los libros y en las clases
Los retos abstractos y la diversidad, la ciencia matemática y los derechos del colectivo LGTBI son los grandes intereses de Marina Logares (Madrid, 1976), doctora en Matemáticas y profesora en la Facultad de esta especialidad en la Universidad Complutenses de Madrid. Tanto en la ciencia como el colectivo LGTBI, son campos donde las mujeres son una minoría, por lo general poco visible, pero que va ganando terreno en sus reivindicaciones.
En sus clases, las mujeres son minoría, quizás porque, como señala un estudio publicado en la revista Science, a partir de los 5 años, el interés de las niñas por las ciencias disminuye, las consideran más difíciles, propias de niños. O quizás también porque nadie se las explica bien y abone su interés.
“Hay menos mujeres que eligen la investigación y además vas viendo cómo van cayendo“
Pese a ello, si se interesan por las ciencias y, en particular, por las matemáticas. No obstante, a medida que se avanza en el grado de especialización, son más las que abandonan. Así lo ha constatado Marina Logares en su experiencia como docente: “Sabemos -indica- que cuando llegamos al nivel de si seguir la investigación en Matemáticas o irte al mundo laboral en la empresa, hay menos mujeres que eligen la investigación y además vas viendo cómo van cayendo. En el nivel máster, caen unas cuantas; ante el doctorado, caen más; después, buscar ya una plaza, sigue cayendo y cayendo y cada vez hay menos mujeres. Veo menos apoyo por parte de sus amigos o de la sociedad misma”.
Pero si hay algo no sexista son, precisamente, las matemáticas. “Esa abstracción nos ayuda a entender mejor la discriminación. Yo soy superfán de que los matemáticos, los y las matemáticas, gracias a la abstracción, seamos los primeros en eliminar la discriminación”, señala Logares.
Sesgos sexistas
Sin embargo, en la vida académica, sí existen sesgos sexistas. Y Marina los ha experimentado: “Me ha pasado ir a un centro de investigación a oír una charla, llegar un poco antes porque el conferenciante es un amigo mío. Mientras estamos hablando de investigación, viene el organizador de la charla y me dice ‘Oye, Marina, puedes ir a por el mando del cañón’. Un momento, yo estoy hablando con esta persona y no soy de este centro. No soy la de los recaditos. Persiste ese sesgo de ver a la mujer no como igual, sino como subordinada”.
Otra cosa que Logares echa de menos en la vida académica española son los protocolos de igualdad, diversidad e inclusión, existentes por ejemplo en las mejores universidades de Canadá y Estados Unidos. Aunque la Ley de la Ciencia de 2011 propugna que no existan sesgos ni discriminación en las evaluaciones y en las oportunidades de desarrollo profesional y académico, la discriminación sexista y la dificultad para entender la diversidad persisten.
Como mujer lesbiana y activista de los derechos LGTBI, Logares ha vivido en su vida académica situaciones que muestran lo mucho que queda por hacer. Por ejemplo, a la hora de asistir a un congreso académico o en viajes de investigación, el lugar de destino puede plantear un problema de seguridad personal, ya que no se toleran o se rechazan, por ejemplo, a las lesbianas. Y no participar en ese congreso o trabajo influye en el currículum. Y al final, supone también hacer pública una orientación sexual no siempre entendida o tolerada.
A diferencia del hombre gay, Marina subraya que “la mujer LGTBI es más invisible y también está más discriminada. Lo está como mujer y como lesbiana. No participas de esta sociedad por ningún lado, ni por tu pareja ni por nada. Además, imagínate, mujer trans, lesbiana, ya ni te cuento. Mujer, trans, lesbiana y mayor; mujer, trans y razializada… “.
Pero la gran pregunta según la perspectiva del trabajo científico, subraya Logares, es simple. “¿Queremos captar a todas las buenas mentes? ¿Queremos tener a los mejores entre todos o queremos solo a los mejores de un determinado sector de la población?”.