Mimunt Hamido: "El velo tiene un mensaje totalmente político del Islam más reaccionario"
- Hablamos con la autora de No nos taparán, Mimunt Hamido
- En su ensayo vincula la difusión del velo entre las mujeres del Magreb al crecimiento de las versiones más sexistas del Islam.
Mimunt Hamido afirma que la identidad es una trampa que hay que romper cuando se la entiende como una marca de nacimiento. Escribe: “Yo soy mora (…) Está bien reconocerlo, reconocerse en la palabra, que nunca fue despectiva hasta que se convirtió en una palabra mala durante la Guerra Civil. Deberíamos reivindicarla, porque a las moras es lo único que nos puede definir, frente a un laberinto de identidades que solo nos puede meter en categorías que nos aprisionan.”
Para Hamido (Melilla, 1961), “la identidad se ha convertido en una coraza” que, en su caso, quiso encerrarla en el cajón de las “mujeres musulmanas”. Hamido, que no se cubre, que reivindica la libertad de las mujeres para destapar pelo y piel, sea cual sea el credo, discute en No nos taparán (Akal, 2021) uno de los elementos centrales de esa supuesta identidad: el velo o hijab.
“Es el símbolo islamista por antonomasia“
“Me acuerdo una vez que me indigné mucho porque en un programa de televisión había una diputada musulmana con hijab que la primera frase que dijo fue esa: 'No sé por qué hay tanto follón porque el velo es ropa'. Bueno, pues si es ropa, te la quitas”, nos dice desde Estambul, donde reside en la actualidad. Continúa: “Pero el hijab no te lo puedes quitar. Solo te lo puedes quitar delante de otras mujeres, y de los hombres de tu familia más próxima. Si no, no puedes. Con lo cual, el hijab no es ropa. Sí, es un trozo de tela, pero es un trozo de tela que tiene un significado. El hijab es, como decía Mona Eltahawy, la bandera blanca de rendición. Es el símbolo islamista por antonomasia”.
El velo tiene una carga política, subraya Hamido, que desdeña las interpretaciones religiosas (“hay veinte mil opiniones y en el Corán ni se menciona”): “ahora mismo, el significado del hijab es totalmente ideológico, mucho más que religioso. Es totalmente político, un mensaje de una ideología islamista, del Islam más reaccionario”.
Hijab de exportación
El hijab llegó al Magreb procedente de Europa, asegura Hamido, que recuerda con detalles familiares cómo cambiaron las cosas en su Melilla natal. Fue cuando llegó su prima de Bélgica y se negó a recibir a su hermano porque ahora era una mujer casada, y “velada”. Fue cuando tampoco Mimunt pudo darle un beso a su primo Jaffar, con el que había jugado hasta la adolescencia: “Según él, que se había vuelto un estudioso del Corán”, escribe, “como éramos primos podíamos casarnos, así que yo ya no era su amiga de la infancia, era una mujer intocable y no era decente que nos abrazáramos (…) De repente fuimos conscientes de algo que no sabíamos aún nombrar. Hoy sé que nos había colonizado el wahabismo.”
Hamido recuerda que, a partir de finales de los años setenta e inicio de los ochenta, “en Europa se instalan las corrientes extremistas del Islam: la de los Hermanos Musulmanes, junto con la corriente wahabí de algunos países del Golfo, que tienen mucho dinero y mucho poder. Instalaron mezquitas y luego llevaron a sus imanes”.
Son esos imanes los que les dicen a los inmigrantes procedentes del Magreb, “cómo había que vestir, cómo había que comportarse. Y sobre todo a las mujeres. Esas mujeres que se iban de emigrantes y que se iban sin estar veladas, porque no era nuestra costumbre, volvían con el hijab puesto”.
El hijab, afirma la autora de No nos taparán, cumple también una función propagandística: “El hijab es la demostración de que el Islam está presente”, asegura, “porque si tú no ves mujeres con hijab por la calle, tú no sabes si esa mujer es musulmana. No hay un sello en la frente que diga si eres budista o evangélico. Pero si una mujer va con hijab, tú sabes perfectamente que esa mujer es musulmana”. Y se impone a las mujeres, considera Hamido, porque sería una forma de marcarlas y, por tanto, de dividirlas, colaborando a la segregación, al racismo y al propio sometimiento frente al hombre: “crea guetos, y cuando divides entre Ellas y Nosotras estás siendo racista”, sentencia Hamido.
Prohibir el velo
Mimunt Hamido es partidaria de que se tomen medidas, especialmente, educativas y de protección a la infancia. También es partidaria de la prohibición del burka y el niqab “en los espacios públicos, colegios, instituciones”. Y del hijab en los colegios: “Hay que prohibir el velo a las menores de edad, es algo imprescindible. Porque estás salvando a muchas niñas. Estás dándoles a elegir. El hijab no te da elección. Eso de que el hijab se elige es un mito”.
