Jugarse la vida en una patera para después volver: "Quiero regresar a mi país porque llevo seis meses atrapado"
Cae la noche y con ella las temperaturas. Una vecina acerca una manta a Abdu que está sentado a unos metros del mar en la playa de las Canteras de Las Palmas de Gran Canaria. Lleva días, semanas, meses durmiendo en la calle. Al rato, la misma vecina vuelve para ofrecerle un plato de pasta. "Mañana voy a ir a la comisaria y les diré que quiero volver a mi país", cuenta cuando nos acercamos a hablar con él. Tiene el móvil con poca batería, pero quiere enseñarnos uno de los papeles que le ha mandado su madre para pedir que le devuelvan a Marruecos.
Tiene 24 años, de su voz emanan rabia y frustración. "Es un fracaso personal", reconoce. "Pero aquí no tengo nada. Tengo familiares en Madrid y en Barcelona, pero no puedo ir con ellos", asegura. "Si hubiese una patera de vuelta, la cogería, pese al peligro, porque no aguanto más estar aquí rodeado de mar y sin ver salidas", dice decepcionadado. "En mi país no tengo un futuro, pero no voy a vivir en la calle y dejaré de ser un indocumentado", afirma. La decisión ya está tomada, quedamos con él para vernos al día siguiente, quiere presentarnos a varios que, como él, por las circunstancias deciden dar marcha atrás.
“No aguanto más estar aquí rodeado de mar y sin ver salidas“
En lo que va de año han llegado más de 2.500 personas de forma irregular a las costas de Canarias. El año pasado lo hicieron 23.023 personas, un 756,8% más que en 2019, según datos provisionales del Ministerio de Interior. Canarias soporta la mayor presión migratoria de toda España pese a ser la ruta más peligrosa. Desde el final de la crisis de los cayucos de 2006 no se habían registrado cifras tan altas. El sistema se ha desbordado. El Gobierno tuvo que recurrir hace meses a instalaciones militares, levantando carpas en terrenos de defensa y habilitando cuarteles en desuso, para tratar de hacer frente a una situación que las principales entidades de ayuda a migrantes y refugiados ven insostenible.
En la actualidad permanecen unos 5.000 adultos y unos 2.000 menores en el archipiélago, según datos de la Delegación del Gobierno en Canarias. Una gran mayoría de los adultos se han quedado atrapados sin poder seguir con su ruta migratoria hacía la península u otros puntos de Europa. Por lo que 152 personas han contactado con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) para inscribirse en el proyecto de retorno voluntario. Lo han hecho: 133 marroquíes, 18 senegaleses y 1 persona de Mauritania.
Al día siguiente Abdu no da señales, nos había advertido de que al vivir en la calle no siempre tenía el móvil encendido, pero sus amigos, Yassine, Rahal o Mohamed, estaban allí. Los tres quieren volver, al otro lado del océano, al continente africano. Entre el 26 y 31 de marzo volverán 18 marroquíes. Uno de ellos es Rahal. Tiene 38 años y dejó en su país una niña de siete años y un niño de dos. Era albañil. Se ha visto muy afectado por la crisis del coronavirus y, dspués de estar cinco meses aquí, ha decidido inscribirse en el programa de retorno voluntario. "Mis hijos y mi familia me necesitan, cada día que paso aquí sin trabajo ellos están sin dinero para ir al mercado para hacer la compra", cuenta. Rahal no lo ve como un fracaso.
"Me gusta Europa y me he sentido bien tratado, lo único es que me exigen los papeles y yo lo que necesito es trabajar", intenta justificar su decisión. "Nos hemos quedado en mitad de camino. No hemos podido seguir nuestro viaje para ver qué oportunidades hay", argumenta. Pese a todo sonríe de oreja a oreja detrás de la mascarilla y dice: "Después de un mes haciendo papeles he logrado que me incluyan. Me voy en el siguiente vuelo con unas veinte personas". Lo que le tranquiliza es que vuelve en avión: "Estaré mucho tiempo sin pisar el mar. Lo hemos pasado muy mal. Ahora me voy en avión y ya le he dicho a mis hijos que vuelvo, siempre me dicen que me echan de menos".
