No es solo Navacerrada: las estaciones de esquí españolas, en peligro ante el avance de la crisis climática
- El cierre de Navacerrada pone el foco en la viabilidad del resto de estaciones, amenazadas por la rápida pérdida de nieve
- El organismo que gestiona las pistas catalanas ya asume que tendrán que renunciar a las cotas inferiores a 2.000 metros
El cierre de la histórica estación de esquí de Navacerrada, una de las primeras de España, ha hecho saltar las alarmas. El Organismo Autónomo Parques Nacionales, dependiente del Ministerio de Transición Ecológica, decidió no renovar la concesión de tres pistas a la empresa que gestionaba esta instalación por su impacto ambiental y por la creciente amenaza de la crisis climática. Desde la década de los 70, la temperatura media en el Puerto de Navacerrada ha aumentado 1,95 grados y la nieve se ha reducido en un 25%.
La orden, que según la concesionaria de esta estación ubicada entre Madrid y Segovia les aboca a un "cierre definitivo", ha puesto el foco en la viabilidad del resto de pistas de esquí en España, afectadas por el cambio climático y la desaparición de la nieve. En el pirineo catalán, donde se concentra casi un tercio de las 38 estaciones que hay en España, en 2050 se habrá perdido la mitad del manto de nieve a partir de los 1.800 metros de altitud.
A pesar de este dato, el director de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya, la entidad responsable de las estaciones de esquí de esa comunidad, no cree que tengan que cerrar ninguna estación siguiendo el ejemplo de Navacerrada. Sí que advierte, en cambio, de que será inviable mantener la práctica del esquí a cotas inferiores a 2.000 metros. "Es muy complejo conservar la nieve. Tendremos que renunciar a las cotas de 1.800 o 1.900 metros", ha explicado a RTVE Ricard Font.
En los últimos diez años se han reducido las nevadas, pero ha aumentado la nieve que traía cada una de ellas, según detalla Font. Eso, junto a la producción de nieve artificial, permite que las estaciones pirenaicas puedan seguir abiertas hasta abril, algo “excepcional” en estas latitudes.
"La viabilidad de muchas estaciones está en peligro"
No corren la misma suerte, sin embargo, las estaciones situadas en el Sistema Central o en Sierra Nevada, las más afectadas por el aumento de las temperaturas, según José Luis García, responsable de la campaña de cambio climático de Greenpeace. Toda España "es zona de riesgo, pero las estaciones del Sistema Central y Sierra Nevada son las más vulnerables y ya han tenido inviernos sin nieve", advierte.
"Con la subida de temperatura va a haber menos hielo, menos nieve. La viabilidad de esta -Navacerrada- y muchísimas estaciones de esquí está en riesgo", prosigue el portavoz de la organización ecologista. Como dato, aporta que España se quedará sin glaciares de aquí a mitad de siglo.
El diagnóstico no lo hace solo Greenpeace, sino también el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que en su último informe señala que "el cambio climático afectará a los centros turísticos, en particular a los centros de esquí, playa y naturaleza", y señala que “los asentamientos cuya economía esté estrechamente vinculada a actividades sensibles al clima y dependientes del agua”, como las estaciones de esquí, son "particularmente vulnerables".
Las predicciones no se refieren a un futuro lejano, sino que ya están ocurriendo alrededor del mundo. En Bolivia, la única estación de esquí del país tuvo que cerrar tras la retracción del glaciar Chacaltaya. A 5.260 metros sobre el nivel del mar, era la estación más alta del mundo. Otro estudio, publicado esta semana, muestra que la temporada de nieve se ha reducido en un mes en los Alpes durante los últimos 50 años.
Ya en España, la ampliación de la estación aragonesa de Cerler provocó el rechazo de buena parte de los vecinos del valle de Castanesa, mientras que las asociaciones ecologistas han lanzado la voz de alarma ante los planes de ampliación de pistas recurriendo a la nieve artificial, como la de la estación de Leitariegos, en León.
¿Es posible adaptarse?
