Europa afronta una nueva subida de contagios con el foco de la mortalidad en el este del continente
- Cuatro países registran la tasa de fallecidos más elevada de la tercera ola, con cifras no vistas en períodos anteriores
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En las últimas semanas de esta tercera ola de casos de COVID-19 en Europa, la República Checa, Eslovaquia, Hungría y Bulgaria son los países europeos que ahora están registrando las tasas más altas de fallecidos. Los cuatro tienen en común que durante la primera ola dieron cuenta de una mortalidad relativamente baja en comparación con el resto de territorios europeos. Ahora, en cambio, sus cifras son más elevadas.
Todos tienen más de un muerto por cada 100.000 habitantes (con media de los decesos diarios en siete días), con Bulgaria con el escenario más bajo de este rango (1,44) y la República Checa duplicándolo (2,01). En el caso de este último y Eslovaquia, los datos apuntan a una mejoría, ya que en ambos la tendencia de la curva parece estar en descenso. En lo que respecta a Hungría y Bulgaria, ninguno ha alcanzado su máximo por el momento.
En otro escalafón se situarían seis países que en la actualidad acumulan cifras menos elevadas que las anteriores, pero que superan a las del resto del continente. Son Polonia (0,71 decesos por cada cien mil), Luxemburgo (0,7), Estonia (0,66), Malta (0,59), Italia (0,57) y Letonia (0,52).
A diferencia de España, donde el estancamiento de la situación ha sido palpable en los últimos días -aunque este miércoles la incidencia ha subido una décima y se empieza a hablar de cambio de tendencia-, la situación se ha encrudecido en las últimas semanas en esos países. De hecho, desde hace un tiempo se observa un crecimiento de los casos en casi todo el territorio europeo.
¿Cuál es el cambio respecto a las otras dos olas?
Entre marzo y principios de mayo de 2020, mes en el que la mayor parte de Europa comenzó a aplicar medidas de desescalada, los países que registraron cifras más elevadas de fallecidos fueron Bélgica, Francia, Reino Unido, Italia e Irlanda. De hecho, en esa gran oleada fue precisamente Bélgica el que registró el pico más alto de ese período: 2,92 fallecidos por cada 100.000 habitantes (de nuevo, el dato se refieren a una media de muertos diarios en siete días).
No obstante, no fue la única época donde se anotó una subida brusca de la incidencia cambio de tendencia. Por ejemplo, algunos territorios experimentaron grandes aumentos a finales de enero. Fue el caso de Portugal, que vivió su peor momento tras las Navidades. Con un pico de 2,83 muertos, el país estuvo cerca de dejar atrás la marca de Bélgica y superó al siguiente país, Croacia, cuyo máximo está en 1,93 decesos por cada 100.000 habitantes.
El aumento de contagios en Europa del Este podría deberse a varios factores. Por ejemplo, la lentitud a la hora de tomar medidas para prevenir estas subidas, unas restricciones demasiado laxas o la penetración muy elevada de las variantes del virus, especialmente la británica, que desde un primer momento se alertó de su alta transmisión.
Aunque la mortalidad se aprecia especialmente en esa parte del continente, en el resto comienza a notarse un cambio de tendencia. Es el caso de Francia, donde las hospitalizaciones han vuelto a niveles de noviembre, mientras que Italia afronta un nuevo confinamiento. En el caso del Reino Unido los viajes están prohibidos y las personas que ingresan en el país deben realizarse hasta tres PCR.