Lleva un mes intentando arreglar la documentación, vino a España en una patera y sin ningún documento para así evitar ser devuelto. "Tuve que pedir los papeles a mi familia, ir a la comisaria y al consulado y finalmente me han admitido volver", dice, aliviado y sonriente.
"Muchas de estas personas están en situación de calle"
Son muy pocos los que deciden volver de forma voluntaria y no todo el que quiere puede hacerlo de forma inmediata. Es un proceso que puede durar varias semanas. "Muchas personas llevan más de un mes pidiendo regresar y no saben cómo hacerlo", asegura, a RTVE.es, Daniel Arencibia, abogado y miembro del Secretariado Pastoral de Migraciones. "Necesitan un salvoconducto del consulado y luego autorización de España para marcharse. Esto tarda porque ahora tanto la Policía Nacional como los consulados están sobrepasados", asegura el letrado.
Muchos vienen sin ningún documento para evitar ser deportados o los pierden durante el viaje. "Los consulados con las huellas dactilares pueden emitir un nuevo pasaporte y hacer un salvaconducto, pero el control de frontera es de España y es España quien decide quién vuelve y quién no", relata el abogado.
"A través de este programa han salido unos pocos y seguirán saliendo", asegura a RTVE.es Anselmo Pestana, delegado del Gobierno en Canarias. "Hay gente que está pidiendo el regreso de forma voluntaria. Son los que menos, pero estamos ayudando a varios a volver al país de origen. Estamos trabajando con los consulados y se puede conseguir. Se tarda un poco, pero se consigue", argumenta. Desde el gobierno consideran que esta acción puede bajar la presión sobre las islas Canarias.
"Llevo 3 semanas intentando ayudar a personas que quieren volver y no lo he conseguido", denuncia Arencibia. "Nos da la sensación de que este es un problema menor. Tienen otras prioridades", argumenta. Estas personas quieren volver con salvoconducto como personas "libres" para evitar la deportación y que no sean sancionadas en sus países. "Muchas de estas personas viven en situación de calle", asegura Arencibia.
Mohamed tiene 26 años, lleva desde octubre en Canarias, ha pasado por albergues, hoteles y ahora vive en un campamento. No logra entender la rutina a la que ha sido sometido en los últimos meses. "Para estar comiendo y durmiendo lo hago en mi país", dice. Se marcha no porque quiera, sino porque se ha visto forzado. Nos enseña una herida, hace unos días en el campamento le robaron el móvil y el poco dinero que tenía, entonces intentó suicidarse con la cuchilla de afeitar. "Me dio un ataque de impotencia y he intentado quitarme la vida sin pensarlo", cuenta. Él también está en proceso de retorno.
Yassine se embarcó en una patera dejando atrás a un niño de tan solo 35 días, que ahora ya tiene más de siete meses. Ser padre le empujó a emigrar. "No lograba tener dinero para todos los gastos, era pescador, vino la crisis y tuve a mi primer hijo. Necesitaba salir por ellos, no por mí", asegura.
"Nuestro objetivo era ir a la península. Ahora quiero regresar a mi país porque no tengo alternativa. No nos han dado soluciones. Tengo familia en Toledo y en Valencia. Mi objetivo era ir con ellos. Para estar aquí sin trabajar, me quedo en mi país", lamenta.
Las islas Canarias no son el destino final
"Salían cuando no había restricciones sanitarias y ahora se tienen que quedar aquí. La mayoría está en Gran Canaria y Tenerife y, no pueden salir de las islas si no tienen causa justificada. Cuando deje de haber medidas restrictivas habrá algunos que podrán salir. Ahora solo han sido trasladado los casos más vulnerables y algunos que han justificado el viaje, pero la mayoría no puede justificarlo", nos explica el Delegado del Gobierno en Canarias.
En lo que al programa de atención humanitaria se refiere, las personas que en este marco son llevadas a otros centros de la península, lo hacen en virtud de su vulnerabilidad, explican a RTVE.es fuentes del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. El sistema de acogida permite el traslado en casos puntuales como son los casos de trata, personas enfermas, mujeres embarazadas, etc.
