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Esteban Hernández: "Europa y EE.UU. se equivocaron al externalizar lo esencial"

Hablamos con Esteban Hernández, periodista y ensayista, que aborda en su último libro las transformaciones que está atravesando el mundo, y que la pandemia ha acelerado

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Esteban Hernández: "Europa y EE.UU. se equivocaron al externalizar lo esencial"

El último libro de Esteban Hernández está escrito contra el fatalismo y esa mala costumbre de pensar que la Historia ha terminado. Al contrario, objeta el periodista y ensayista, quien se remonta a decisiones recientes para demostrar que no existe destino manifiesto, ni mecánica infalible, sino que el rumbo humano sigue siendo un caballo desbocado al que distintas fuerzas luchan por ponerle las riendas.

Escribe Esteban Hernández, en las primeras páginas de Así empieza todo (Ariel, 2020), que "el sistema inmunitario occidental" está pagando sus errores recientes: la guerra de Irak, que ha alimentado el terrorismo islamista; la destrucción de Libia, que ha convertido al país en una plataforma de migrantes dispuestos a jugarse la vida en el Mediterráneo; o la gestión de la crisis financiera en Europa, que terminó alentando la eurofobia en el seno del continente.

Lejos de ser decisiones marcadas por unas imaginarias pero todopoderosas fuerzas del destino, Hernández cree que el "mecanicismo fatalista" es una "versión de la pereza intelectual, una justificación banal de los errores del poder: los sistemas atribuyen a la fatalidad lo que son simples y profundos fracasos".

Un ejemplo en el contexto de la pandemia: la gestión europea de las vacunas. Hernández, en conversación con RTVE, dice que "un error común de Estados Unidos y la Unión Europea fue la externalización de todo lo esencial. Al derivar la producción fuera de sus países, al reorientar la economía hacia lo financiero, dejaron en manos de otros territorios lo que era fundamental. ¿Qué ocurre? Que China ha aprovechado y se ha asentado como gran potencia precisamente por esa debilidad occidental, por esa falta de conciencia occidental, de mantener un músculo propio fuerte".

Resultado, en la Unión Europea: "algunas de las vacunas fueron ideadas aquí, en Alemania, pero eso no ha servido para que tengamos un suministro adecuado. Luego la lógica de regresar, de mantener las potencias propias dentro de un entorno cercano, es indispensable", concluye Hernández.

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En Europa todavía no se ha tomado esa decisión, pero el autor de Así empieza todo detecta "movimientos de fondo que están recorriendo la Unión Europea y tratando de reorientarla hacia otro sitio. Creo que estamos en un momento de tensión entre dos polos de la UE, y uno de ellos sí optaría por ese tipo de acciones, de traer de vuelta la producción".

Una demostración de que el paso es posible está en la historia reciente de Estados Unidos. Hernández recuerda que "en el año 2005, Estados Unidos tuvo problemas con la vacuna de la gripe: producía fuera del país, en dos centros, y uno de ellos cerró por deficiencias estructurales. Resultado: déficit de vacunas en Estados Unidos. Al año siguiente, el presidente George W. Bush no solo puso en marcha varias fábricas dentro del país, sino que compró empresas para producir ellos mismos la vacuna". Hoy, recordemos, Estados Unidos es más que autosuficiente en vacunas.

De vuelta a Europa, las críticas por la lentitud a la hora de enviar ayuda sanitaria básica, o las que está recibiendo por la gestión de las vacunas, no tienen por qué dar, necesariamente, nuevos aires a movimientos eurófobos o separatistas, según Esteban Hernández, quien los considera "un poco debilitados" después del Brexit. Lo que sí preocupa al también jefe de opinión de El Confidencial es que no se sabe si "el motor europeo, es decir, Alemania y Francia, van a dar el paso adelante para generar una Unión Europea fuerte que ayude y desarrolle al conjunto de los territorios". Según el periodista, "si eso no ocurre, si el motor europeo no arranca, las ideas de separación van a aumentar en los próximos años".

La guerra oculta del siglo XXI

En Así empieza todo, Esteban Hernández afirma que "los regímenes hegemónicos dejan de serlo por sus propias equivocaciones, de modo que bastaría con corregir las debilidades internas para continuar en la posición dominante. Pero eso obligaría a reconfigurar el sistema y es justo lo que se está tratando de evitar".

Le preguntamos, ¿es el New Green Deal, el Nuevo Pacto Verde, prometido por el nuevo presidente de Estados Unidos y asumido por la Unión Europea, una posible solución a esos problemas de fondo? Responde: "puede ser una oportunidad, si está ligada a lo productivo. Pero también puede ser una trampa. Si tú piensas ese cambio verde exclusivamente en términos de generación de beneficios, puede ocurrir que hagas grandes inversiones que luego no sean rentables y que acaben generando mucha deuda porque no hayan ofrecido los retornos necesarios".

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La nueva economía basada en la sostenibilidad puede ser el campo de batalla de las guerras ocultas del siglo XXI. En palabras de Hernández: en el New Green Deal, "hay fondos de inversión muy decididos a reorientar todo ese proceso en función de sus intereses de máxima y rápida rentabilidad. La otra opción es aprovechar la oportunidad para reconstruir industrialmente Europa".

De ese combate depende el futuro del continente, según el periodista, pues "las empresas, como las sociedades, necesitan estabilidad y continuidad. Cuando lo que tú intentas es conseguir el mayor rédito en el plazo más corto, lo que haces es desestructurar el entorno. Lo estamos viendo en la política de los últimos años".

Tensión y transformación

En el ámbito político han crecido las alternativas "identitarias", las que se enfundan en las banderas nacionales. Para Esteban Hernández, esto se debe a que "el momento no está tejido por la lucha de clases, sino por una lucha de élites en sentido romano. Y parte de la élite ha apelado a la identidad nacional para reforzar sus posiciones".

Esa élite arrastraría a las clases obreras y medias dispersas y debilitadas, por esa razón incapaces de tener empuje por sí mismas, y propondría "solucionar las cosas en esos términos identitarios, no con un plan de reconfiguración de la sociedad para que sea más estable que tenga un nivel de vida mayor".

La ausencia un discurso aglutinador más allá de los nacionalismos identitarios tendría otra consecuencia: las salidas individuales o sectoriales. "Estamos en una época de particularismos, donde cada uno está mirando por lo suyo", diagnostica Hernández, "lo que lleva a que se reconstituyan los colectivos en términos de gente afín a nosotros por determinadas cualidades, no por la pertenencia a un espacio o por la visión de un mundo distinto en el futuro".

En todo caso, afirma Esteban Hernández, "este es un momento de transformación. Estamos en una transición que va a ir a algún sitio. Una transición que ya ha empezado, que ya está en marcha, y de la que no podemos definir su horizonte final". Por eso, cree el autor de Así empieza todo, es momento de "leer pausadamente, de evitar ese mundo de ideas fragmentadas donde parece que surfeamos, en lugar de profundizar". Solo así podrán captarse las que llama "transformaciones subterráneas". Esas que están cambiando el mundo, esas fuerzas que "empujan en una u otra dirección" y que harán, inevitablemente, que "las cosas no vayan a quedar igual".