Los expertos advierten que los problemas de salud mental serán otra pandemia tras el coronavirus
La depresión, la angustia o la ansiedad han ido de la mano junto al coronavirus en muchos hogares españoles. La pandemia no sólo nos ha afectado físicamente, también ha puesto a prueba nuestra salud mental. Según un estudio realizado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGLobal), los problemas de salud mental causados por la epidemia de covid tendrán unos costes "monumentales" y permanecerán tras conseguir la inmunidad, sobre todo los originados por el trauma y el impacto socioeconómico de la pandemia.
Problemas a largo plazo
Ximena Goldberg, una de las investigadoras del estudio, afirma que “a largo plazo, veremos niveles de ansiedad y depresión más altos de lo habitual”. El estudio detalla que “el delirio es el síndrome neuropsiquiátrico agudo es más frecuente, seguido de un estado de desánimo y ansiedad", además subraya que el ánimo depresivo y el síndrome de fatiga también se describen en los casos de COVID persistente.
La modificación de los roles familiares, con más casos de violencia doméstica, el aislamiento, el estado emocional de soledad, el duelo de las personas que han perdido a algún familiar o amistad o la ansiedad generada en el personal de trabajos esenciales, con el "desgaste profesional e incluso el estrés postraumático", son otros factores que han generado más casos de ansiedad y otros trastornos.
Con este panorama, difícilmente cuantificable, el estudio prevé unos costes "monumentales" y advierten que los problemas de salud mental no se acabarán con la consecución de la inmunidad cuando todo el mundo esté vacunado porque persistirán los causados por el trauma y por las consecuencias socioeconómicas.
Más drogas que psicólogos
España es un país que no cuida su salud mental. El tratamiento de los problemas psicológicos se mantiene alejado de la Seguridad Social, que apenas tiene relevancia en el sistema público de salud, relegándolo a quien puede permitírselo.
Nuestro país apenas tiene 6 psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes, frente a los 18 por cada 100.000 que tiene como media la Unión Europea. Este dato contrasta con el de consumo de psicofármacos, puesto que, tras Portugal, es el país de la Unión que más ansiolíticos, antidepresivos e hipnosedantes consume.
Desde Instituto de Salud Global de Barcelona recomiendan "incluir los servicios de salud mental como servicios esenciales, incluso cuando se apliquen confinamientos y medidas estrictas, mediante la provisión segura de los servicios y adoptando formas innovadoras, como la telemedicina, las intervenciones de teleterapia, las líneas de atención telefónica y la formación ad-hoc para los proveedores de salud".
También proponen "dedicar más esfuerzos a la integración de los servicios de salud mental en la atención sanitaria general; y desarrollar más los servicios de salud mental comunitarios, en especial para los grupos de población vulnerables".
Dedicar más recursos a implementar los servicios de salud mental, diseñar estrategias de protección social y para el desempleo (por ejemplo programas de renta mínima), garantizar el suministro de servicios básicos, aplazar el pago de impuestos, hipotecas o alquileres para los grupos de población vulnerables y financiar servicios sociales para ayudar a las familias necesitadas, son otras de las propuestas de las analistas del ISGlobal.