Menores migrantes separados de sus padres en Canarias: "Cuando me devolvieron a mi hijo resucité"
- La Fiscalía de Las Palmas tiene que proteger a los menores y verificar la filiación familiar
- Hasta el pasado otoño separaron a los bebés de sus madres durante el proceso de comprobación, que podía durar semanas
Ni la falta de recursos, ni las noches a la deriva, ni la decisión de jugarse la vida con su hijo le habían producido tanta angustia a Fatiha como la de 'perder' a su hijo. Su vida se paralizó cuando, a los tres días de su llegada a Canarias y después de lograr sobrevivir a una de las rutas migratorias más mortíferas, fue separada durante más de un mes de su pequeño. "Es muy duro que te separen de tu hijo", se lamenta, para añadir: "Entiendo que lo hicieron porque a veces se trafica con niños y son las normas, pero fueron 36 días y han sido eternos", relata a RTVE.es.
Llegó el pasado 18 de octubre con su marido y con el pequeño, que no había cumplido aún los tres años. "Me explicaron que lo hacían para confirmar que éramos sus padres y porque vinimos indocumentados. Yo lo entendí, pero mi vida se paralizó”, cuenta en un parque cercano al Centro Integral de Acogida de Cruz Roja de Gran Canaria, donde viven en este lugar con otras familias. Intenta expresar lo que sintió y se queda sin palabras: "Solo lo entiende quien es madre. Sin Wassim, no tengo nada”. Mientras habla, no le quita ojo a su hijo, que juega con el padre.
Fatiha no ha sido la única madre en sufrir esta separación. La Fiscalía de Las Palmas, ante la llegada de pateras con menores, ha interpretado que debía llevar a cabo esa acción de conformidad con el protocolo marco sobre determinadas actuaciones en relación con los menores extranjeros no acompañados, aprobado en el año 2014.
La normativa recoge que lo primero que hay que hacer con los menores es identificar a la persona que les acompaña, que puede ser la madre, el padre u otro familiar cercano. Requiere que estén en un registro tanto los adultos como los menores.
La fiscal de Extranjería de la provincia de Las Palmas, Teseida García, considera, en una entrevista con RTVE.es, que "se ha hecho una mala lectura e interpretación del protocolo".
La Fiscalía de Las Palmas hizo una consulta a la Fiscalía General, que avaló la decisión de separar a los menores de sus padres para comprobar todos los datos y evitar el tráfico de menores y su desaparición.
Teseida García insiste en rechazar esta actuación, que además ha coincidido con dificultades logísticas provocadas por la pandemia y el hecho de que todas las pruebas de ADN se hagan en Madrid, algo que retrasa el proceso y alarga, por tanto, la separación entre padres e hijos, en muchos casos bebés.
"El proceso tardaba semanas y el órgano fiscalizador decidió que, mientras se esperaba el resultado, era más conveniente separar a los menores", explica, por lo que los niños pasaban a ocupar plazas de acogida de la Consejería de Derechos Sociales previstas para menores extranjeros no acompañados.
"El niño se quedó parado, yo perdí la consciencia"
Decenas de familias se han visto afectadas. Este protocolo se corrigió tras las denuncias y críticas por parte de jueces, fiscales y abogados. Las consecuencias son traumáticas, tanto para los menores como para los padres, y además, se ha tachado como una grave violación de los derechos de la infancia
Fatiha no podía dormir, no podía comer y solo pensaba en si su retoño estaría bien, mientras le preguntaba al personal que los atendía. "Menos mal que los últimos días logramos verle por videollamada", asegura sonriendo.
Tres días antes de reencontrarse con su pequeño, a ella y a su marido les derivaron al centro donde están viviendo ahora y, emocionada, cuenta cómo fue el reencuentro: "El niño se quedó parado, yo perdí la consciencia, nos quedamos todos llorando. El personal del centro, las demás familias, todos llorando”, rememora. Finalmente, la directora del centro se lo tuvo que llevar a los brazos porque estaba incrédula y paralizada. "Cuando me devolvieron a mi hijo sentí que resucité", recuerda.
Desde la Fiscalía alegan que fue una medida para prevenir casos -que venían en aumento- de sustracción de menores y trata de seres humanos. Ha habido casos de adultos que han utilizado a menores para conseguir el arraigo y traficar con ellos en otros países europeos.
La fiscal de Extranjería de la provincia de Las Palmas explica que en octubre se acordó, tras una reunión con la Delegación del Gobierno, Policía Nacional, Dirección General del Menor y la propia Fiscalía, no aplicar este procedimiento, salvo en casos concretos con indicios de trata.
Es una interpretación que solo se ha dado en Canarias, añade, porque en el resto de España, mientras se hacen las pruebas pertinentes, los niños y las niñas permanecen con quienes dicen ser los familiares.
El riesgo de migrar con un menor: "O vivíamos los tres o moríamos los tres"
Fatiha continua con su relato sobre la travesía. Tomar la decisión de emprender el viaje fue difícil, dice, pero no tenía alternativa: "Vivíamos cerca de Marrakech. En la familia de mi marido todos son ciegos y todos dependen de él. Con la crisis del coronavirus, todo se paralizó. Nos quedamos sin trabajo y llegamos a una situación límite. No podíamos ayudar a su familia y nosotros ya no podíamos pagar ni el alquiler. Entonces decidimos venir aquí".
Como en cualquier historia migratoria, se aferran a la esperanza de un futuro mejor. El viaje, reconocen, fue un riesgo fruto de la desesperación, pero no querían separarse: "O vivíamos los tres o moríamos los tres".
El viaje de cuatro días lo hicieron con su niño entre sus brazos. Salieron un jueves a las cuatro de la madrugada y el domingo por la tarde noche fueron rescatados por Salvamento Marítimo a unos 80 kilómetros de la costa.
Saben que fue una decisión arriesgada. Mustafá interrumpe para intervenir y aclarar que lo pensaron mucho. "Antes de arriesgarme estuve días enteros conociendo el mar", confiesa. "Estuve con pescadores, miré la mejor embarcación y si alguien venía con un GPS", explica. "No hay nada más peligroso que el mar", sentencia.
"Wissam no entendía nada y estaba en mi regazo, vino durmiendo", dice la madre. El niño se le acerca una y otra vez. Quiere jugar y que le presten atención. Está con un seguimiento médico porque parece que ha sufrido un retroceso en el crecimiento. "Vamos a trabajar los dos y todo irá bien. Lo peor ha pasado", aseguran esperanzados. Mientras, se acerca Wissam, sonriendo, interrumpe con un "¡hola!” y, al despedirnos, también nos despacha con un “¡adiós!"