Hamido cuestiona la plena libertad de las mujeres que usan velo: “Hay que ver por qué esa mujer llega a decir que se pone el hijab porque quiere”. En su opinión, en la inmensa mayoría de casos se debe a “la educación que ha recibido antes, a todas las presiones: serás una buena mujer, serás una buena chica. Cuando te vas a poner un hijab, todo es bueno. Hay una frase en Marruecos que dice: “cuando te pones un hijab, brillas”. Y, claro, eso te pone contenta porque dices, mira, están felices, mis padres me quieren más, mi familia me quiere y me respeta más, y soy una buena chica. Y estoy demostrando que soy una buena creyente. Todo eso tiene premio. No hacerlo trae unas consecuencias gravísimas”.
En esas consecuencias, en lo que pasa cuando no se lleva velo, es donde se demostraría la falsa libertad de elección, asegura Hamido, que desde hace años recoge en un blog nonostaparan, experiencias de mujeres que, como ella, han desafiado las normas que les imponían. En la entrada del 7 de marzo, la propia Mimunt escribe cómo la han insultado a ella y a su madre por el libro del que hablamos: “Una mujer que sin haber leído aún el libro me llama puta a mí y de paso a mi madre porque según ella, de madre puta, hijas putas (…) Si una mujer publica un libro es porque debe haber tenido relaciones sexuales con el editor. ¿Cómo entender si no que una mujer pueda publicar un libro?”.
Responsabilidad de Europa
Para Mimunt Hamido, en la extensión de ese islam extremista que impone normas de vestimenta, que censura costumbres o que considera a las mujeres “putas” por escribir un libro, hay una parte de responsabilidad de los gobiernos europeos. Porque es en las mezquitas del Viejo Continente financiadas por lo que la autora llama Petroislam -las monarquías del Golfo, especialmente Arabia Saudí y su doctrina wahabí- donde se han radicalizado los musulmanes emigrados a Francia, Bélgica o Alemania. Los gobiernos de esos países, considera Hamido, han “mirado para otro lado” y “ahora tienen brigadas antiyihadistas que investigan… en las mezquitas”.
La derecha europea ha aprovechado los atentados islamistas para recrudecer su discurso xenófobo contra los musulmanes, pero eso, considera Hamido, “es como siempre ha sido la derecha: racista. La derecha dice “moros fuera”. Y la excusa es que no se pueden adaptar, que no saben convivir, que tratan mal a sus mujeres. Les importa una mierda como nos tratan. Les importa nada. Es la excusa para decir que los moros se tienen que ir de España, Francia o Bélgica”.
¿Y la izquierda? Para Hamido, lo único que hace es “llevar la contraria a la derecha, y entonces se vuelven inclusivos, pero hasta el punto de incluir lo intolerable. Claro, lo intolerable no para ellos que son españoles desde hace siglos y siglos y lo tienen todo 'arregladito'. No. Para ellas que han venido nuevas. Ellas, las moras, que sean diferentes. Y si alguna de ellas no lo respeta, entonces te llaman islamófoba. A mí, que vengo de una familia creyente y musulmana, una familia a la que quiero y respeto muchísimo, se me llama islamófoba cada dos por tres. Porque denuncio toda la misoginia que hay en la religión musulmana y en la ideología islamista”.
La hipocresía en España
Hamido entiende que parte del progresismo en España actúa con hipocresía con respecto a las mujeres magrebíes. Recuerda que “no hace tantos años, en la España nacionalcatólica, las mujeres se rebelaron contra esos símbolos: contra la mantilla, contra el duelo de tres años, el negro, contra muchas cosas, contra la Iglesia... Ah, pero contra el Islam no podemos. Y se nos dice, incluso desde la izquierda, que es lo que más duele, que tenemos que soportar eso porque es nuestra cultura”.
Ese relativismo cultural ampararía, incluso, la indiferencia con respecto a los matrimonios forzados entre chicas de familias musulmanas residentes en España con desconocidos, sin papeles, residentes en países como Marruecos. Están perseguidos por la ley, pero Hamido cree que no con el vigor necesario, lo que facilitaría que se sigan produciendo esos enlaces. “Y son chicas españolas”, recuerda la autora de No nos taparán, “pero dicen: es cosa de moros”.
¿Cree que hay mala conciencia? Mimunt Hamido cree que sí, “eso de la deuda histórica, ese decolonialismo mal entendido... Piensan que como España tuvo protectorado en Marruecos y colonia en el Sáhara, como los franceses colonizaron Argelia, pues ahora todo eso hay que pagarlo. Pero en lugar de pagarlo bien, con una verdadera reparación, lo hacen permitiendo que nos discriminen o que nos sometan por ser mujeres. Al final, lo estamos pagando nosotras las mujeres de contextos musulmanes. Lo seguimos pagando. Y muy caro”.