La (difícil) supervivencia de artistas falleros e indumentaristas
- Los artistas falleros trabajan en los monumentos de 2022 sin saber si podrán quemar los de 2020 y 2021
- El sector de la indumentaria acumula pérdidas de hasta un 95% y el impacto de la pandemia sobre las Fallas puede llegar a los 700 millones de euros
El monumento que debería estar plantado en la falla de l’Antiga de Campanar permanece en un almacén. Su creador, Carlos Carsí, obtuvo el último primer premio de especial. Fue en 2019, hace una eternidad. “Aparte de esperar a la fecha que nos digan para plantar las Fallas de 2020 y 2021, ahora estamos haciendo monumentos para 2022. Los elaboramos poco a poco, sin parar para no tener que cerrar”.
“Ingresamos una cuarta parte de lo que haríamos normalmente“
Entramos en su taller. La actividad es muy inferior a la que se viviría cualquier otro mes de marzo. Hay menos personal, menos prisas, más silencios. A pesar de las ayudas a las comisiones para que encarguen sus monumentos, el negocio ha caído. “Económicamente ha sido un mazazo”, reconoce Carsí. “Pese a que en Valencia ciudad se han dado ayudas a las Fallas, en poblaciones como Alboraia no ha sido así. En este taller estamos ingresando una cuarta parte de lo que ingresaríamos normalmente”. Y añade más cifras al drama: “Hoy somos 6 trabajadores de los 10 que teníamos en nómina, hemos tenido que recurrir a ERTE o a no renovación de contratos. Todo para no bajar la persiana”.
La incertidumbre de los artistas falleros
En el taller de Xavi Gurrea, más conocido como Cap de Suro, se construyen las fallas infantiles para 2022 de diferentes comisiones como El Pilar o Pizarro-Cirilo Amorós. En su almacén guarda algunos monumentos que deberían haberse quemado en 2020. “No sabemos si las plantaremos alguna vez”, reconoce. “Al principio me costó entender por qué no nos dejaban plantar. Con el paso de las semanas fuimos conscientes de la gravedad y lo asumimos”.
Ha pasado un año de la primera suspensión. Las sensaciones desconocidas se acrecientan en semanas como la que va del 15 al 19 de marzo. Sin pandemia, serían días frenéticos, de muchas horas de vida y poco dormir. De ambiente festivo, de sonido de petardos y bandas de música por las calles, de olor a buñuelos y chocolate en cualquier esquina. De ríos de gente.
“No sé si plantaremos alguna vez las Fallas de 2020 y 2021“
“Los ánimos van acordes con la sociedad”, confiesa Carlos Carsí. “Se está alargando todo y no parece existir una frontera: tal o cuál día volverá la normalidad. No va a ser así y los ánimos están decaídos”. Gurrea comparte preocupaciones e intenta extraer algo positivo de la situación. “He aprovechado para experimentar con otros materiales y evolucionar en la creación artística”, afirma. “No me he planteado cerrar porque las Fallas son mi vida y tengo compromisos con las comisiones, pero esa situación me ha servido para plantearme cosas, volver a estudiar, hacer cursos…por si acaso”.
El sector de la indumentaria cae un 95%
En paralelo a los artistas falleros viven otros ámbitos, como el de la indumentaria tradicional. Las tiendas, en estas fechas, estarían a rebosar. Hoy apenas hay movimiento. Giorgio Guillot, vicepresidente de Asociación de comercio de Indumentaria Valenciana, considera que el sector está “abandonado y muerto. Hay un 95% de pérdidas”. Según la asociación, han cerrado hasta 25 negocios. Además, arrastran otro problema: la falta de diversificación, al ser un negocio muy especializado, vinculado directamente a las fiestas falleras. “Podemos adaptarnos a las circunstancias haciendo otro tipo de confección, pero tal y como está el tema sanitario no podemos ir mucho más allá”.
“El sector está abandonado y muerto: han cerrado 25 negocios“
Irene Sancho, de Segles Indumentaria Valenciana, asegura que están a cero desde el inicio de la crisis. “Llevamos 5 años en marcha, 2 de los cuales completamente secos por la pandemia. Por el momento subsistimos con nuestro patrimonio personal, con ahorros que teníamos, pero no sabemos cuánto tiempo más podremos aguantar con eso”.
Las quejas van en la misma línea de los artistas falleros. “Las instituciones han dado algunas ayudas, pero son de risa”, asegura Guillot. “Sirven para sobrevivir dos meses si tienes una empresa pequeña. Para negocios con muchos empleados y pagos resulta imposible llegar a fin de mes, y no sabemos hasta cuándo vamos a poder subsistir cultivando la tradición valenciana”.
Reinventarse en tiempos de crisis
Ante la lentitud de las ayudas y las pérdidas por la suspensión de la fiesta, los indumentaristas falleros de Xàtiva han decidido unirse y reconducir su producción. Todos juntos bajo la marca Indumenta’t, crean bolsas y complementos artesanales exclusivos, de la misma tela de la que elaboran los vestidos. “Queremos que cada producto sea exclusivo”, cuenta Vicente Blasco, indumentarista y diseñador. “No hay masificaciones, no hay una producción industrial, todo es artesano”.
“No hay produccion industrial, todo es artesano“
La respuesta en redes sociales y en tienda ha sido buena. Se conciben como regalos y se venden con el orgullo de llevar puesto un trocito de la fiesta que (de momento) no se celebrará. “Mi hija vive en Holanda y le voy a mandar un bolso hecho con tela de fallera”, confiesa Mercedes Montagud, otra indumentarista que participa del proyecto que no solo ha servido para subsistir sino también para unir al sector en tiempos difíciles.