Ante el reto de su supervivencia, las estaciones de esquí buscan nuevas vías de adaptación. Una de ellas pasa por la innivación artificial, algo que en Cataluña pretenden hacer de manera más sostenible. "Queremos producir el doble de nieve con la mitad de energía y con la misma agua", apunta Font, y plantea que este proceso se haga en "pequeñas ventanas de tres o cuatro días" y a temperaturas más altas.
Además, las estaciones de esquí del Pirineo buscan una reconversión a "estaciones de montaña", como prefiere denominarlas el presidente de FGC. Asegura que buscan una "simbiosis" entre estas instalaciones y los parques naturales, donde estos últimos sean los protagonistas. En los últimos años, Font ha detectado un "cambio de mentalidad" en el que el esquí alpino ha cedido protagonismo al esquí de montaña, el nórdico o al senderismo, que se pueden aprovechar de los telesillas y remontadores ya existentes.
"La función de las estaciones es ser puerta de entrada a los parques", dice Font, quien rechaza que puedan ocasionar problemas de masificación como los que argumenta el Ministerio de Transición Ecológica para no renovar las concesiones de Navacerrada. Al contrario, afirma, "no dejan de ser reguladores de esta posible masificación, solo puede acceder quien tiene forfait".
El responsable de las estaciones catalanas sugiere que la crisis del coronavirus, que ha implicado una enorme reducción de la actividad de estas instalaciones, puede servir como una enseñanza. "No estamos vendiendo todo lo que podríamos porque intentamos que no haya colas", explica, algo que se podría hacer en el futuro para evitar aglomeraciones en espacios de gran valor ecológico.
Para Greenpeace no es tan fácil la adaptación de estas instalaciones. "No tendría mucho sentido. Si de verdad se quiere evitar este impacto lo que hay que hacer es poner freno al cambio climático", asegura García, algo en lo que España va lenta. Su Ley de Cambio Climático plantea una reducción de emisiones del 23% de aquí a 2030, algo que según el portavoz de Greenpeace es "poco ambicioso" e insuficiente para frenar el aumento de temperaturas.
Navacerrada: una batalla política
El cierre de la estación de esquí de Navacerrada no ha tardado en convertirse en un campo de batalla política, más cuando Madrid ya está inmersa en precampaña antes de las elecciones del 4 de mayo. El pasado jueves la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, atacó al Gobierno asegurando que la clausura de esta estación es una "agresión al mundo rural".
Ayuso pedirá que se mantenga abierta esta estación de esquí "tan querida y tan necesitada para los madrileños amantes de la montaña" y ha negado que haya una "razón climática", ya que, si así fuera, "no se abriría ninguna pista en España".
Puerto de Navacerrada, la concesionaria de la instalación, también fue muy dura contra el Ministerio. Tachó de "decisión política arbitraria" el cierre de las tres pistas de la vertiente segoviana de la estación, lo que aboca a la estación a su "cierre definitivo", ya que son las pistas más rentables, y supondría la pérdida de 30 puestos de trabajo directos y 200 indirectos. Las pistas tendrán que cerrar el 3 de abril y tendrán que estar desmanteladas en octubre. A partir de ese momento los terrenos volverán a dominio público y tendrán que ser rehabilitados.
En el lado contrario se sitúan las asociaciones ambientalistas. Ecologistas en Acción recuerda los "graves impactos ambientales que genera el esquí alpino practicado en estas condiciones", como el "despilfarro económico y energético de producir nieve artificial, grandes aglomeraciones humanas asociadas a residuos, contaminación atmosférica, etc.". Todo ello, denuncian, "en un entorno natural frágil como son las cumbres de las montañas".
La clausura de las pistas de Navacerrada se dio por el delicado equilibrio de esta zona, en la cercanía de los valiosos ecosistemas del Parque Nacional de Guadarrama, pero a la vez próxima a Madrid, con las masificaciones que ello conlleva cada fin de semana. Esta estación fue la cuna del esquí en España y el hogar deportivo de la familia Fernández Ochoa, pero si se confirma definitivamente el cierre, será la primera en desaparecer en España por el cambio climático, una advertencia para el resto de pistas en el país europeo más vulnerable a la crisis ecológica.