La cirugía estética, en "temporada alta" y favorecida por el contexto social: "Este era el año perfecto para operarme"
- Teletrabajar, haber ahorrado o usar mascarilla son factores que han motivado a algunos a entrar en quirófano
- En medicina estética, lo que más se demanda son tratamientos relacionados con el tercio superior del rostro
Pasar más tiempo en casa y reducir hasta el mínimo la vida social ha provocado que muchas personas hayan puesto la lupa sobre sí mismas y que, en un momento de falta de control y tensión generalizada, aumenten las exigencias respecto a la imagen que les devuelve el espejo. Esto, sumado a las consecuencias físicas y emocionales que haya podido tener en algunos este periodo incierto, ha podido influir en el notable interés que despiertan los tratamientos de estética en los últimos meses.
Sobre todo, los que son de tipo facial y menos “invasivos”, aunque también hay clínicas de cirugía estética que aseguran haber visto crecer la demanda de intervenciones quirúrgicas desde el confinamiento de la primera ola de COVID-19.
Entre las razones, apuntan al ahorro que ha supuesto para algunas personas la reducción de actividades sociales; la mayor “discreción” que acompaña ahora al postoperatorio o el uso diario de la mascarilla.
Un momento que beneficia a la cirugía estética
Sara (nombre ficticio) llevaba años pensando en someterse a una cirugía de aumento de pecho y es en este mes de marzo cuando ha visto con claridad que era el momento idóneo para hacerlo. Después de un año de contención social por la pandemia, ha podido ahorrar lo suficiente para pagarse una operación a la que dedicará tres semanas de vacaciones sin sentir que se está perdiendo la posibilidad de viajar o de hacer otros planes.
“La recuperación es de unas tres semanas. Si lo hubiera hecho otro año hubiera tenido que renunciar a viajes o a escapadas que hago normalmente, así que me ha influido mucho la situación, porque no me voy a perder mucho de la vida social. Este era el año perfecto para operarme”, asegura Sara, que tiene 38 años y que será intervenida el próximo 12 de abril en una clínica de Granada.
Ese tipo de cirugía, la de aumento de mamas, es una de las más demandadas en el último año junto con la lipoescultura, la rinoplastia, la blefaroplastia (cirugía de párpados) y el implante capilar, según señalan distintos cirujanos y responsables de centros de cirugía plástica y estética consultados por RTVE.es.
El Doctor José Maria Ricart, director médico del Instituto Médico Ricart, en Valencia, y de Ruber Internacional Paseo de La Habana, en Madrid, asegura que en el sector de la cirugía plástica “ha aumentado notablemente el número de consultas e intervenciones quirúrgicas” desde el confinamiento y señala que en los centros donde él trabaja hay lista de espera para someterse a cualquier intervención.
“Tenemos mucha lista de espera. Estamos citando ya para junio“
Esto también está ocurriendo en la clínica del Dr. Martín Díaz: "Desde que salimos del confinamiento no hemos parado. Tenemos mucha lista de espera. Estamos citando ya para junio y lo que vemos es que en todas las clínicas donde hay buenos cirujanos están igual", señalan.
En los centros del grupo Dorsia o en la Clínica Bruselas no consideran, en cambio, que haya más demanda ahora, pero sí afirman que no se han visto perjudicados por una crisis que sí ha azotado a otros sectores. El número de intervenciones realizadas, dicen, se ha mantenido estable tras haber tenido algunos picos de solicitudes después de mayo y lo que sí han visto dispararse son las intervenciones menos invasivas que no obligan a pasar por quirófano.
En esa misma línea, desde Clínica Menorca explican que hubo “un repunte muy importante a partir del mes de mayo” debido a la inactividad que sufrieron durante el confinamiento, pero el balance que hacen ellos al comparar los datos de 2020 con 2019 no es del todo positivo.
No obstante, los profesionales de este centro explican que es justo ahora, entre febrero y mayo, cuando la cirugía estética vive su “temporada alta” y realiza “casi el 60% de las intervenciones de todo el año”.
Un postperatorio más relajado y discreto
Más allá de esas diferencias que se dan entre centros, en lo que coinciden los expertos de esas y otras clínicas de España consultadas es en los factores que han podido atraer a algunas personas a someterse a una cirugía estética en plena pandemia. Entre todos, destacan la escasez de vida social y el teletrabajo por haber posibilitado un postoperatorio más sencillo, relajado y discreto.
También detectan que la situación sanitaria ha permitido que algunas personas que no han perdido el empleo y cuya situación económica es estable ahorren dinero tras ver reducidas las salidas sociales o los viajes, y creen que esa es la razón por la que muchos optan por invertir en imagen personal.