En las islas de Gran Canaria, Tenerife y Fuerteventura es donde se concentran la mayor parte de estas personas. Consideran el archipiélago como un paso de una ruta migratoria que termina en la "gran España", como dicen muchos, o en otros países europeos. Pero en los últimos meses muchos no han podido salir del archipiélago.
"Lo que ocurre con estas personas es que están libres y no están detenidas. Entonces no entendemos por qué no les permiten moverse. Es una situación contraria a Derecho", denuncia el abogado Arencibia. Según la legislación europea a estas personas se les permite viajar si tienen un documento para identificarse. "Hemos atendido a personas que han ido con PCR negativa y que no han podido subirse al avión. Nos dicen que son controles Covid-19 que normalmente se hacen en los aeropuertos de llegada y no de salida", asegura. El abogado pone como ejemplo " el caso de dos hermanos, un chico que su hermano vino a buscarlo, tenían la misma documentación y pruebas Covid y, al que estaba regular en España le dejaron volar y al que había llegado en patera no le dejaron marchar. No es un control Covid, es un control de extranjería", afirma, al tiempo que denuncia detenciones ilegales.
Desde el Ministerio del Interior confirman a RTVE.es que no hay ninguna orden ministerial y que este bloqueo se debe a las limitaciones de movilidad provocadas por la crisis sanitaria y que a estas personas se les aplican las mismas restricciones que tienen impuestas las comunidades autónomas. Desde la Delegación del Gobierno aplauden el plan de Canarias y todos los recursos que se han desplegado para hacer frente a esta crisis migratoria. Sin embargo las oenegés consideran que estos recursos no son suficientes y que se tienen que mejorar.
"Cuando hablamos de presión tenemos que tener en cuenta que solo quedan 7.000 personas de 29.000 que han llegado. Yo creo que se ha aliviado mucho la presión sobre las islas. Nos hemos dado una cierta capacidad y ya sabemos que más de 7.000 personas no puede haber en el archipiélago para que podamos hacer frente a los repuntes", explica Pestana.
El Gobierno: "No podemos convertirnos en un puente con Europa"
El destino de muchas de estas personas será la deportación. "Muchos van a ser deportados porque han entrado de forma irregular", dice el abogado. "Esto es lo que dicta la Ley de Extranjería, y cuando es imposible, en este contexto de pandemia hay que evitar que estas personas estén en una situación angustiosa", añade.
Desde la Delegación del Gobierno se expone que Europa tiene que articular mecanismos más abundantes para dar más oportunidades. "No podemos convertirnos en un puente con Europa", sentencia Pestana. "Asistí hace unos días a la llegada de una patera. Duele ver cómo llegan y el riesgo que corren. Duele ver a mujeres, niños y jóvenes. Pero no podemos convertirnos en un puente con Europa".
"Cuando te metes en el mar corres un riesgo, pero creía que no tenía alternativas. Y aquí nos hemos topado con una crisis inesperada. Estuve siete días en un campamento y luego nos llevaron a hoteles. Allí estuve 5 meses y 14 días. Ahora me han traído de vuelta a un campamento. He venido para mejorar la vida de mis padres y de mi hijo y esto no lo he encontrado. Yo era el que mantenía a mi familia. Es difícil explicar lo que siento", lamenta Yassine, mientras enseña la foto de su hijo. "Casi pierdo la vida y aquí me han recibido sin darme una oportunidad", dice. "No he venido para estar en hoteles ni en campamentos", repite una y otra vez. Siente frustración.
"Estuve cuatro días de viaje en una patera. Sin comida ni bebida. Jamás olvidaré aquellas noches en el mar. Tengo aún grabadas las voces de mujeres y niños", narra Yassin. Todo lo vivido no le ha merecido la pena. "No tengo papeles, no puedo trabajar y solo sé que hoy mi familia no tiene nada para subsistir. Llevo seis meses atrapado en la isla", sentencia.