La mascarilla potencia algunos "defectos" y oculta otros
La mascarilla es otro elemento de la vida pandémica que sacan a relucir los especialistas, por cómo ha influido a la hora de que un paciente decida someterse a una intervención quirúrgica:
“El uso de la mascarilla protectora nos permite ocultar los hematomas y otras alteraciones que provocan las intervenciones de cirugía plástica facial como puede ser la rinoplastia”, apunta el doctor Ricart.
Sin embargo, aunque la mascarilla esconde algunas zonas de la cara, también ha dado un mayor protagonismo al tercio superior del rostro, por lo que muchas personas se han sentido atraídas por cirugías relacionadas con la mirada, como la blefaroplastia, según los expertos.
“Verse en videollamadas durante varias horas semanales es como mirarse al espejo durante horas“
En el análisis que estos hacen sobre el efecto de la pandemia en la imagen física también mencionan las videollamadas por ser actividades en las que la cara sí está completamente descubierta y en primer plano durante un tiempo prolongado.
“Las videollamadas o reuniones por videoconferencia que nos exponen más a nivel facial nos han provocado que nos fijemos más, estemos más pendientes y sobre todo seamos más exigentes con nuestros rasgos faciales”, sostiene Ricart.
Los profesionales del grupo Dorsia, que tiene un centenar de clínicas repartidas por toda España, también vinculan ese auge de las reuniones telemáticas con la demanda de algunos tratamientos, ya que “verse en videollamadas durante varias horas semanales es como mirarse al espejo durante horas”, dicen.
El auge de los tratamientos faciales y la batalla contra el 'maskné'
En el caso de esas clínicas, como en otras muchas consultadas, lo que se ha disparado es la petición de tratamientos faciales de medicina estética que no obligan a pasar por quirófano, como el relleno facial con ácido hialurónico, el tratamiento para atenuar las ojeras o las inyecciones de toxina botulínica, lo que se conoce como ‘bótox’.
“En junio del año pasado se triplicó la demanda (de bótox), en julio y en diciembre se duplicó, pero el resto de los meses se ha mantenido la tendencia de los meses antes de la COVID”, apuntan desde la Clínica Menorca.
El objetivo de numerosos pacientes, explican los expertos, es "embellecer" la mirada y reducir las líneas de expresión situadas en el tercio superior del rostro, es decir, en el entrecejo, la frente y el contorno de los ojos (las llamadas “patas de gallo”), por ser la parte que queda más visible con la mascarilla puesta.
Además de esos tratamientos clásicos, se han unido a la “carta” otras técnicas como la que intenta combatir un problema bautizado como ‘maskné’.
“El uso de la mascarilla ha traído consigo brotes de acné que han dado paso a una nueva patología que se llama 'maskcné' y que afecta cada vez a más pieles. Nuestra piel padece falta de oxigenación, respira menos y su rozamiento con la mascarilla incrementa el riesgo de infección provocada por la proliferación de bacterias propias de nuestra dermis. Provoca así que se taponen los poros que a su vez dan lugar a granos y comedones. Afecta a todo tipo de pieles, pero, las más vulnerables son las más sensibles o reactivas. La mascarilla les provoca un brote de acné e incluso empeora determinadas patologías como puede ser la rosácea o autoinmunes crónicas como la psoriasis”, explica el doctor Ricart.
En la Clínica Bruselas también aseguran que lo que más ha aumentado en los últimos meses son ese tipo de intervenciones poco invasivas, aunque el tratamiento “estrella” en ese centro, desde el pasado verano, es el balón gástrico ingerible.
“Fue el 'boom' porque después del confinamiento mucha gente aumentó de peso y esto permite perder una media de 15 kilos sin entrar en quirófano”, señalan.
¿Somos más exigentes con nuestra imagen física?
Es evidente que el interés por mejorar la apariencia física está muy ligado con la psicología, pero cabe preguntarse si la situación vivida en el último año ha podido potenciar las inseguridades y los complejos que sufren algunas personas respecto al físico.
La psicóloga clínica Elena García no duda de que ha sido así y afirma que las consecuencias de los tres meses de aislamiento estricto que vivió la sociedad el pasado año y las posteriores restricciones han hecho mella en la autoestima de algunas personas que tienden a ser muy exigentes consigo mismas y que tienen poca "tolerancia a la incertidumbre".
“Al tener más tiempo o no poderlo dedicar a esas cosas que nos gustaban, como salir, es verdad que hemos tenido más tiempo para estar con nosotros mismos en todos los sentidos y también para evaluarnos más físicamente (…) Nos sale la parte más autoexigente, nos damos más cuenta del ‘michelín’ de aquí o cada uno de sus propios complejos. Sin querer, ponemos más la lupa sobre nosotros al estar demasiado anclados en el presente”, señala García.
Esa mayor observación, unida a la falta de control respecto a la situación, la ansiedad, el menor ejercicio físico y los malos hábitos alimentarios ha podido influir, dice, en que muchas personas se preocupen o incluso se obsesionen por revertir a corto plazo y con ayuda externa los efectos que ha provocado la pandemia en su imagen física.